No es hablar mucho, sino hablar lo necesario. Y estar seguro de que lo que van a hablar podría generar sumatoria de adeptos. Y si resta simpatías que sea muy poca. En ese sentido, los líderes políticos y las propias organizaciones ponderan detenidamente los temas cuando se trata de fijar posiciones públicas. Se trata de una recomendación de los denominados expertos en comunicación, planificación y estrategias políticas.
Las posiciones que asumen las entidades políticas y sus líderes con respecto a los temas haitiano, el aborto, la igualdad de género, la crisis de Venezuela y otros, revelan claramente su pensamiento, el cual puede ser conservador, moderado, avanzado…Sin embargo, el común denominador de muchos de nuestros políticos, es aprobar lo que comparte la mayoría de los electores, indistintamente de que se trate de un absurdo, porque trabajan conforme a resultados de encuestas.
No se dan cuenta de que la gente piensa de tal o cual forma muchas veces por falta de orientación de líderes responsables, como lo eran Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, los cuales, mediante charlas radiofónicas, fijaban posiciones sobre todos los temas y orientaban a sus seguidores.
Hoy día nuestros líderes políticos no se comunican con la población (se limitan a escribir tweets, que apenas lee menos del 1%), son populistas y oportunistas, no tienen posiciones propias, sino que se van hacia la dirección donde esté soplando el viento, lo que constituye un gesto de irresponsabilidad.
Plantear, por ejemplo, un muro en la frontera es una posición que sólo personajes como Donald Trump la comparten en estos tiempos, pero algunos de nuestros líderes lo que observan es que muchos dominicanos son racistas (no patriotas) y les siguen la corriente. Otros hablan de sacar a todos los haitianos, sin la excepción siquiera de los que trabajan en nuestra pujante industria de la construcción.
Si no tenemos un Código Penal actualizado es por culpa de nuestro liderazgo político, el cual en el fondo comparte las tres causales del aborto, pero no se atreve a contradecir a las iglesias. Hasta los diputados, charlatanes y perversos en un 80%, dicen ser cristianos. ¡Vaya cristianos! Se vive de poses y se relaja con las religiones.
También hay falta de equidad en los derechos del hombre y la mujer, con el silencio cómplice de nuestros partidos principales. Ese es un tema, sin embargo, en el que hay que coger y dejar, porque hay feministas que caen en extremos y no escatiman escuerzos en procurar una confrontación permanente entre hombre y mujer, cuando la verdad es que tanto una como el otro nos necesitamos para formalizar el principal núcleo social: La familia.
Con relación a la crisis de Venezuela la proporción es 90 a 10, es decir un 90 por ciento de dominicanos está en contra de Maduro y la famosa Revolución Bolivariana. En Venezuela hay corrupción y se han cometido muchos errores, pero la crisis social y económica que vive ese país se debe en gran medida al bloqueo económico internacional de que es objeto.
Casi nadie le compra petróleo ni se atreve a venderle nada a Venezuela, las cuentas bancarias intervenidas, le confiscan los barcos petroleros, tiene que vender crudo en alta mar y muchas veces cobrar a través de cuentas de Rusia y China. Esa es la realidad, pero a los líderes políticos dominicanos se les hace más cómodo culpar de todo al dictador Nicolás Maduro.
Con sus posiciones absurdas suman, pero también restan, pues en República Dominicana se ha desarrollado una clase media intelectual y pensante que detesta al político demagogo, populista, oportunista y conservador, que no asume ideas serias y propias.
Es un error político que líderes de oposición exhiban conductas tan o más conservadoras que los que gobiernan. Así tienen el tupé de hablar de cambio. ¿Cuál cambio? ¿Qué es lo que piensan cambiar que no dicen? Nos engañan desde el gobierno y también nos engañan desde la oposición, porque piensan que es el camino más corto para quedarse o para llegar.