El Estado no sólo venció a Danilo Medina, hoy presidente de la República, venció a todos los líderes del Partido de la Liberación Dominicana que acumularon fortunas en casi 20 años de poder, con excepciones aún desconocidas, por lo menos por mí. (El que esté libre de culpas que lance la primera piedra o el primer “peñón”).
La “fábrica de presidentes” no surge al azar; es el resultado del desfalco del erario, del robo, de la estafa. La “fábrica” con chimeneas políticas la integran obreros y empleados de oficinas que llaman “intermedios”, “círculos de estudios” o “bases” del partido. Los demás han sido socios con grandes beneficios, unos más, otros menos, que se distribuyen o se pelean por los más encumbrados puestos.
Resulta insólito que el Secretario General del partido oficial, presidente del Senado y de la Asamblea Nacional, representante del Primer Poder del Estado, aspirante a la nominación presidencial, creador del famoso “Barrilito”, Reinaldo Pared Pérez (Pechito), denuncie que Danilo Medina, a quien le ha sido leal hasta la tambora, está utilizando los recursos del Estado para favorecer al ministro de Obras Públicas (aun lo sigue siendo en la práctica) Gonzalo Castillo, sin que nadie ordenara una investigación, sin que el departamento de lucha contra la corrupción se haya pronunciado, sin que el Procurador General se inquietara siquiera, sin que la Junta Central Electoral pidiera una aclaración aunque fuera para guardar las apariencias, es verdaderamente increíble.
Y más increíble es que los partidos de oposición, la sociedad civil, las iglesias y el empresariado, se hayan pronunciado al respecto. Dicen que ese es un pleito “entre ellos”, que no les incumbe. ¡Coño! ¿Cómo qué no? ¿Acaso no estamos hablando del dinero del pueblo?
Un senador de la República, presidente del Senado, dice que no correrá por la nominación presidencial de su partido y de su gobierno porque no hay equidad, porque están gastando los dineros del Estado para favorecer a Gonzalo Castillo que surgió en el último momento gracias al dedo mágico del presidente Medina. ¡Y no pasa nada! ¡Absolutamente nada! El Comité Político no se reúne, el Central tampoco.
Días antes Carlos Amarante Baret renunció con los mismos argumentos. A los demás “compañeros del partido”, tan pulcros y honorables, tan solidarios y respetuosos, al parecer no les preocupa, al contrario, deben estar felices porque han desaparecido algunos obstáculos en su camino. La cúpula de la corporación PLD se deshace. El “Danilismo” se autodestruye.
Reinaldo creyó ingenuamente ser “el hombre de Danilo” (nadie le ha sido tan leal en el Congreso aprobando préstamos y disparates enviados al senado); Andrés Navarro estaba convencido de serlo hasta que le nombraron un sustituto enemigo en el ministerio de Educación; Francisco Domínguez Brito hasta incendió una gorra morada creyendo que se la estaba comiendo. Temístocles Montas sabe que no es el elegido, pero le conviene creerlo. Ninguno podía imaginar que Danilo tenía un “A” bajo la manga, que estaba jugando con cartas marcadas, que les haría trampa, como es su costumbre. ¡Bueno que les haya pasado por confianzudos!
Podrán decir que el Estado los venció. Pero no es cierto; ellos vencieron al Estado, lo arrodillaron, lo pusieron a su servicio. El Estado no los venció, ellos vencieron al Estado. Por eso se lo disputan a dentelladas, como buenos caníbales de la política.