Desde que el ministro o ex ministro de Obras Públicas saliera al ruedo político dentro del Danilismo en busca de alcanzar la candidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana –PLD-, ha corrido con la desestabilización del grupo denominado “Delfines” que previamente, antes de su aparición de la nada, había firmado un acuerdo con el presidente Danilo Medina para, entre ellos, elegir a quien enfrentaría al expresidente Leonel Fernández, el 6 de octubre próximo, en las primarias abiertas de esa organización.
Su entrada proverbial en busca de la denominación presidencial no ha hecho más que ahondar las diferencias a lo interno del PLD con énfasis en dividir aún más a los danilistas de los leonelistas sino que, dentro del grupo aupado por el mandatario, ha abierto heridas profundas con diagnóstico reservado.
Su actitud desafiante y soberbia coloca mayor distancia entre los “Delfines” renunciantes a ser medidos e impide regresen al redil que los anidó a aventurarse a trabajar por la candidatura presidencial.
A quien, desde que fuera señalado del lado danilista para, según sus promotores, continuar la “obra” de Medina, he llamado “Tiburón blanco” al observarlo poseer características de devorar todo a su paso. Ha hecho más daño que bien a la facción encabezada por el mandatario, pues en vez de sumar adeptos, resta a la unidad interna de donde salió y de donde nunca debió salir a pelear la representación electoral el próximo 6 de octubre.
Gonzalo se ha descartado él mismo como candidato presidencial del partido de Juan Bosch y Gaviño. Si sumamos su incapacidad y total desconocimiento político y de la política cavernaria, no tiene oportunidad de ganarle a Leonel Fernández en las primarias. Cada vez que abre sus labios para tratar o referirse a temas nacionales yerra sin medir el daño que así se ocasiona.
Desde que le abrieron las puertas a sumarse a los “Delfines”, no caló en el ruedo grupal. El hecho de denostar a sus compañeros danilistas y peledeistas de pura cepa, a quienes se ha dedicado a descalificar presentándose como la única y mejor opción para enfrentar al exmandatario, el 6 de octubre, ayudado por sus padrinos palaciegos, no ha hecho más que sembrar la discordia y el descontento en dicha facción. Sus colegas le han visto buscar por todos los medios opacar sus luces para hacer brillar la suya.
Su discurso tropieza, no sólo con los “Delfines”, sino con el segmento poblacional y electoral más destacado e importante del país como son las mujeres. Decir que las dominicanas no se han ganado el derecho a ser tomadas en cuenta para la equidad de género en el gobierno que encabeza el presidente Danilo Medina, es una descalificación inmediata a la candidatura del PLD y la presidencia de la República.
¿De dónde le sale a Gonzalo decir que las mujeres dominicanas no son aptas a ser tomadas en cuenta para ocupar Ministerios e incluso la Presidencia de la República?. Decir que las mujeres no se han ganado los puestos de importancia en el gobierno, es inaceptable. Los partidos y organizaciones políticas como el PLD son sustentados en su mayoría por mujeres. Es más, la mujer dominicana sustenta el sistema democrático en la República Dominicana. Si el presidente Danilo Medina no ha tomado en cuenta a las mujeres, salvo dos o tres encabezan Ministerios, Gonzalo debe reconocer el error y procurar fórmulas políticas y estratégicas y repararlo, pero, como no posee un discurso propio ni muestra capacidad para gobernar, se golpea con la misma piedra que no quitó del medio el presidente Danilo Medina.
Sus palabras y posiciones sobre hechos trascendentales que se producen en el país me llevan a extrañar las “Hipolitadas” del ex presidente Hipólito Mejía, y en esta versión serían las “Gonzaladas”.
Sin dudas y a todas luces, el discurso secesionista de Gonzalo Castillo choca abiertamente con el discurso conciliador del ex presidente Leonel Fernández.
Los gobiernos encabezados por Fernández, 1996-2000, y luego al volver en el 2004 y concluir en el 2012, se caracterizaron por procurar la participación de todos los miembros del PLD, desde sus fundadores, altos dirigentes, y simpatizantes de las enseñanzas y doctrinas del profesor Juan Bosch.
Fue tanta la disposición del exmandatario en la unidad y participación del PLD en el pastel de sus gobiernos que, durante el primero de ellos, 1996-2000, aupado por el Pacto Patriótico, llegó a recibir el mote de “come solo”, al favorecer a los peledeistas, dejando fuera a reformistas aspirantes a continuar subidos en el palo, argumentando ser parte importante de la naciente administración, tras ver a su líder, el doctor Joaquín Balaguer, bendecir al joven político, triunfador en una segunda vuelta para la historia, del proceso electoral de 1996.
La unidad de todos los discípulos del profesor y fundador del PLD ha sido una de las características esenciales de Fernández que, sin grupismo y sin exclusión, ha gobernado para todos los peledeistas a quienes ha hecho sentir suyos el Palacio Nacional durante sus mandatos.
Y ahí está Leonel hoy, igual que ayer: buscando por todas las vías salvar al PLD y mantener la unidad de todos los peledeistas. Es el candidato de unas elecciones primarias que apuesta al partido de Bosch para vencer en todos los campos de batallas; y está listo para ganarle a la ambición desmedida aposentada en el Palacio Nacional.