Por Thalif Deen/NACIONES UNIDAS, 24 Sep 2019 (IPS) – Jim Mattis, exsecretario de Defensa de Estados Unidos en la administración de Donald Trump, cita una sentencia del Cuerpo de Marines en un libro que acaba de publicarse bajo el título "Call Sign Chaos: Learning to Lead (Indicativo de llamada caos: aprender a liderar)".
"Cuando vaya a una pelea con armas", dice, "traiga a todos los amigos que tengan armas", un consejo obviamente dirigido a la administración Trump, cada vez más aislada en la comunidad internacional.
"Habiendo participado muchas veces en enfrentamientos dentro de coaliciones (internacionales), creo que necesitamos todos los aliados que podamos aportar a la lucha, desde soluciones militares imaginativas hasta el voto de su país (en las Naciones Unidas), cuantos más aliados, mejor", dice el general que renunció en diciembre a su cargo.
Pero, ¿cuántas de las grandes potencias militares presentes en la Organización de Naciones Unidas (ONU), como China, Francia, Gran Bretaña y Rusia, están dispuestas a acompañar a Washington en un posible ataque contra Irán?
¿O incluso cuántas bendecirían una acción propia de la administración Trump, que ha tratado a la ONU con desprecio al abandonar el multilateralismo, retirarse de tratados internacionales y reducir drásticamente los fondos a las agencias del organismo mundial?
Pero ahora, en una ironía de ironías, Trump está recurriendo a la ONU para obtener ayuda, ya que planea presionar a los Estados miembros de la ONU cuyos líderes asisten desde el lunes 23 y hasta el viernes 27 a una serie de reuniones de alto nivel en Nueva York, en lo que Washington describe eufemísticamente como "una campaña de divulgación diplomática"
El secretario de Estado, Mike Pompeo, preparó el escenario para una confrontación cuando acusó a Irán en vísperas de esta semana de cumbres de realizar un "acto de guerra", en la condena más fuerte hasta ahora de cualquier funcionario estadounidense hacia Teherán.
Al mismo tiempo, Washington ha enviado señales mixtas, como cuando Trump dijo que "todavía nos estamos esforzando por formar una coalición".
Los iraníes han negado la responsabilidad en los ataques el 14 de este mes con una flotilla de drones a dos instalaciones petroleras sauditas, lo que ha sido reivindicado por los rebeldes hutíes que pelean contra el gobierno de Yemen, en una guerra en que son respaldados por Teherán.
El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, replicó que "si Irán hubiera estado involucrado en ese ataque, no habría quedado nada de esa refinería".
En una noticia de primera plana el 19 de septiembre titulada "La Casa Blanca busca aliados en la ONU para presionar a Irán por el ataque petrolero saudí", The Wall Street Journal, la embajadora británica ante la ONU, Karen Pierce, ya dijo que no se había determinado la responsabilidad del ataque a los campos petroleros de Arabia Saudita.
Francia y Japón también expresaron también sus dudas de que Teherán esté detrás de los ataques.
El periódico cita a Trump diciéndole al Comité de Asuntos Públicos de Israel en el pasado: "la ONU no es un amigo de la democracia, ni un amigo de la libertad, ni siquiera un amigo de Estados Unidos".
Mientras tanto, es poco probable que China y Rusia, dos miembros con derecho a veto del Consejo de Seguridad y aliados cercanos de Irán, respalden cualquier resolución de la ONU que autorice un ataque contra Irán.
Pero la administración Trump aparentemente está tratando de formar una "coalición de voluntarios", como lo hizo la administración del presidente George W. Bush (2001-2009) cuando invadió Iraq en marzo de 2003.
Ian Williams, corresponsal en la ONU del diario indio The Tribune y analista senior de Foreign Policy in Focus, dijo a IPS que Trump no se ha retirado de la ONU precisamente en previsión de contingencias como esta en las que Estados Unidos puede utilizar lo que el ex secretario general del organismo Kofi Annan llamó el poder legitimador único de la ONU.
Sin embargo, el caso que Estados Unidos presenta ante los miembros de las Naciones Unidas es aún más débil que cuando tuvo que recurrir a la "Coalición de los Coaccionados", como la definieron algunos en la época, para respaldar el ataque contra Iraq.
Después de décadas, señaló Williams, los miembros de la ONU aceptaron a regañadientes que Israel es una excepción de facto porque la capacidad de veto estadounidense lo protege ante cualquier consecuencia práctica por sus violaciones del derecho internacional y la Carta de la ONU.
Arabia Saudita ha tratado de utilizar una ventaja similar.
Irán no es el país más popular en la Asamblea General de 193 miembros, pero la evidencia contundente de su participación en el ataque a las refinerías sauditas aún no se ha determinado.
Además, toda la comunidad internacional sabe -excepto el eje Estados Unidos-Israel-Arabia Saudita- que fue Washington quien rompió unilateralmente el Plan de Acción Integral Conjunto (Paic) sobre el programa nuclear de Irán.
También conoce que Washington libra una guerra económica a base de sanciones contra Teherán, mientras Israel y las monarquías del Golfo le incitan a un ataque militar contra el régimen de los Ayatolas.
Los países igualmente saben que los sauditas y los Emiratos Árabes Unidos han estado lanzando bombas estadounidenses y británicas sobre Yemen, incluso en hospitales y escuelas, por lo que el ataque a dos refinerías suena a una respuesta muy proporcional de los hutíes, dijo Williams, autor del libro "Lo dijo la ONU: La verdadera historia de la ONU en la paz y la guerra".
Stephen Zunes, profesor de Política y Estudios Internacionales en la Universidad de San Francisco y experto en la política del Consejo de Seguridad de la ONU, dijo a IPS que Estados Unidos, como con en la invasión a Iraq, podría formar una "coalición de voluntarios", "esta vez compuesta por Israel, Arabia Saudita y otros aliados de derecha de la región, y lanzar una guerra ilegal sin autorización de la ONU".
Señaló que sería más difícil para Washington aglutinar un grupo de aliados dentro de la ONU para un ataque contra Irán, basado en afirmaciones falsas.
"Esto es particularmente cierto dado que tanto la administración Trump, como ya hizo la administración Bush, han atacado repetidamente a las Naciones Unidas y a sus aliados estadounidenses desde hace mucho tiempo por no apoyar su agenda unilateralista y la voluntad de Washington de violar la Carta de la ONU y otros principios legales internacionales", dijo Zunes.
El profesor emérito Ramesh Thakur, de la Escuela Crawford de Política Pública de la Universidad Nacional de Australia, en Canberra, dijo a IPS que, "como muchos estadounidenses", la mayoría de los países "cree que la causa del aumento de las tensiones en el Golfo es la decisión tonta de la administración Trump de retirarse unilateralmente del acuerdo nuclear, negociado multilateralmente, avalado por el Consejo de Seguridad y que Irán cumplió plenamente".
Esto hará que sea muy difícil para Estados Unidos obtener suficiente apoyo en la ONU para cualquier acción militar contra Irán, consideró.
Williams calibró, además, que parece que cuatro de cada cinco miembros del Consejo de Seguridad no tolerarán una acción sustancial contra Irán, lo que provocará una humillación instantánea para la administración Trump, "cuando despliegue su equipo diplomático patentemente mediocre en la ONU".
Debatir el tema podría permitir preguntas vergonzosas en el Consejo sobre la complicidad de Estados Unidos y Gran Bretaña en los crímenes de guerra en Yemen de los sauditas, que encabezan el respaldo militar al gobierno de Adén, señaló.
A mayor escala, argumentó Williams, Irán y los hutíes han demostrado que pueden causar un daño económico rápido a los sauditas y que hay pocas defensas efectivas contra ello.
Irónicamente, dado que Washington prohíbe que los iraníes vendan su petróleo en los mercados mundiales, cualquier contraataque en las refinerías iraníes será mucho menos efectivo, declaró Williams, antiguo presidente de la Asociación de Corresponsales de la ONU.
Cuando Estados Unidos invadió Iraq en 2003, Annan, entonces secretario general de la ONU, describió la invasión como "ilegal" porque no contaba con el respaldo previo del Consejo de Seguridad de 15 miembros, la única institución del organismo mundial con poder declarar la guerra y la paz.
Pero la administración de Bush fue tras Annan por impugnar la decisión de declarar unilateralmente la guerra contra Iraq, calificada como un ataque de un Estado miembro contra otro sin razón legalmente justificable.
Nunca se encontraron las armas de destrucción masiva, el principal argumento para la invasión.