Los dominicanos, deberíamos mirar con detenimiento, lo que está sucediendo política, social y económicamente en nuestro derredor geográfico.
Haití es un verdadero desastre. Puerto Rico, cuya situación fiscal venía deteriorándose por años, empeoró con la llegada a su territorio del huracán María.
Las estadísticas muestran que, por la emigración forzada, hay casi el doble de puertorriqueños en los Estados Unidos que los que quedan en la isla.
Cuba, apretada más y más por los Estados Unidos y sin la ayuda que le proporcionaba Venezuela, está en un estado de precariedad desesperante.
La situación de Venezuela podemos palparla en nuestro propio territorio. Miles de venezolanos han decidido emigrar hacia la República Dominicana, huyendo de la pobreza en la que se encuentra esa querida nación.
Las paupérrimas caravanas que salen de Honduras, Guatemala y El Salvador, hacia los Estados Unidos de América, nos dicen claramente hasta qué grado de desesperación han llegado esos centroamericanos para emprender un camino lleno solo de espejismos.
Colombia, no ha logrado conseguir la paz con una guerrilla que tiene mas de 50 años y miles de víctimas mortales.
Brasil, luego de situarse como la séptima economía del mundo, está pasando por una situación política, económica y de inseguridad no imaginada hace unos pocos años.
En Argentina, la situación es tan precaria, que el Episcopado de la Iglesia Católica, le envió un documento al presidente Mauricio Macri, para que declare la “Emergencia Alimentaria y Nutricional” en toda la nación. La cámara de diputados, a unanimidad, acaba de aprobar la ley.
El Perú, con mandatarios suicidándose, presos, exiliados, prófugos, comienza la semana con otro escándalo, donde el poder ejecutivo ha disuelto el congreso y el congreso a destituido al presidente.
En México, los carteles de la droga, con sus secuelas de crímenes y desapariciones, tienen en vilo, no solo a la población, sino también a los extranjeros que los visitan.
No queremos abrumarlos con tantas noticias tristes ni con ese sentimiento de desesperanzas que flota en nuestro hemisferio.
Pero, por suerte para nosotros, dentro de ese desierto de ardientes arenas, hay un gran oasis que se llama República Dominicana.
Que, a pesar de aquellos malos dominicanos, que se atreven a llevar a cabo las más inverosímiles de las acciones en contra de nuestro bienestar, con tal de llenar sus sacos de egolatrías, sigue manando agua de ese manantial de prosperidad que es nuestro país.
Este domingo 6 de octubre, cuando usted esté de frente a la pantalla de votación, antes de emitir su voto, piense en nuestros vecinos regionales y la decisión será muy sencilla.
Usted va a tener la opción de votar por volver al neoliberalismo, con un estado entregando sus riquezas y creando pobrezas a través de las privatizaciones, como sucedió con las empresas de CORDE, los ingenios azucareros, las minas de oro y los generadores eléctricos, o por un gobierno que ha hecho entender a nuestros industriales y empresarios, que el gobierno no es su rival sino todo lo contrario, su socio y su facilitador.
Y, por otro lado, les ha dado a los pequeños empresarios y campesinos, la ayuda financiera y técnica para que puedan desarrollarse y cortar, de una vez y para siempre, el cordón umbilical que los mantenía atados al ciclo de la pobreza.
En definitiva, usted va a votar para continuar con esta evidente bonanza y no arriesgarse a que, como dice la canción, todo se derrumbe.
Vote #1 en el recuadro con el rostro de Gonzalo Castillo.
¡Para que el progreso no se detenga!
Carlos McCoy
octubre 2019