El crecimiento del nivel de las aguas marinas en nuestras costas combinado con el derretimiento de los glaciales representa un serio desafío para la ciencia, que sigue advirtiendo sobre las grietas irreversibles del planeta.
El pánico se extiende en nuestro subconsciente presagiando que algo terrible habrá de ocurrirle a la humanidad ante tanta indiferencia y maltrato permanente al globo terráqueo.
Como se recordará fue todo un espectáculo el advenimiento del nuevo milenio precedido por celebraciones lujosas particularmente en naciones desarrolladas de occidente.
El Reino Unido hasta construyó una gigantesca “cúpula del milenio” en la localidad de Greenwich conmemorativa a la histórica fecha, sin embargo, el sabor amargo de la actual civilización es seguir contemplando un mundo cargado de desigualdades sociales; injusticias, explotaciones, exclusiones, guerras, atropellos, migraciones, enfermedades catastróficas, enfermedades, hambruna y la creación de una poderosísima estructura armamentista que tiene como la estrella más codiciada a los temibles y destructores misiles.
Un círculo de privilegiados países mayormente de los denominados del “primer mundo” son los propietarios absolutos de esas armas de destrucción masiva, invirtiendo para ello una fortuna suficiente como para llevar bienestar y calidad de vida a los 7 mil 545 millones de habitantes diseminados alrededor de la tierra.
Salimos del año 2000 y por consiguiente del siglo XX exhibiendo orgullosamente extraordinarios inventos como la creación y convertibilidad de la energía eléctrica de uso doméstico e industrial; el avión, la red de agua corriente y potable, la electrónica, la radio y la televisión, mecanización de la agricultura, industrialización del papel, los ordenadores, el teléfono, el aire acondicionado, la refrigeración y las computadoras, entre otras creaciones del ingenio humano.
No olvidemos que la electricidad ya había sido utilizada durante la Segunda Revolución Industrial, a finales del siglo 19, pero fue exactamente en las sociedades de consumo del siglo veinte cuando su implementación alcanzó su clímax tras expandirse y convertirse hoy en día en la máquina motora de la sociedad moderna.
En contraste con esos avances de la ciencia, del trabajo y creatividad humana la concentración de la riqueza ha levantado una sociedad inmensamente desigual. Millares de ciudadanos pasan hambre y no tienen techos; hogares sin servicio de agua potable e instalaciones sanitarias, niños que nacen y mueren desnutridos, destrucción del medio ambiente, las migraciones movilizan diariamente a millones de seres humanos que salen despavoridos de sus lugares de origen en busca de una mejor vida.
Grandes Retos
El primero de enero del 2001 se dio inicio al tercer milenio ya con casi veinte años a cuesta. El tiempo avanza inexorablemente trayendo consigo grandes retos que la comunidad científica mundial ha advertido podrían ser decisivos para la permanencia del ser humano en este planeta.
Además de los destrozos causados a la naturaleza hay que agregar la propia agresividad y violencia que caracteriza a la especie humana, la cual no tiene límites y se expande vertiginosamente hasta por naciones estereotipadas de civilizadas y desarrollas. En Francia, por ejemplo, disturbios callejeros contra la violencia policial y el racismo han teñido de sangre a Paris.
Un atacante con cuchillo acaba de matar a cuatro agentes en la sede de la Policía en la capital parisina. En la víspera, miles de policías se manifestaron en protestas por los bajos salarios, largas jornadas y aumento de los suicidios en sus filas.
En Estados Unidos frecuentemente hay disparos mortales en los centros educativos donde pistoleros arrancan las vidas de niños y adolescentes.
El fantasma de la violencia sigue expandiéndose por el mundo sin importar que se trate de una nación rica o pobre. Así como el propio ser humano destruye la naturaleza también la emprende contra su prójimo. ¿Es el calvario del final mundo?
Vicios Mortales
Las drogas y ahora el vapeo están fulminando las vidas de jóvenes convertidos tempranamente en guiñapos y en cadáveres. Sólo en EE.UU., casi una veinte de muchachos murió en los últimos días producto de esa peligrosa y terrible modalidad.
Los recientes incendios en la Amazonia de Brasil y en parques forestales de Bolivia han alarmado a la comunidad internacional que empieza a “preocuparse” por la deforestación que sigue expandiéndose vertiginosamente.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (0NU) debatió la dramática situación del cambio climático donde la estrella brillante fue la sueca Greta Thunberg, de 16 años de edad, quien formuló un dramático llamado al liderazgo mundial para preservar el planeta.
Greta, (nació en Suecia en 2003) es una estirpe del Tercer Milenio, que siente los rigores de un mundo contaminado y camino a la destrucción por la irracionalidad humana. Nos dejó en su intervención que mereció intensos aplausos de la concurrencia una expresión puntual: “Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia”.
¿Y qué de los Objetivos del Milenio?
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio también conocidos como Objetivos del Milenio (ODM) son ocho iniciativas puntuales de desarrollo humano orientado a disminuir la pobreza y la brecha de desigualdades prevalecientes.
En el 2000 un total de 189 países miembros de la ONU acordaron ese histórico compromiso que tenía como plazo de cumplimiento el 2015.
El Primer Objetivo: Erradicar la pobreza extrema y el hambre.
Segundo Objetivo: Lograr la enseñanza primaria universal.
Tercer Objetivo: Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.
Cuarto Objetivo: Reducir la mortalidad infantil.
Quinto Objetivo: Mejorar la salud materna.
Sexto Objetivo: Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.
Séptimo Objetivo: Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
Octavo Objetivo: Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
En el papel esos objetivos lucen hermosos y de un impacto solidario enorme, pero en la práctica ha sido simplemente una buena intención.
Todavía estamos lejos de alcanzar la equidad social y la propia FAO estableció en el 2012 que el hambre sigue siendo un flagelo que afecta a 852 millones de personas alrededor del mundo, especialmente en África y en naciones latinoamericanas.
Pero apuntaba además que en las naciones desarrolladas la desnutrición afecta a 16 millones de seres humanos. ¡Qué ironía!
Artículo de Manuel Díaz Aponte