Mucho se ha escrito sobre el Estado, desde Maquiavelo, que fue el primero en utilizar el término, siguiendo por Federico Engels en su célebre libro “La Familia, la Sociedad Privada y el Estado”, hasta Juan Bosch en su obra “El Estado, sus orígenes y desarrollo”.
“El Estado, dice Bosch, es un aparato permanente de poder público en cuyas estructuras se acumula el monopolio de la violencia de toda sociedad nacional, así sea sociedad grande o pequeña, poderosa o débil, rica o pobre”.
Y agrega: “la sustitución del aparato del Estado por uno diferente sólo puede ser llevado a cabo por una revolución victoriosa, y la revolución que no lo hace fracasa rápidamente porque no podría ejercer el poder político si el aparato del Estado no respondiera a sus órdenes…”
Engels le daba un carácter de clase al Estado, y apuntaba que no habría libertad mientras existiera ya que se trataba del predominio de una clase sobre otra, de la burguesía sobre los obreros y campesinos.
Desde su llegada al poder el Partido de la Liberación Dominicana, principalmente a partir del 2004 cuando regresa al gobierno, sin hacer una revolución, tomó por asalto al Estado convirtiéndolo en un aparato a su servicio, corrompiéndose a sí mismo y corrompiendo a todo el entorno social. Compró o corrompió a los partidos opositores, dividiéndolos o haciéndolos desaparecer; corrompió al Congreso y al sistema Judicial, al igual que una buena parte de la prensa, el llamado “Cuarto Poder”, convirtiéndose así en un partido hegemónico, casi único.
Repito, sin haber hecho una revolución que, como dice Bosch, cambiara el sistema económico, político y social. Al contrario, lo hizo a su medida, se entregó a los sectores más conservadores y atrasados políticamente, manteniendo al país en el subdesarrollo, pobre y endeudado.
Esa hegemonía, “ese monopolio de la violencia”, es lo que le ha permitido al PLD, tanto en los gobiernos del doctor Leonel Fernández como en los de Danilo Medina navegar sin mayores turbulencias por 20 años, mientras la llamada oposición pequeño burguesa, también conservadora y derechista, se encuentra de paseo en “Belén y los pastores”, amagando y no dando hablando en el silencio de los medios de comunicación, controlados en su mayoría por el Estado representado por Danilo Medina, un político mediocre, pero con actitudes dictatoriales.
Lo que pasó durante la convención abierta del PLD fue un verdadero desastre, crónica de un fraude anunciado, un matadero electoral, como ha pasado en todas las elecciones donde ese partido ha tenido el dominio del Estado. Pero esta vez “se le fue la mano”, se le vio el refajo más abajo de las rodillas. Todas las instituciones y sus funcionarios, descaradamente, sin ningún rubor ni pudor al servicio del candidato del temeroso presidente Medina. El dinero corrió a borbotones por las calles, carreteras, municipios y provincias. Nadie lo impidió, nadie dio un ejemplo…
Los inmorales funcionarios y sus malditos lacayos no le daban a la gente “500 pesos y un Pica-Pollo”, como en el pasado, ahora estaban regalando – ¡ay mis cuartos!- mil, dos mil, tres mil y hasta cinco mil pesos por persona. Los comedores económicos y el plan social de la presidencia y los demás estamentos oficiales estaban distribuyendo miles de raciones de alimentos, electrodomésticos, etc., asfaltando calles y callejones. Lo que no se hizo en ocho años.
Algo verdaderamente monstruoso fue lo que todos pudimos ver, menos la JCE que no dijo ni hizo nada para impedirlo o detenerlo. Y todo se hizo sin guardar las apariencias, sin disimular. Vimos un Mercado Persa o un mercado de pulgas electorales. Ese es el fraude, el Estado al servicio de un candidato, eso es lo que el pueblo dominicano tiene que evitar. Mientras el Estado siga siendo un factor en este país no se puede hablar de democracia, ni de elecciones libres.
Mientras el presidente controle las instituciones estatales, mientras los funcionarios puedan violar la Constitución y las leyes con toda impunidad, no habrá democracia, ni libertad para elegir y ser elegible. Que lo sepa la “oposición”: Lo que le hizo Danilo a Leonel se lo hará –con más determinación y recursos- a Luis Abinader y los demás candidatos. Porque ese hombre está dispuesto a no salir del gobierno para no verse luego en los tribunales, ni pedido en extradición.