Las primarias del pasado seis de octubre han recompuesto el mapa político de la nación en varios sentidos, en primer lugar, en lo referente a los partidos políticos, en segundo lugar, en lo referido a los líderes, y en tercer lugar, en lo referente al posicionamiento ideológico.
Ahora la nación tiene un nuevo polo político: la Fuerza del Pueblo (LFP), partido que capitaneado por el más experimentado de los políticos nacionales actuales, es desde ya una fuerza política a tomar en cuenta dada la cantidad de votos obtenidos por Leonel Fernández. No podemos referirnos, todavía, a la doctrina e ideología que acompañará a este nuevo partido, pero por boca de su líder, sabemos que será un partido con un contenido donde la ética y las buenas prácticas políticas serán su Norte, pues ha rechazado el que se trate de una aventura de alguien que solo persigue el poder por el poder como sus críticos han avanzado.
De entrada, el LFP, ha arrancado como un desprendimiento del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), es decir: que en lo que al partido de la Estrella Amarilla concierne, las primarias han sido una catástrofe, una experiencia negativa. Pero también, un proceso definitorio, pues desde hace un buen tiempo, los observadores de los mentideros políticos del patio venían sosteniendo que el PLD estaba fracturado de forma definitiva, por tanto, era cuestión de tiempo la salida de uno de los dos sectores en pugna. De modo que se espera que el PLD regrese a su posición de partido sectario y cerrado que fue hasta 1996 con escasas posibilidades electorales a no ser la ventaja que le otorga ser el partido en el poder.
El PLD ha quedado como un partido a recomponerse también, es decir tendrá que reinventarse, hacerse competitivo y determinar su nuevo rumbo, aunque también, puede persistir en las conductas que lo han resquebrajado, conductas que tienen que ver con su actual presidencialismo autoritario, que ha preferido unir su suerte a la de la oligarquía dominicana, un partido que ha hecho del endeudamiento externo su forma de gobierno, un partido que tiene un presidente cuyas ejecutorias, en el plano político, salidas de viva voz, es la exclusión, aun dentro de sus filas. Conducta que nada bueno augura para el país y para dicho partido, pues el partido político tiene por objeto aglutinar sectores nunca excluir. Esa mala práctica puede alejar a los aliados, crear incertidumbre a lo interno capaz de ocasionar la estampida en curso y provocar que los electores dejen de creer en la eficiencia de su liderazgo. Pero que era previsible, pues siempre capitaneó al sector más sectario de las huestes peledeistas.
Los líderes actuales del PLD son personas cuya praxis política está caracterizada, por la repelencia social, es decir por su falta de calado en el electorado. El propio Danilo Medina fue de difícil venta al elector, un sinnúmero de factores incluido el error de Leonel Fernández de no haber captado lo que había captado el profesor Bosch cuando en 1990 fue incapaz de escoger como compañero de boleta a un miembro del comité político, conducta que no fue improvisada sino concebida fríamente, pues en 1994, tampoco seleccionó a alguien del CP para que le acompañase, aun a sabiendas de que su salud era precaria y su biología avanzada. Por tanto, la ocurrencia de dar vigor a la entelequia llamada comité político constituyó quizás el peor error político cometido por Leonel.
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Esa gente nunca vio de buen grado la escogencia de Leonel, su resentimiento estuvo callado, era cuestión de capilla donde se trituraba a Leonel. Ahora han salido por fin del closet y manifiestan a viva voz su resentimiento hacía el hijo de Villa Juana.
El abanico político post primarias deja al país con cuatro líderes de centro derecha: Leonel, Abinader, Gonzalo y Guillermo Moreno. Esto es tres empresarios y un político profesional que además es un intelectual. En algunas naciones, los pueblos han rechazado líderes políticos profesionales por gerentes de políticas públicas; sin embargo, en el caso dominicano, es dudoso que esa experiencia sea repetida, pues con los reveses que está confrontando el neoliberalismo en la región, es difícil que el electorado quiera decidirse por caer al vacío, es probable que busque un experimentado capitán, un capitán con el aval de haber creado, en lo formal, el Estado Social y Democrático de Derecho, y, que por vía de consecuencia, se capaz de dotarlo de contenido, pues con el presidencialismo autoritario, este ha retrocedido entronizándose prácticas neoliberales junto a la demagogia política y el clientelismo, que han impedido, por ejemplo, crear cobertura universal de salud, empleos dignos, educación de calidad y justica prístina.
En cuanto al marco ideológico, los cambios en la región demandan un reacomodamiento ideológico donde la denominada eficiencia neoliberal ha quedado como cosa del pasado, por eso, más que un gerente, los pueblos están buscando alguien capaz de luchar por valores, capaz de consolidar la democracia, llevar a los corruptos a la cárceles y gobernar bajo el imperio de la justicia. Leonel, en su nuevo partido, habrá de definir esto, igual ocurre con los demás candidatos de centro derecha habrán de definir su postura sobre estos temas.
Una justicia que sea capaz de poner en práctica el carácter progresivo de los derechos sociales constitucionalmente definidos, pero que se encuentran al margen del discurso y de la praxis de los funcionarios públicos, en razón de que el presidencialismo autoritario, dada su alianza con la oligarquía, no es capaz de ponerlos en práctica porque su compromiso, es precisamente lo opuesto, pues debe contener antes que promover esos derechos. Prueba de ello, es la desaparición, en la práctica, del derecho de consumo, pues el Estado Regulador y con objetivos programáticos progresivos, ha desaparecido. La idea de crear una jurisdicción contenciosa administrativa en los términos de los artículos 164 y 165 de la Constitución ha sido desterrada. Es más, se dice que el edificio en construcción para albergar los tribunales especiales de dicha jurisdicción en la capital, será dedicado a asuntos muy alejados de este propósito. A pesar de que a comienzos del presente año se había dicho que iniciarían su operación.
Las altas cortes han sido tomadas por asalto por la tendencia oligárquica. Así, la Suprema Corte de Justicia, ha perdido solemnidad y el tribunal constitucional ha perdido el dinamismo inicial y su composición actual es conservadora, pues está compuesta por personeros al servicio de la oligarquía. Están los políticos tradicionalmente conservadores y políticos cuya modernidad oscila entre implementar políticas públicas neoliberales o dar contenido al Estado Social, los extremos de derecha e izquierda están ausentes, reina la centro derecha. DLH-28-10-2019