Si observamos los aumentos dramáticos de pobreza y carestía que producen ciertos cambios de gobierno en Latinoamérica, es una incógnita por descifrar qué podría suceder si les ocurriera lo mismo a millones y millones de personas en un país donde casi todos tienen armas de distintos calibres como en los Estados Unidos de América.
Este cuestionamiento nos viene cuando observamos los conflictos sociales y políticos que están protagonizando en los últimos años grandes naciones de nuestra América: Brasil ??, Argentina ??, Chile ??. Grandes por su extensión geográfica. Grandes por su potencial económico. Grandes porque trazan senderos para el resto de los que formamos una unidad cultural e histórica con un sueño de integración pendiente de hacer realidad.
El primer deber del ser humano es sobrevivir. Alimentarse. Cobijarse bajo un techo seguro. Protegerse con sus seres queridos. Con su familia. Trabajar en comunidad. Respetar las normas de la convivencia civilizada.
En los Estados Unidos ?? de América una sociedad debidamente estructurada ha garantizado la comida y el bienestar para centenares de millones de personas después del año 1945, cuando ese país emergió como potencia dominante tras la Segunda Guerra Mundial.
El poderío militar y el dominio del comercio internacional han permitido la estabilidad y el bienestar de los ciudadanos de los Estados Unidos ?? de América, que nunca han sido sometidos a un programa de austeridad del Fondo Monetario Internacional a pesar de que su país es el más endeudado de todos los Estados pertenecientes a la Organización de Naciones Unidas ??.
Por lo contrario, hasta el día de hoy y durante los decenios que han transcurrido desde 1945, una suerte muy distinta a la de los Estados Unidos ?? les ha tocado a millones de ciudadanos de Brasil ??, Argentina ?? y Chile ?? -antes precisamos que tomamos sólo la nuestra de tres de los grandes de nuestra América-.
Políticas económicas erradas, dirían los economistas liberales.
Les responderíamos que todas las fórmulas se han ensayado en patrias pequeñas y grandes de Latinoamérica, y las políticas liberales económicas al final sirvieron para producir un pasajero momento de bienestar seguido de grandes convulsiones sociales por la protesta de los marginados.
Es esa pobreza forzada y la violencia que desata por políticas económicas y planes de austeridad que nunca han aplicado de lo que los Estados de América ?? se han librado haciendo todo lo contrario de lo que imponen desde los organismos internacionales financieros donde tienen absoluto dominio.
Roma, domingo 10 de noviembre 2019