Al examinar el proceso, causa y efecto, o relación causal que condujo a la división del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el análisis sociopolítico de la crisis me trasladó hasta el famoso historiador francés, Pierre Pilar, quien, en su marcado interés por demostrar aspectos básicos del fenómeno que define a la cronología de un acontecimiento, escribió lo siguiente: “Hay que comprender el pasado para comprender el presente…, y comprender es imposible sin conocer”.
Durante mucho tiempo, prominentes y emblemáticas figuras del PLD, mantuvieron su voz de alerta sobre la imperiosa necesidad de preservar al Boschismo, como fuente inagotable para mantener cohesionado al partido e impedir que las apetencias particulares minaran su institucionalidad, pero sobre todo, porque si sucumbían los fundamentos que sustentaban a la organización, también perecería la memoria histórica del profesor Juan Bosch.
De manera incansable mediante diversas instancias, un importante segmento de dirigentes peledeistas conscientes de la grave crisis que se avecinaba, advirtieron acerca del peligroso camino que estaban tomando las contradicciones en los distintos estamentos del partido e invitaron al liderazgo político a unificar criterios con miras de preservar la mística boschista, la disciplina partidaria y los principios estatutarios que debían prevalecer como garantes de la unidad.
Sin embargo, la incesante lucha de intereses políticos por capitalizar resultados individuales, derivados del adocenamiento que se produce como consecuencia del dilatado ejercicio gubernamental de casi veinte años, terminó suplantando al decadente debate institucional de las ideas que otrora se desarrollaba en las altas instancias del PLD, y cuya agenda imponía un ambiente de cohabitación sustentado básicamente en el centralismo democrático.
En una época, luego de su implementación como teoría oficial del partido en el año 1987, hasta su desmembramiento sociosemántico en el año 2001, cuando los peledeistas optaron por transformarse en una estructura de masas, el Boschismo, se mantuvo como piedra angular de las doctrinas, los métodos y las posiciones que normaban la vida interna del PLD, mostrando a sus integrantes como un cuerpo cohesionado de manera homogénea en el ámbito filosófico, político, social, cultural, económico y ético.
El Boschismo, permitió analizar y comprender el sentido profundo de la política, separando sus partes para conocer sus características o cualidades, y luego, extraer conclusiones respecto a las decisiones que ayudarían a preservar el interés colectivo de la organización; asimismo, enseñó a su liderazgo interno a manejarse de manera distinta de los demás partidos del sistema en relación a lidiar con los conflictos internos sin destruir su esencia.
Empero, conscientes o inconscientemente, la llegada al poder del PLD, produjo profundas laceraciones a ese principio ideológico, relacionadas básicamente con la influencia proveniente de gobiernos que crearon grupos, permitieron desaciertos y, finalmente, asumieron al pragmatismo como teoría para entronizar a las practicas populistas derivadas del fenómeno de la globalización, utilizando al Estado, para ejercer dominio sobre el partido, doblegando voluntades, condicionando lealtades y terminar dañando a los tejidos institucionales de la organización.
Esa acumulación de factores causales que vulneraron a la matriz política del PLD, terminó destruyendo su mística anímica, generando desconfianza e indisposición al dialogo y al entendimiento, sustituyendo a los valores de compañerismo que existía entre sus miembros para asumir conductas del yoismo e incentivar un proceso de descomposición en su interrelación partidaria que acabó convirtiéndose en un aberrante culto a la personalidad, cuyos resultados significará la irreversible muerte del Boschismo.
El PLD, está literalmente dividido y su militancia atraviesa por momentos agobiantes de mucha confusión debido al vacío de liderazgo que ocasiona la crisis, y aunque algunos no quieran admitir que existe una dificultad porque prefieren acomodarse debajo del confort que brinda la culpa ajena, es cierto que mi partido se desangra, ideológica y políticamente…, y todos somos responsables –los de arriba y los de abajo–, porque no fuimos capaces de tomar al toro por los cuernos cuando todavía existían posibilidades de enderezar el rumbo.
Dicen algunos que las ideologías no mueren, pero las razones políticas que dieron sentido histórico al Boschismo, como teoría filosófica emanada del pensamiento del maestro, profesor Juan Bosch, desaparecerá del PLD, por falta de justificación deontológica para sustentar este principio como elemento esencial de su vida interna.
Mi querido don Juan, en el lugar donde te encuentras, sé que sufres y te lamentas al observar a tus hijos “aventajados” mancillando tu nombre, tu honra y tu memoria, destruyendo con sus acciones a tu principal obra política: el PLD, concebida con amor, dedicación y entrega, para servir al pueblo como el más noble instrumento de transformación social.
Escrito por:
Fitzgerald Tejada Martínez
El autor es dirigente del PLD.