La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró este miércoles a la Bachata como patrimonio inmaterial de la humanidad, durante una sesión celebrada del comité encargado celebrada en Colombia.
Hace unos dos años por iniciativa del embajador dominicano ante la UNESCO, José Antonio Rodríguez, se hizo la diligencia para la nominación del popular ritmo dominicano en la lista para que se considerada la bachata considerado como patrimonio de la humanidad.
El popular ritmo, que tiene en si su danza, se ha internacionalizado y ha logrado al igual que el merengue ser reconocido a nivel mundial.
Comunicado íntegro de la Unesco “Música y baile de la bachata dominicana”
La bachata dominicana es una expresión musical bailable, nacida de la fusión del ritmo del bolero con el de otros géneros musicales afroantillanos como el son cubano, el chachachá y el merengue.
Para el pueblo dominicano, la música y el baile de la bachata son expresiones culturales nativas siempre presentes en las celebraciones de las comunidades o en reuniones sociales. Por regla general, las letras de la bachata expresan sentimientos profundos y viscerales de amor, pasión y nostalgia.
Por regla general, las letras de la bachata expresan sentimientos profundos y viscerales de amor, pasión y nostalgia.
El vocablo “bachata” se supone que es de origen africano y en un principio no se usaba para designar un género musical específico, sino más bien una reunión o fiesta animada.
Para ser interpretada, la música de la bachata necesita tradicionalmente un pequeño grupo de músicos con una o dos guitarras –hoy en día, se utilizan mucho las eléctricas–, un contrabajo y un conjunto de instrumentos de percusión: bongos, maracas y güiro.
El ritmo musical de la bachata tiene un compás de cuatro tiempos y uno de los músicos es el que suele actuar como cantante principal.
La danza de la bachata es tan apasionada como su música. Basada en un ritmo de ocho compases, se baila en pareja con movimientos sensuales de las caderas. Este elemento del patrimonio vivo forma parte integrante de todas las celebraciones populares y tradicionales de la República Dominicana.
El baile se empieza a aprender espontáneamente por doquier desde la infancia, pero el país cuenta también con más de cien academias, estudios y escuelas dedicadas a transmitirlo a las nuevas generaciones.