Escuchar a Sócrates dialogar con sus discípulos sobre la vida organizada de la polis, es asistir al nacimiento de la politología porque este pensador, pensó la vida de la politeia con sus alumnos, como una construcción en la que debía participar cada ciudadano libre, experiencia que luego recogió su discípulo Platón en su compilación conocida como La Republica, pero será con Aristóteles que el pensamiento heleno alcanzará su mayor perfeccionamiento en materia de politología.
Este pensamiento basandose en la virtud como paradigma para llegar al bien común, presentará una confrontación que distinguirá la politología clásica de la moderna, cuando Nicolás Maquiavelo sustituyó el bien común por el arte dello Stato o razón de Estado, es decir: ahora la tarea u objeto de estudio de la politología, no consistirá en pesar la vida en común, en el bien común, ni en la organización de la polis, ahora la prioridad será crear para la polis un poder denominado por Hobbes, Leviatán y más adelante Estado por Maquiavelo.
Este estudio con base al método comparativo histórico, permitió descubrir, que existían reglas y leyes que históricamente definían principios exitosos en la conservación del poder, y otros bajo los cuales no se podía conservar ni de hacerlo fuerte porque se violarian leyes cardinales. El descubrimiento y dominio de esta metodología permitió a la politología salir del medievo y entrar a la modernidad. Como se comprenderá, atrás quedó la virtud aristotélica, es decir, la moral al igual que la religión, fueron obviadas para dar paso a la política a secas, a la política como ciencia, a la politología.
Por cuestiones muy particulares ligadas a la conformación de los Estados Unidos de América, el movimiento puritano que salió de la intolerante Inglaterra, buscó convertir su puritanismo con base en el Estado, es así como, al fundarse la nación de los yankees, se entiende que la misión del Estado es de nuevo la virtud aristotélica ahora llamada valores republicanos. Con ello los ideales políticos de Sócrates, Platón y Aristóteles, se encontraban de vuelta aunque bajo la denominación de institucionalismo.
Así, a lo largo de todo el siglo XIX, los hombres públicos, los administradores de los Estados Unidos de América, habrían de centrar su desempeño politológico, en conseguir el bien común de la nación. Esta visión se mantuvo hasta la primera mitad del siglo XX, pero para la segunda mitad de ese mismo siglo, aparece en el seno de la politología norteamericana un nuevo objeto de estudio: el conductismo o método por el cual la politología ya no se centraría solo en el bien común sino que buscaría, además, comprender el comportamiento político de los ciudadanos de manera principal en lo referente al voto, es decir, a la razón electoral que conduce al votante a votar de una determinada manera y por un candidato o partido en particular. El behaviorismo sostuvo que el objeto de estudio de la Ciencia Política no debería distanciarse de la observación y análisis del comportamiento de los individuos, puesto que este podría ser estudiado empíricamente.
De este objeto, se pasó al método de la elección racional o economicista del voto. Y, más adelante, la politología redescubrió al institucionalismo, esta vez convertido en políticas públicas como neo-constitucionalismo, permitiendo tasar o medir el desarrollo institucional de los órganos públicos conjunta y separadamente. Los partidarios del conductismo retomaron la iniciativa dando nacimiento al neo-conductismo.
Al mismo tiempo, aparece una corriente politológica continental que había nacido en Europa en el siglo XIX, pero que se afianza en el siglo XX, planteando críticas al institucionalismo por considerarla una corriente reformista y al conductismo por considerarlo un método individualista, los que en conjunto, pretenden garantizar la hegemonía de la clase dominante sobre las clases dominadas. Esta nueva corriente politológica es el denominado marxismo-leninismo.
Hacia la segunda mitad del siglo XX, es desarrollada la corriente politológica que tiene por objeto estudiar la politología desde el análisis sistémico que da lugar a explicaciones sistémicas parciales y conjuntas a partir de ambientes cerrados y ambientes abiertos.
Pronto se establece que tanto el neo-institucionalismo como el neo-conductismo, son capaces solo de explicar situaciones sistémicas a partir del sistema existente. Es decir, no se plantean rupturas sistémicas sino perfeccionamiento sistémico, el cual, se dice, es siempre perfectible. Es decir, sin plantear soluciones a aquellos que se plantean, sin ambages, el cambio sistémico de forma radical, lo que da nacimiento a la teoría de la crítica y del conflicto.
Esta situación hace aparecer dentro de los estudios politológicos al neo-marxismo o post-marxismo. De modo que la politología no posee una única perspectiva u objeto de estudio sino diferentes objetos de estudios los cuales han de asumirse en función de la receta que el politólogo entienda más adecuada para la coyuntura política sobre la cual se vaya a implementar una metodología con el propósito de asumir un objeto de estudio politológico específico. Sin que, como decía Sartori, las cifras superen el pensar.
Así, dos tendencias luchan por escoger un objeto de estudio único: la que busca reformas dentro del sistema político y la que se plantea una ruptura sistémica. La primera ha convertido el objeto de estudio de la politología en un sistema numérico, es decir, se persigue que las matemáticas a partir de mediciones o encuestas descubran tendencias modélicas dentro del sistema y otra que, a partir de la visión de que la politología tiene por objeto un debate de ideas políticas sobre la pertinencia o no de determinadas políticas públicas y la necesidad de una transformación que conlleve el cambio sistémico, busca transformarlo. La primera se inscribe dentro de la ideología neoliberal; mientras que la segunda, está dentro del campo de los que entienden que, el Estado Social y Democrático de Derecho, es la forma de Estado no superada.
El concepto “Estado” pasó a ocupar el tiempo de los politólogos, debido a particularidades de la Italia medieval que se encontraba fragmentada y requería ser unificada, por lo que los politólogos de entonces entendieron que la mejor manera de lograrlo era convertir el Estado en el objeto de estudio de la politología, debido a la exposición de leyes descubiertas que favorecían la acción política de aquel momento histórico, pero dado que no solo Italia padecía este problema, Hegel hará lo propio en Alemania y, simultáneamente, Latinoamérica priorizaría la fundación de Estados frente a la instauración de la libertad. De modo que el Estado consume toda la modernidad de la mayor parte de los pensadores modernos.
Es con la entrada a la contemporaneidad que dicho objeto de estudio empezará a ser cuestionado o, mejor dicho superado. República Dominicana está en el grupo de países que no han podido superar el estudio del Estado ni del poder, en tantos objetos de estudio de la politología. Hay matices que deben ser destacados, por ejemplo, a partir de los años sesenta del siglo XX, la democracia empieza a ocupar un lugar principal, cuyo mayor aporte es la obra “Crisis de la democracia de América en la República Dominicana” del profesor Juan Bosch. Donde se prioriza la democracia.
En los años setenta del mismo siglo, la politología criolla se ocupó -desde la academia como desde la política práctica-, del estudio de las ideologías en tanto objeto de la politología desde una perspectiva marxista. En los años ochenta de aquel siglo, la ingeniería electoral (Julio Brea Franco), pasa a ser una prioridad con base al método de la estadística como método del comportamiento político o conductismo; en los años noventa, hace su entrada el análisis de encuestas, objeto de estudios cuya influencia es todavía importante por no decir determinante, la estadística y el análisis del discurso se hacen esenciales. Esto ha producido la confusión reinante puesto que se discute, si esto, es función de politólogos, de sociólogos o de mercadologos.
Sin embargo, de ordinario se atribuye a los politólogos mayor rigor en el análisis de estos instrumentos de medición. Esto ha llevado a algunos hablar de la supuesta carencia de objeto en la politología motivados también, en la llamada crisis de las ideologías sin detenerse a pensar en que los números no son más que el mecanismo empleado por los neoliberales para desarticular los movimientos sociales, pero dado que ahora es el neoliberalismo el que está fuertemente desahuciado, es menester comprender que la politología está de nuevo de moda como ideas políticas. Lamentablemente, debido al fracaso de los profesionales de las ciencias sociales antes citados, quienes fueron los que asumieron con mayor empeño el punto de vista neoliberal, se habla de crisis.
Entrada la primera década de dos mil, las políticas públicas, se convierten en un novedoso objeto de estudio de los politólogos sin que se haya agotado dicho proceso, pues nunca se ha profundizado suficientemente en ello.
En cambio, la segunda década de dos mil, es la década donde, existiendo condiciones para que se hable de institucionalidad como prioridad de los estudios politológicos, todavía no se ha decidido tal objetivo. Este nuevo objeto de estudio presenta como primer reto multiplicar los politólogos hasta que puedan diseñar y poner en práctica políticas públicas en el plano de los gobiernos municipales, los órganos especializados del Estado y de sus poderes públicos, es decir, frente a la Administración pública o gobierno desde lo general a lo particular y viceversa.
Pero el déficits de politólogos ha impedido que esto pueda lograrse. Al parecer, la forma de conjurar este déficits, es interesando a los abogados en el estudio de la politología. Lo que implica que el método institucionalista dentro del estudio politológico, tiene prioridad sobre otros métodos sin que esto implique descartarlos. Sigue siendo variable constante del objeto de estudio politológico en la República Dominicana, es el análisis de objetivos programáticos constitucionales o de agendas políticas que se convierten en directrices que pautan el estudio politológico con miras a dar respuesta a los temas que la sociedad convierte paradigmas de debate como si de una democracia deliberativa se tratara, teniendo tres escenarios básicos: la academia, el degastado sistema de partidos y la opinión pública.
En otra ocasión, podríamos referirnos a los aportes propios de Latinoamérica en politología como a los populismos que son otros fenómenos que ocupan el tiempo del politólogo de ambos lados de las orillas del Atlántico. Giovanni Sartori, lo mismo que Francis Fukuyama erraron al suponer que la ciencia política se encuentra en crisis. A lo sumo, puede estarlo el método del mainstream. DLH-21-12-2019