La obra, que restablece un destino turístico en la Ciudad Colonial, fue desarrollada por 37 profesionales dominicanos y 3 autoridades internacionales españolas.
Tras el ceremonial oficial de su restauración, la Iglesia Santa Bárbara, queda ahora su perfil como destino turístico que suma atractivos a la Ciudad Colonial por toda la historia, arte y cultural que ofrece como templo y centro comunitario, en una respuesta a la trayectoria de infortunios y hechos catastróficos que marcaron su pasado y que incluyo dos destrucciones por terremotos y su incendio por parte de los corsarios de renombre. La restauración rescata su esplendor y sus valores históricos y artísticos que ahora estrenaran su función de templo, galería de arte y museo patrio.
En los medios del periodismo turístico, ya se sabe que agencias de viaje, hoteles y los tour-operadores han iniciado el proceso de incluir la Iglesia, como parte del recorrido de los turistas y, con seguridad, escuelas y colegios, organizaran recorridos educativos, conformando el perfil de un nuevo destino instructivo y artístico.
Con la restauración, se benefician: la Iglesia Católica, que había reclamado su rescate, la comunidad de la parte colonial de la Ciudad y el turismo que habrá de incluirle en su oferta de novedades y primicias.
Las obras de restauración fueron dispuestas en 2017 por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, e iniciadas el 3 de enero de 2018, encargadas a Juan Gilberto Núñez, presidente de la Fundación Luces y Sombras, quien coordinó un amplio grupo de 40 profesionales y técnicos nacionales y extranjeros para alcanzar la meta: rescatar este segundo templo católico del Santo Domingo colonial.
La historia
La iglesia de Santa Bárbara, emplazada junto al Fuerte de Santa Bárbara, en lo que es el norte de la Ciudad Colonial y frente a la ría del Ozama, puerto del primer Virreinato de América, fue la primera parroquia del llamado Nuevo Mundo, antecedida únicamente por la Basílica Santa María la menor, que hoy conocemos como la Catedral de Santo Domingo. Primero fue parroquia, porque la zona del puerto y de la Atarazana eran la parte más importante de la ciudad.
Desde su fundación, dispuesta por la Orden Franciscana en 1540, todo paso inicial fue dado con el pie izquierdo: a los 31 años de su erección, en 1571 cuando fue totalmente destruida su estructura de argamasa y piedras de cantera por un terremoto, consignan los historiadores del periodo colonial, quienes atestiguan que la mala racha del templo siguió cuando 16 años más tarde, fue incendiada por órdenes del pirata ingles invasor Sir Francis Dake, por lo que, pasada la invasión del corsario británico, se volvió a levantar, pero nueva vez fue devastada por otros dos terremotos, uno en 1673 y otro en 1684. La restauración de que ha sido objeto, se espera que sea la reconversión de todos los acontecimientos que la han destruido y afectado desde sus inicios.
La iglesia presenta un estilo español colonial, con detalles en barroco, dos torres flaqueando su frente, arcos en ladrillo, vitrales y campanario centenarios, ocho capillas con diseños de épocas diferentes. decoradas con semiesferas de piedra, que bordean sus arcos y las ventanas, detalla el informe de las obras de restauración.
Aquí fue bautizado el patricio Juan Pablo Duarte, nacido el 26 de enero de 1813 y sometido a las aguas bautismales el l 4 de febrero de 1813, hijo de los esposos Juan José Duarte y Manuela Diez, residentes en la calle del Comercio, hoy Isabel La Católica, en la ciudad colonial de Santo Domingo. La pila bautismal aún se conserva esta entre el mobiliario eclesiástico en la actualidad.
La iglesia estaba cerrada desde 2009 y camino a ser una ruina, sufriendo vandalismo y espacio para delincuentes y practicas inadecuadas para el tipo de templo que era, tenía filtraciones, grietas, y un avanzado estado de deterioro estructural, relata Juan Gilberto Núñez en su informe general de restauración.
El equipo de trabajo
Juan Gilberto Núñez, director general de la restauración, identificó al equipo que hizo esta restauración de Santa Bárbara. En total 37 profesionales dominicanos (desde ingenieros estructurales, antropólogos y arquitectos, hasta restauradores, diseñadores y artistas plásticos), apoyados por tres autoridades españolas en restauración.
El trabajo fue asesorado por los arquitectos Omar Rancier, Teódulo Blanchard y Eugenio Pérez Montas y desarrollada por José del Monte, Ruth Cordero, Massiel Amparo, Leiny Karina Acosta y Joaquín Pimentel, la diseñadora Ivanna Rivera y los ingenieros Edwin Reyes, Freddy Quezada, Ana Valdez y Yesenia Mejía, además de los artistas Dionisio Blanco, Henry Santana, Melanio Guzmán, Ramón Sandoval, Joel Puello, Héctor Lizardo, Hungría Sánchez, Rafael Rodríguez, Genri Valentín; los vitralistas encabezados por la arquitecta Griselda Guzmán; el maestro restaurador artesano Modesto López, y el arqueólogo Francisco Coste.
También participaron del trabajo del día a día los artistas y técnicos: Nino Ozoria, Julio Jiménez, Patricia Álvarez, María de Moya, Manuel Peynado, Enrique Peynado padre y Enrique Peynado hijo, Desirée Cepeda, Adela Rodríguez y Milagros Cabral. Rosanna Rivera una, una de las principales voces que activó las voluntades para que todo el empeño fuera posible y el contacto cotidiano con la iglesia católica, además del Monseñor Ozoria, se produjo con el padre Nelkys Acevedo. Internacionalmente, asesoraron, el arquitecto Francisco Jurado Jiménez, el arqueólogo Ildefonso Ramírez González y el ingeniero arquitecto Aníbal Calvo, todos españoles especializados en conservación y restauración de monumentos de la colonia.
Lo que se encontró
El espacio de la Iglesia había sido por años un vertedero que demando sacar desperdicios sólidos por medio de mil 200 viajes de camiones durante los meses de enero, febrero marzo de 2018.
Estructuralmente, había que enfrentar una inclinación hacia la izquierda del tempo por fallas en la base, se colocaron hace 40 años “provisionalmente”, pies de amigo de hierro y tensores de acero, para evitar que colapsara y se desplomara, pero esta intervención se hizo eterna y, producto de que no fueron retirados a tiempo, se afecto mas la estructura.
La iglesia cuenta ofrece ahora un ambiente seguro con vigilancia las 24 horas y con una verja perimetral para resguardar y proteger a todos los que vengan a disfrutar de este magnífico espacio.
La restauración de la obra incluyó:
• consolidación de los muros y arcos
• recuperación de las bóvedas
• sustitución, por primera vez, de las piezas dañadas de la techadura de ladrillos por ladrillos para mantener la misma imagen
• limpieza de los muros, contaminados y afectados por la patología por goteo y microaspersión
• diseño y construcción de una plaza con capacidad de 2,500 personas, diseño
• construcción de un anfiteatro en la parte norte de la iglesia, exterior, con capacidad de 600 personas sentadas en gradas
• diseño y construcción del jardín del fuerte con capacidad para 400 personas y restauración del tramo de la muralla del entorno de la Iglesia.