Bajo el Estado Social y democrático de Derecho, la pregunta, ¿para qué sirve un partido político?, cabe responderla en el sentido de cumplir con el objeto que le ordena el artículo 216 de la carta magna. Esto es: Servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad dominicana, garantizar la participación de los ciudadanos en los procesos políticos que contribuyan al fortalecimiento de la democracia, contribuir, en igualdad de condiciones a la formación y manifestación de la voluntad ciudadana, respetando el pluralismo político mediante la propuesta de candidaturas a los cargos de elección popular. Los fines anteriores deben realizarse con respeto a la democracia interna.
Servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad dominicana, son finalidades que el partido de gobierno no puede exhibir en 2019, pues la brutal política de endeudamiento externo que ha seguido hasta el último día de la legislatura del Congreso Nacional, más bien dice que se ha hecho lo opuesto. Dicha actuación transgrede marcadamente el bienestar colectivo porque varias generaciones de dominicanos (y las que están por venir) ya han sido endeudadas. No puede haber desarrollo integral en esas condiciones. De manera que el partido de gobierno ha tenido un pésimo desempeño en estas materias.
Por otra parte, tampoco ha podido, el partido en el gobierno, garantizar la participación de los ciudadanos en los procesos políticos que contribuyen al fortalecimiento de la democracia, la implosión que ha sufrido dice todo lo contrario, esto es: que debido a la ausencia de democracia interna y al uso brutal de los bienes públicos para fines grupales, la facción predominante del partido en el poder ha logrado imponerse violando la Constitución de la república y los estatutos del partido. Al grado de que una escisión se ha operado. Es decir, la democracia es al interior del PLD es un mito, por tanto, no garantiza la participación de los ciudadanos en los procesos políticos más que con sujeción a intereses de facción, no hay igualdad de condiciones, el uso y el abuso de los recursos del Estado son los que determinan quien o quienes pueden acceder a una posición electiva o a un nombramiento en el gobierno. Por tanto, la voluntad ciudadana se encuentra secuestrada y la democracia interna brilla por su ausencia. La democracia en formación que caracteriza a la democracia dominicana, se encuentra en manos de dirigentes antidemocracraticos. Lo que implica que el desempeño del partido en el gobierno ha sido contrario a lo que establece la Constitución. Dicho partido es más bien una facción en el sentido técnico-peyorativo del término.
Se observa, en casi toda Latinoamérica, que los partidos políticos en el poder, ya no asumen la función de integradores de los objetivos constitucionales ni de sus estatutos ni sus ofertas a los votantes sino que se limitan a cumplir las órdenes extra territoriales que le dan los centros de poderes mundiales, es decir el transnacionalismo. Esta nueva función ocupa su tiempo y solo les queda margen para en alianzas con esos poderes, corromperse; la corrupción es el segundo gran objeto siempre que ella no ponga en peligro los intereses del transnacionalismo. Para esto basta con que por medio de una agresiva política de comunicación política, se convenza a la opinión pública de qué #todo marcha bien”. Así, las declaraciones del presidente en funciones del PLD, ingeniero Temo Montas, revelan hasta qué grado la facción que representa ha dejado de ser un partido político para convertirse en una facción cuyo único objeto es la tarea que le asignan las multinacional y demás centros del poder neoliberal.
Otro tema que llama la atención, es el comportamiento antes señalado en un año electoral. Tradicionalmente, el partido de gobierno es el encargado de hacer una distribución racional de los recursos del país, se decía entonces que el presidente de la Republica, no es solo presidente del partido en el poder sino de todos los dominicanos; sin embargo, se observa, que los siempre escasos recursos del Estado solo llegan a los favoritos de la facción dominante. Incluso con descaro, pues algunos personeros que siempre han sido, contrarios al partido en el poder desplazan de posiciones públicas a dirigentes de toda una vida de militancia o que han prestado grandes servicios al partido y, de buenas a primeras, son sustituidos por tránsfugas de ocasión o por los que siempre medran en el poder.
Este comportamiento está dentro de las peores prácticas democráticas que exhibe el partido en el poder, en el año que ahora concluye. De modo que sería difícil vaticinar que en esas condiciones ese partido pueda sostenerse en el poder, pues la racional asignación de los recursos es quizás la prenda de mayor eficacia para determinar quien sigue o no en el poder. Nada como la distribución racional de los recursos para legitimar el poder, nada peor para un partido en el gobierno que el emplear inadecuadamente sus recursos. La iniquidad no genera votos.
Sí, por un buen tiempo, la oposición política no fue capaz de articular un discurso para convencer al electorado de que el partido de gobierno no estaba cumpliendo los objetivos programáticos de la constitución, la realidad es que el tema de los recursos (humanos y materiales), es el peor desliz o la mayor ventaja, dependiendo de cómo sean utilizados.
Añádase el hastió de más de dos periodos en el poder, y se tendrá combustible suficiente para un gran incendio dentro del predio gubernamental. La pregunta es ¿si queda tiempo para corregir tal desbordamiento? La historia de los partidos de gobierno (donde se celebran elecciones limpias) es de que no se sostienen en el poder donde son amañadas la crisis de gobernabilidad asoma. De modo que tenemos aquí otro error, pues sin credibilidad tampoco se sostiene un régimen de gobierno, aun estemos en el más atrasado de los países con diseños democráticos. Engañar a un miembro de la capilla no es un indicador de que se pueda estafar a un sistema de partidos ni a la sociedad donde estos interantuan.DLH-30-12-2019