Fuiste un gladiador de verbo sereno y de carácter apacible.
Tus crónicas de variopintas motivaciones permanecerán por siempre como testimonios fieles de una inmensa sensibilidad humana y un invariable compromiso social.
Ellas, nos retratan de cuerpo entero al Renaldo Bodden de la humildad, la amistad sincera y la persistencia en el trabajo tesonero y constante.
De ti, recordaremos que la prudencia es el instrumento ideal para expresar verdades sin abrir heridas y atropellar dignidades humanas.
Tus múltiples y variados relatos, con la brillantez de un estilo llano sin dejar de exhibir un contenido edificante, son evidencias genuinas de cátedras que enriquecen los anales del quehacer deportivo nacional.
Fuiste un sabio maestro para con pocas palabras y sin necesidad de poses doctorales enseñar que todo problema tiene una solución, armonizando siempre.
Demostraste que existir alejado de las esclavizantes diatribas y el chisme destructor del pensamiento positivo es una de las mejores maneras para vivir a plenitud en paz y lograr descansar en la morada eterna del Divino Creador, en un lugar privilegiado.
Tu dolorosa partida del mundo de los mortales, además de dar paso a un hueco innegable en la crónica diaria del submundo deportivo dominicano, deja como huellas imperecederas tu indomable y ejemplarizante compromiso periodístico bajo el mandato de siempre escribir y publicar, sin cortapisas, lo que creías y pensabas, cotidianamente, sin temor ni rencor.
Gracias Renaldo, el siempre apacible y sonriente Bodden, por reiterarnos con tus palabras y tu afable comportamiento que “el bien no hace bulla y la bulla, no siempre hace bien”.
Descansa en paz…