Danilo Medina se ha erigido en el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, sustentando política y económicamente a los aspirantes a alcaldes y regidores de todo el país.
Como en las “visitas sorpresas”, que sustituye al Estado para convertirse en un mesías que todo lo puede, porque todo lo da, sin ser de su propiedad, es también el candidato a todos los cargos de elección popular.
Gonzalo Castillo no es, en los hechos, el candidato presidencial, es Danilo, quien desea, otra vez, tener su Congreso y sus alcaldías, para seguir controlándolo todo y permitiendo, como ahora, que la corrupción y la impunidad, sean los principales elementos a resaltar de su gestión como mandatario de esta ¡República Bananera”, donde “na e na” y “to e to” porque no hay consecuencias para los delincuentes que se roban el 4% del Producto Interno Bruto todos los años impidiendo el desarrollo nacional.
El presidente es el titiritero, es decir, el que maneja los hilos de los títeres a su servicio, que no dicen nada, ni hacen nada sin la orden expresa de su comandante en jefe.
El periódico El Caribe lo describió a la perfección en una de sus caricaturas: Danilo aparece haciendo el papel de ventrílocuo con Gonzalo sentado en su pierna diciendo: “… lo bueno del voto automático es que uno gana automáticamente”. ¡Genial!
En un encuentro con dirigentes de las provincias del Norte del país, Danilo lucía envalentonado, aguerrido, avasallador, contradiciendo todos los pronósticos de las principales empresas encuestadoras que dan a la oposición encabezada por el Partido Revolucionario Moderno como ganadora de las elecciones tanto municipales como congresuales y presidenciales.
En todos los escenarios posibles la oposición gana los comicios, dicen las firmas de sondeo político más prestigiosas. Pero Danilo dice que no, que es mentira, que su partido no tiene manera de perder, que esa posibilidad no existe. (¿Para qué hacer elecciones entonces si ya todo está decidido?
Y para garantizar su victoria, ya dispuso que 64 mil militares, o sea, las Fuerzas Armadas, con armas automáticas, como en una guerra, sean los garantes de su triunfo. Habría que agregarle los fiscales electorales que también estarán a su servicio, sin contar con las tres mil y tantas bocinas ubicadas estratégicamente, como los guardias, en los medios de comunicación para generar una corriente de opinión pública ensordecedora que minimice cualquier denuncia.
La compra de cédulas es cosa del pasado, dijo el presidente, en un acto de cinismo único, pues todos vimos en las fraudulentas primarias del PLD como los mercaderes del gobierno compraban el documento de identificación en las calles de manera pública y descarada sin que ninguna autoridad lo impidiera. Participación Ciudadana en su informe dice que la compra fue masiva en más de un 30%. El jefe de Estado dijo además, que durante las elecciones donde logró reelegirse, envió a varios funcionarios a la Junta Central Electoral para obligar a Roberto Rosario, entonces presidente de ese organismo, para que emitiera el primer boletín que le asignó más de un 60% con el que final y coincidenciamente “ganó”.
Danilo no está dispuesto a perder. Hará cualquier cosa para impedir una aplastante derrota, por las consecuencias que tendrá para el PLD, para el grupo que lo acompaña y para él mismo.
¿Quién dijo miedo? ¡Yo!
¿Y la JCE qué dice? ¿Qué hace?
Perdonen que insista, pero, ¿y la oposición, qué dice? ¿Qué hace para impedir otro matadero electoral?