Por Ángel Belisario/ Santo Domingo, RD.- Este 16 de febrero el pueblo dominicano acude a las urnas a cumplir un deber cívico y a ejercer a su vez un derecho ciudadano consagrados ambos en la Constitución de la República.
Las elecciones municipales de mañana domingo tienen dos características muy sui géneris:
1. Se vive una complicidad y sentimiento colectivos (en público y en privado) sobre la necesidad que tiene este pueblo de castigar con su voto al oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD), similar a lo ocurrido en el proceso comicial general de 1978 contra la semi-dictadura de los 12 años de gobiernos de Joaquín Balaguer.
2. Para el Presidente Danilo Medina y su impopular manera de gobernar, estas elecciones vienen a constituir más bien una especie de pausa "esperanzadora a través de la cual procura algo de oxígeno para poder respirar" frente al clamor popular de cambio de rumbo.
Sobre el voto de castigo es evidente que el mapa geográfico municipal morado a partir de este domingo no seguirá siendo el mismo y son muy altas las probabilidades de que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y organizaciones aliadas ganen entre el 65 y el 70 por ciento de las alcaldías.
Entre esas alcaldías no hay dudas de que en el Municipio Santo Domingo Este el triunfo electoral de Manuel Jiménez es el augurio a materializarse cual parto de una madre cuyo hijo es esperado con clamor y amor por sus progenitores, por la familia y los amigos, los vecinos y sus conciudadanos.
Con Manuel Jiménez en Santo Domingo Este hay una especie de deuda social, de compromiso con un hombre pueblo, con un líder comunitario y abogado por demás cuya capacidad para lidiar muy de cerca con la gente lo colocan con un 58 por ciento en las simpatías del electorado, frente a un 35% de su contendor.
No hay razones en el panorama político nacional que hagan variar la decisión a la que se aproxima el pueblo, salvo los abusos de Poder, repartos de recursos del Estado y quién sabe cuál otra diablura tecnológica que bajo ningún concepto debe permitirse.
Sobre la necesidad de oxígeno o de sobrevivencia que tiene el Presidente Medina en este proceso, de cara a las presidenciales y congresuales de mayo, en modo alguno debe figurar de manera mal habida la candidatura a la Alcaldía de Santo Domingo Este, como tampoco el Distrito Nacional o ninguna otra municipalidad, pues es necesario insistir y advertir que el pueblo dominicano no va a permitir manipulación ni alteración del proceso.
En el caso de Santo Domingo Este, el Presidente Medina hace meses que parece perdió la perspectiva y el sentido de la historia para los gobernantes, pues no respetó el contrapeso de poderes y como gravedad mayor violentó la solemnidad de una sentencia del Tribunal Constitucional (dispositivo 61/19 portal web-TC) mediante la cual confirma la decisión de la tercera sala del Tribunal Superior Administrativo que ordena la paralización de los trabajos de construcción de una terminal de autobús en los terrenos del Parque del Este del citado municipio.
Esta semana era necesario que el jefe del Estado se convirtiera en un líder razonable y que se dirigiera al país para refutar, condenar y sancionar administrativamente a los funcionarios Iris Guaba y Marino Collante por abuso de autoridad, amenazas y extorsión.
Frente a las evidentes denuncias de irregularidades preelectorales, compra de cédulas de identidad, repartos de prebendas con recursos del Estado y los abusos de Poder, el empresariado nacional, las iglesias, las embajadas y entidades de la sociedad civil deberían llamar al Presidente Medina para que ponga fin desde ya a una práctica que lacera el juego electoral limpio y que de por sí debilita aún más la frágil institucionalidad.
El inevitable triunfo de Manuel Jiménez en Santo Domingo Este, sobre el cual no se admiten dudas, puede constituirse en el necesario respeto a la voluntad libérrima del electorado expresada en las urnas, pero también en la gota que derrame el vaso.
En un país que años atrás tenía en la venta del azúcar su principal dependencia económica y proveniente de un ingenio azucarero, entendí desde pequeño que con un simple palo de fósforo o con la colilla de un cigarrillo sobre el cojollo de la caña se podía incendiar hasta de forma involuntaria todo un campo de plantaciones.
Eso tiene de similar a las redes sociales, que con tan solo el envío de un tuit y retuiteo colectivo evidenciando los abusos oficialistas, el pueblo también se puede encender y que las cosas se les salgan de las manos a alguien que de todas maneras va a salir del Poder y parece temerle a su propio miedo pero que al parecer no tiene sentido de la historia ni de la necesidad de preservar la estabilidad democrática del país.