Con las alforjas cargadas de esperanzas, regresó a su país, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, en funciones de presidente interino reconocido por más de cincuenta países, Juan Guaidó, quien es también el lider de la oposición al oprobioso régimen de Nicolás Maduro.
Burlando un impedimento de salida impuesto por la dictadura, agotó un segundo periplo internacional que inició el 9 de enero en Colombia, para participar en una cumbre antiterrorismo y ser recibido de nuevo por el presidente Duque; que continuó por Europa dónde participó en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza; Visitó Alemania donde fue recibido por la primera ministra, Angela Merkel; Londres, recibido por Boris Johnson; y París donde lo recibió el presidente Emmanuel Macron.
Único gobierno que no le recibió en la condición que le reconoce, presidente interino de Venezuela, fue el de España, y su presidente, Pedro Sánchez, ha pagado las consecuencias en imagen y toreando la crisis interna que tal desplante le ha desatado.
En Norteamérica, Guaidó fue recibido por el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y en Estados Unidos, además de ser recibido por Donald Trump, su presencia en el discurso de rendición de cuentas del mandatario estadounidense se convirtió en la mención más aplaudida e unificadora de demócratas y republicanos
“Venezuela: ya estamos en Caracas. Traigo el compromiso del mundo libre, dispuesto a ayudarnos a recuperar la democracia y la libertad”, proclamó a su llegada.
El chavismo, que no lo iba a esperar con flores, pero a sabiendas de que no le podían hacer cosas mayores, propiciaron que colectivos chavistas fueran al aeropuerto de Maiquetía a vociferar en su contra y a lanzarles objetos que no produjeran consecuencias fatales.
Con todo y eso, la verdad era que regresaba de nuevo con energías renovadas y voluntad de lucha contra la dictadura, y algo había que hacer para demostrar que la usurpación se mantiene, de ahí el apresamiento al tío que le acompañaba y la peregrina acusación que portaba explosivos, infundio categóricamente desmentido por la línea aérea TAP y por el gobierno de Portugal, que aseguran que desde ese país es imposible viajar con explosivos porque los sistemas de seguridad lo detectan.
A más de un año de su proclamación como presidente interino, Juan Guaidó no ha alcanzado el éxito de los objetivos que se trazó: fin de la usurpación, elecciones creíbles y conjuración de la crisis humanitaria, porque factores geopolíticos ajenos a la suerte venezolana, lo han impedido.
Pero Juan Guaidó tiene el mérito de mantener viva la esperanza de cambio, y su lucha perseverante, caracterizada por protesta pacífica, lo asemeja a la figura de Mahatma Gandhi.
No sólo es el político más joven que haya llegado a la presidencia de la Asamblea Nacional de Venezuela, sino además, el de más prestigio y apoyo internacional, cosas con la que no se lleva pan a las mesas de los venezolanos que son víctimas de la crisis humanitaria, pero les comunica la certeza de un pronto amanecer.
China y Rusia, que son las naciones que aún mantienen en pie la dictadura de Maduro, deberían abrirse a la posibilidad de que los venezolanos encuentren de nuevo las sendas del porvenir, que no sigan languideciendo en la desesperanza.
Son ellos los responsables porque el tercer país que es Cuba, ya no puede ni consigo misma, con varios meses en que los cubanos no tienen ni siquiera productos para la higiene personal.
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