Nuestra nación atraviesa una situación política muy especial. Después de la suspensión de la elecciones municipales del pasado domingo, hay mucha tensión y mucha incertidumbre. En estos momentos de crisis, es que debemos asumir de Jesús la mejor forma para actuar y enfrentar la situación.
El pleno de la JCE ha reconocido su error y ha pedido excusas. Los miembros de la JCE son gentes buenas y honestas, que no han querido hacer daño a la nación. Ante eso, es necesario saber perdonarlos y darle un voto de confianza. Claro, también exigiéndole que hagan una profunda investigación de lo que pasó y que los responsables sean traducidos a la justicia.
Pero no podemos llenarnos de odio y arremeter de manera irracional contra el pleno dela JCE. Debemos practicar la humildad y saber perdonar. Cuando ví algunos delegados de partidos que no llegan a un 1% de la votación, arremetiendo lleno de odio contra la JCE, me di cuenta porque esa baja votación. Y es que con odios no se construye ni se ganan elecciones.
Debemos abogar por la paz y la estabiidad del pais. Y Tomar a Jesús como modelo para ser humildes y saber perdonar. Jesús ha sido el gran maestro para todos nosotros. Una de sus grandes enseñanzas fue la de ser humildes, la de practicar la humildad en cada una de las áreas de nuestras vidas teniendo presente que, tal y como dice 1era de Pedro 5:5 "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes."
La humildad es lo contrario del orgullo o la arrogancia. El humilde debe ser modesto, es decir, reconocer sus limitaciones. El humilde debe ser sumiso y saber ceder. Una de las pruebas más grandes de humildad la dio cuando en la cena con sus apostóles el jueves santo, fue capaz de humillarse y lavarle los pies a cada uno de sus discípulos. En ese momento histórico lavarle los pies a alguien era una acción deleznable, indecorosa, propia de esclavos. Pero Jesús la hizo con sus discípulos para dejar sembrado el modelo en cada uno de ellos, y entendieran que quien quiera ser el mayor "debe aprender a ser el menor".
Jesús es el verdadero modelo de humildad. Cada vez que la prepotencia, la arrogancia, el orgullo, la maledicencia nos provoquen tentación, cada vez que nos sintamos superiores a lo demás, pensemos en cómo actuaría Jesús en ese momento y actuemos nosotros de esa manera.
Cuando nos revestimos de humildad, Dios nos da su gracia. Nos llenamos de paz, “esa paz que sobrepasa todo el entendimiento humano”, tal y como dice el Apóstol Pablo en Filipenses 4:7.
Es muy díficil ser humildes en este tiempo lleno de orgullo y vanidad. Por eso, para ser humildes todos los días debemos ser más como Jesús y menos como nosotros. La clave está en actuar como lo haría Jesús y aprenderemos a ser humildes en nuestros hogares, con nuestras esposas o esposos, con nuestros hijos, con nuestros vecinos, en nuestro trabajo, con las autoridades, con quien nos maltrata y con quien nos pide algo.
Para aprender a ser humildes, necesitamos ser como Jesús cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo. Necesitamos más de Jesús. Necesitamos ser más como él y menos como nosotros.
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Euri Cabral
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