Muchas instituciones de servicios, públicas y privadas, se verían perjudicadas por las informaciones vinculadas al coronavirus, una pandemia que se origina en China y está impactando a otros destinos mundiales.
Se habla de los efectos del mal en el sector turístico dominicano debido a la implementación del protocolo preventivo a los pasajeros que arriban a la República Dominicana vía los aeropuertos desde Europa y Asia.
De hecho, varios extranjeros que llegaron en vuelos desde Italia, Francia y otras naciones ya han sido aislados en hospitales dominicanos para chequeos. Correcto procedimiento.
La confirmación del Ministerio de Salud Pública de que se detectó el primer caso de coronavirus o COVID-19 en la República Dominicana, afectará la tranquilidad de la población.
Extremar las medidas de higiene y evitar lugares concurridos, son las principales condiciones que se deben tomar para evitar contagiarse ante la eventual llegada del coronavirus al país.
Además, lavarse frecuentemente las manos, usar mascarillas y toallas húmedas de las que contienen alcohol, mantenerse hidratado para evitar que las defensas corporales se debiliten.
Asimismo, se sugiere a las personas con más de 60 años de edad (tengo 71 y no tengo temor) o que padezcan alguna enfermedad cardiovascular, respiratoria o diabetes son las más llamadas a evitar lugares concurridos; quedarse en casa si está enfermo, comer o dormir por separado de su familia, usar diferentes utensilios y cubiertos que los demás y consultar al médico de inmediato e informarse lo más que pueda sobre el coronavirus COVID-19.
Son orientaciones fundamentales y extremas emitidas por la Organización Mundial de la Salud para evitar el contagio del fenómeno que solo en China ha matado más de 2,000 personas.
El problema es que muchos ciudadanos nuestros nunca hacen caso a esos consejos. Siguen su vida normal y no adoptan medidas preventivas. Así hemos sido siempre, testarudos e ignorantes.
Además del turismo nacional, el efecto coronavirus se estaría sintiendo en los lugares de venta de comida, plazas comerciales, playas, parques de diversión, en fin, en cada escenario donde se reúna mucha gente.
El negocio de la industria del entretenimiento comenzó sentir su impacto, según leí en algunas reseñas periodísticas. Conforme avanza el virus en el mundo, los productores de espectáculos, de actividades deportivas, cineastas, están obligados a replantear su estrategia. Poco a poco el público ha comenzado a disminuir su asistencia a eventos públicos en escenarios internacionales para evitar un posible contagio.
La gente teme salir a la calle. Está asustada. Por lo tanto, la familia debe rediseñar una estrategia hasta que sea erradicada la epidemia.
Otro sector que verá disminuir su dinamismo en el país será la industria cinematográfica. Los productores tendrán que asimilar las previsiones de grandes producciones internacionales que ya han sido suspendidas hasta que no se controle el coronavirus. Estas decisiones también se están sintiendo en otras naciones.
Obvio, siempre aparecen inescrupulosos que se aprovechan para sacar provecho en esta situación de emergencia.
La venta de mascarillas y medicamentos en las farmacias dominicanas se ha disparado, al extremo, que en algunos establecimientos se agotaron por completo ante la alerta.
Mi preocupación es que los actores políticos no se han referido a esta calamitosa situación y continúan, indiferentes, dando más prioridad a sus agendas de campaña de cara a las próximas elecciones. Es el momento de emitir mensajes que tranquilicen a la población, pues con pánico nadie acudirá a las urnas.
Mi otra inquietud es que las redes sociales pudieran incentivar un pánico colectivo al difundir informaciones a la ligera, falsas, sin confirmar con las autoridades de salud. Eso no es bueno.