Las encuestas son un instrumento de medición basado en metodología científica que se utiliza para investigar temas sociales, económicos y políticos, apegados a rigurosos estándares que permiten hacer fotografías de momentos para crear estadísticas sobre aspectos importantes conforme al criterio de las personas en cuestiones de carácter general.
Las encuestas, y especialmente, las de naturaleza política, traen consigo un característico toque particular que muchas veces es calificado de parcial por quienes se sienten perjudicados en sus resultados; sin embargo, existe un ánimo receptivo en la población que toma a las mismas como parámetro admisible para medir su adhesión o rechazo a determinados candidatos u organizaciones políticas.
Cada cuatro años, el pueblo dominicano acude entusiasmado a las urnas para ejercer su derecho constitucional de votar en las elecciones, motivado por importantes niveles de expectativas ciudadanas que son recogidas de forma oportuna y casi precisa, en las distintas mediciones publicadas a la luz de las diferentes encuestas realizadas durante todo el proceso electoral.
En el país, operan varias empresas de reconocido prestigio nacional e internacional, dedicadas a la realización de estudios mercadológicos sobre diferentes aspectos del desarrollo de la población, cuyos sondeos en cuanto a la objetividad de sus evaluaciones, relacionadas con aspectos de la actividad política, casi siempre terminan coincidiendo por estrecho margen de error con los resultados finales de los procesos comiciales, lo cual, ha servido como sustento para apostar a las encuestas.
A pesar de todo esto, existe una fina franja de contradicciones que evidencia el carácter manipulador y persuasivo de las encuestas; por ejemplo, en enero, la Gallup, publicó su primera entrega del año, acerca del posicionamiento de las principales organizaciones políticas que terciarían en las abortadas elecciones del pasado 16 de febrero, y que posteriormente fueron reprogramadas para el próximo 15 de marzo, en donde además, la encuestadora vaticinó una segunda vuelta en las elecciones presidenciales del domingo 17 de mayo.
Asimismo, Mark Penn, otra reputada empresa dedicada a la elaboración de sondeos electorales, publicó en su primera encuesta del año 2020, unos resultados muy similares a los presentados por Gallup, aunque recientemente, luego de vaticinar que nadie resultaría ganador en primera vuelta, en una segunda encuesta, Mark Penn, señala que sí habrá un resultado definitivo en las próximas elecciones presidenciales de mayo.
En ese sentido, vistas todas las contradicciones que afloran en los resultados de las principales encuestadoras, varios especialistas en temas electorales hacen sus propias apuestas, en donde algunos estiman que el proceso es “irreversible” en favor del PRM, mientras que otros más conservadores estiman que basados en pasadas experiencias electorales no es correcto subestimar al gran componente político-estructural que posee el PLD.
En definitiva, el proceso electoral ha entrado en su etapa conflictiva fruto de la guerra desatada por las encuestas, un periodo durante el cual, los partidos y sus candidatos, buscan desesperadamente posicionarse en la psiquis colectiva de los votantes y para lograrlo, contratan empresas encuestadoras para que trabajen de forma complacientes sin importar si incurren en un proceso de manipulación o de alteración de los resultados en favor del contratante.
Pese a todo este tema de las encuestas, cada partido político sabe a ciencia cierta cuáles son sus debilidades y sus fortalezas, para desde ahí, poner en manos de sus mejores dirigentes el triunfo electoral, o por lo menos mantener una lucha cerrada contra su contrincante más cercano, y tal vez, con esmerada labor de campo y de acercamiento, lograr revertir lo que hasta entonces se considera como una simple percepción, porque en definitiva, la verdadera encuesta es el día de las elecciones.