No hay dudas de que ha habido mucha desinformación a nivel mundial sobre el coronavirus. Se habla de que el virus fue enviado a China por una supuesta potencia mundial para infectar a esa población y así sacar a ese país de la competencia comercial. ¡Vaya rumor!
Las redes sociales están invadidas por muchos teóricos ignorantes y vagos que se dedican a difundir, como bocinas, mensajes mal intencionados provenientes de terceros. Esas falsas noticias impactan y abruman a las personas ignorantes que temen a la muerte como el diablo a la cruz o los vampiros al ajo.
Es la razón por la que muchos ciudadanos en el mundo están acudiendo en masas hacia los supermercados y farmacias para abastecerse de alimentos y productos para la higiene personal contra ese padecimiento.
Están comprando alcohol, jabones desinfectantes, mascarillas y medicamentos para combatir la fiebre y la influenza. Pero también llenan los carritos de productos comestibles enlatados, fósforo, rollos de papel de baño (no entiendo para qué tantos papeles), servilletas, botellitas de agua y otros, como si se estuvieran esperando una guerra.
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En República Dominicana ocurre situaciones similares. Los que disponen de dinero han desabastecido los supermercados. Y todo porque se ha difundido la exagerada noticia de que la epidemia podría llegar al país y que hay que prepararse para una emergencia nacional. Creo que ha habido mucha desinformación respecto a cómo tratar la enfermedad.
Hay que llevarse de los consejos de los especialistas. El reputado neurocirujano José Joaquín Puello recomienda no entrar en pánico, mantener la higiene y seguir el protocolo de salud. Es lo correcto en este caso.
Dice que el 85% de los que adquieren el virus no van a sentir la enfermedad, sino un resfriado que no va a pasar de ahí.
Asegura que el virus no se transmite por el aire, como se ha informado, y que una persona solo puede resultar infectada si está a menos de tres metros de quien esté afectado. Si la persona infectada toca la mano de otra, el virus solo dura vivo diez minutos y que tan pronto se lava con jabón normal (no líquido) el germen muere,
“Si el virus entra a la boca, con un café caliente muere. Lo mismo ocurre si se va a la playa porque no resiste altas temperaturas de calor. Eso tiene de bueno nuestro medio ambiente y la buena noticia para los dominicanos es que nuestro verano es resistente al virus”, dijo el galeno en una entrevista en un programa de televisión.
Considera tener precaución con la fiebre y la tos seca. En ese caso, la persona debe ser puesta en cuarentena porque podría estar atrapada con el coronavirus. “Tenemos la ventaja de que estamos en una isla. Estamos protegidos y para nosotros el virus tiene que venir por un aeropuerto o por un barco, la única manera para que entre a nosotros porque no está en el aire”, dijo.
Oportuna orientación. Sigamos esas instrucciones y no nos llevemos de los falsos rumores.
A propósito, leí en el impreso estadounidense The New York Times algunas inquietudes relacionadas con el índice de mortalidad, calculada en un 34 por ciento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cifra que sorprendió tanto a los expertos como al presidente Donald Trump.
“Creo que en realidad la cifra del 3,4 por ciento es falsa”, declaró Trump en una entrevista para Fox News. “Esto es solo una corazonada, pero con base en muchas conversaciones”, agregó, “yo diría que la cifra está muy por debajo del uno por ciento”.
Por definición, la estadística de letalidad es la cantidad de muertes dividida entre el total de casos confirmados, el cual parece ser el método que utilizó la OMS para determinar esta cifra.
La tasa de letalidad es una cifra clave que los funcionarios de salud pública utilizan para reaccionar ante brotes de enfermedades. Cuanto más mortal es una enfermedad, más agresivas serán las medidas de interrupción de la vida cotidiana que estarán dispuestos a tomar.
Los epidemiólogos les gusta medir la mortalidad de una enfermedad en un período determinado. Observan a todos los pacientes que enferman y ven cuántos siguen vivos al cabo de semanas, meses o años, dependiendo de la enfermedad. Hasta ahora, los científicos no han podido hacer ese tipo de estudios para el nuevo virus que se está convirtiendo en pandemia, etapa que ocurre cuando se extiende por todos los países.
En este momento, los cálculos mundiales combinan las muertes y los casos de naciones de todo el mundo con poblaciones y sistemas de salud muy distintos, pero los expertos aseguran que las diferencias entre los habitantes de cada país y los sistemas de salud de las naciones podrían provocar que los índices de mortalidad sean más elevados en algunos lugares que en otros, sobre todo donde abunda climas fríos.
Según los especialistas, los factores de riesgo de muerte a causa de ese padecimiento aún se están estudiando, pero hay evidencia sólida de que las personas de edad avanzada (ese es mi caso), corren un mayor riesgo de morir. Hay muy pocos documentados de niños que hayan desarrollado una enfermedad grave.
Las estadísticas preocupan. La proporción de personas mayores de 65 años en China es del 11 %, y en Italia es del 23. En 2018, casi la quinta parte (19 %) de la población de Europa tenía 65 años de edad o más. El porcentaje de personas de 80 años o más se duplicará al 2100, hasta alcanzar el 14,6 % de la población total.
En España, ya hay 8,9 millones de personas que superan las seis décadas. En Estados Unidos, la esperanza de vida al nacer se ha duplicado durante el último siglo: 78 años para los hombres y 83 años para las mujeres. La población estadounidense mayor de 65 años creció entre 2000 y 2010 más rápido que el número total de habitantes por primera vez, según nuevos datos dados a conocer por la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Por lo visto, la tierra está poblada por ancianos vulnerables a las enfermedades catastróficas y a virus despiadados, como el Covid-19.