Por Isidro Tejada
Preocupado por el impacto negativo que tendrían para mayo los resultados electorales recientemente obtenidos por el PLD, sus dirigentes y los periodistas que de ordinario los acompañan en sus viajes, han decidido retomar el malabarismo argumentativo al que nos tienen acostumbrados. En contraste con la postura triunfalista sostenida previo a las elecciones municipales, ahora pretenden hacer creer a la población que “la victoria del PRM no fue tal” y que “el PLD aún continúa siendo la fuerza que ganará las elecciones” de mayo próximo.
El eje central de esta narrativa argumental gira en torno a la comparación cifras que muestran el tamaño de los resultados de cada partido. Según ellos el hecho de que el PRM terminara con apenas 2.6% por encima del PLD no es señal de una gran victoria como sostienen los opositores. Alegan, casi a unanimidad, que esta “pequeñita ventaja” se debe a los efectos negativos que género en su contra la cancelación de las elecciones de febrero, la campaña de descredito de la oposición, y la gran abstención electoral motivada por el coronavirus. Con base a estos argumentos concluyen que nada ha pasado en marzo que pueda contar como una derrota segura del PLD en las venideras elecciones y, que, por el contrario, este “mostró una gran fortaleza” en las recientes elecciones.
Aunque no resulte evidente del todo para muchos, la estrategia de superficie de esta línea argumental se sostiene sobre la base de una estrategia de fondo, que, si bien es simple y muy recurrida, nunca ha dejado de ser poderosa: descontextualizar y manipular los datos e informaciones sobre hechos, así como ocultar y disminuir sistemáticamente aquellos que no convienen, al mismo tiempo que se destacan y maximizan los que convienen.
Por ejemplo, no se ha visto a ningún dirigente comunicador del PLD hacer referencia al hecho de que el PLD movilizó 1,795,954 de electores durante la primaria y que de esos Gonzalo obtuvo 911,324 individualmente; sin embargo, en estas elecciones municipales ese partido apenas logro obtener 1,011,350, según los datos preliminares aportado por el propio Gonzalo Castillo. Pero de igual forma, los dirigentes peledeistas se callan el hecho de que por décadas casi la totalidad de las alcaldías mas importantes del país estuvieron en poder del PLD y sus partidos aliados, y que a partir de agosto quedarán en manos del PRM y otros partidos. Tampoco destacan que alrededor de diez de las alcaldías que ganaron, incluyendo dos de las más importantes, se encuentran muy próximo al Dr. Leonel Fernández y su Fuerza del Pueblo; pero mucho menos argumentan nada respecto al gran impacto electoral de la salida de Leonel del PLD.
Por otro lado, ninguno de los comunicadores del gobierno se ha dignado en destacar los factores de alto valor estratégico que se pusieron de manifiesto en los últimos días de la campaña y que pudieron poner en franca ventaja a la mayoría de los candidatos PLD.
Por ejemplo, fue evidente que los candidatos opositores asistieron con desventajas económicas frente a los del gobierno. Estos al quedar quebrado tras las fallidas elecciones de febrero no pudieron disponer de la logística necesaria para cubrir el costo operacional del día D. En cambio, los candidatos del gobierno se presentaron ricos y portentoso con base a los infinitos recursos del Estado, con una extraordinaria capacidad para movilizar personal y electores.
¿Y qué dicen de la gran abstención electoral que se produjo el pasado domingo 15? Nada o casi nada. Sin embargo, todo el mundo sabe, y el gobierno mejor que nadie, que la abstención electoral favorecía al partido del gobierno; ese fue el motivo por el que la noche del sábado inmediatamente anterior a las elecciones, el gobierno, maliciosamente, anunció un conjunto de medidas con el supuesto interés de combatir la propagación del coronavirus (COVID-19). Nadie discute la necesidad de las medidas; pero el momento en que se anunciaron ocultaban el perverso propósito de atemorizar a la población y con ello incrementar al máximo la abstención electoral a fin de favorecer a sus candidatos.
Pero a pesar de estos obstáculos los candidatos de la oposición, específicamente los del PRM, resultaron espectacularmente triunfantes. La mayoría de las alcandías, en especial las más importantes desde el punto de vista poblacional, pasaron ahora a mano de la oposición.
¿Por qué entonces minimizar esto hechos? ¿Por qué sacar del contexto real los números que ellos alegan que le indican fortaleza, cuando de hecho es lo contrario? ¿Por qué no dicen que ellos mismos quedaron sorprendidos con los resultados tomando en consideración la alta abstención electoral y la gran desigualdad económica con los candidatos del gobierno?
El propio presidente de la república, tiempo antes de las elecciones de febrero, presentó una de las respuestas a estas preguntas. “Las elecciones de febrero – dijo arrogantemente– son las antesalas de la victoria de mayo; el que gane en febrero se pone a la puerta de la victoria en el mes de mayo”. En efecto cualquiera de los partidos que ganase ahora en marzo, como lo hizo el PRM, creara una creciente atmósfera favorable que sólo se detendrá cuando se cierren las votaciones de mayo próximo.
Como esa victoria correspondió al PRM ahora, los dirigentes del partido de gobierno, los funcionarios públicos y los comunicadores del PLD, se ven forzado a valerse de la profecía autocumplida del presidente: “el nuevo cuento es que lo que pase en febrero no tiene nada que ver en mayo; que se inventen la explicación que le darán a sus gentes cuando los votos no les favorezcan en febrero”.
Al parecer, el mejor argumento que han encontrado en ese discurrir inventivo para poder justificar la debacle electoral del domingo pasado es la comparación de las cifras y la diferencia de porcentajes entre ambos partidos. Ellos las destacaran y categorizaran como una diferencia nimia y sin importancia alguna; lo repetirán hasta el infinito por radio y televisión, las publicarán en espacios pagados, la postearán hasta el cansancio por redes, y no se detendrán hasta que no logren crearle a cada peledeista, si es que pueden, un estado mental de negación de los hechos acontecidos.
Y ciertamente, no tienen más remedio. Pues, en lo que queda para mayo, están obligados a lograr cuatro objetivos bien distintos entre sí, pero activamente relacionados: evitar la total desmoralización de su menguado ejercito político por efecto de esta derrota; hacer creer, cuan bestia acorralada, que se cuenta con una fortaleza que ya no existe; contener la segunda sangría que habrá de ocasionar la Candidatura de Leonel; y, finalmente, impedir la victoria de Luis Abinader. Cuatro objetivos que a todas luces no serán alcanzables para las próximas elecciones, pues el tiempo se les agotó.