(Por Olivo De León, presidente del IPPP)La incidencia y propagación del coronavirus en la provincia Duarte tiene a muchos de sus habitantes viviendo una situación dramática, grave, que ha causado en muchos un estado de depresión, desesperanza, desesperación y desánimo.
Este estado de ánimo aumenta con la experiencia, nada agradable de muchos, a quienes les niegan las más elementales atenciones de salud.
Son numerosos los casos en que han llamado al 9-1-1 procurando una ambulancia para conducir a alguien con síntomas del covid-19 al hospital, sin lograr este objetivo bajo el argumento de que su traslado le corresponde a otra unidad que nunca llega, por lo que se han visto en la necesidad de llevar el enfermo en una motocicleta o en otro medio de transporte.
Lo que se agrava cuando al llegar al hospital le dicen que todo está lleno, que no lo pueden atender, y ahí empieza el calvario de visitar clínicas y centros privados, todos llenos o donde sencillamente les dicen que no atienden personas con síntomas de ese virus.
En San Francisco de Macorís se vive un panorama desolador, sin clínicas disponibles, sin camas para los enfermos, los hospitales públicos un caos, los afectados por el covid-19 no tienen a donde ir, por lo que se ven obligados a alojarse en sus casas, convirtiéndose en propagadores del virus.
Ellos tampoco tienen la suerte de ser sometidos a la prueba de covid-19, sea porque el ministerio de Salud Pública no disponga de los reactivos suficientes o porque se han desinteresado de su estado, pues no fueron atendidos en ningún lado y las autoridades desconocen de su situación, por lo que muchos fallecen y no son contabilizados entre los afectados.
Los desafortunados de la vida se ven confinados en sus casas o solos en cuartos o habitaciones apartadas, donde unos y/o otros sufren dolor en el cuerpo, dolor de cabeza, fiebre, mareos, secreción nasal, dolor de garganta, pierden el gusto o el sabor o olor de lo que comen, tienen tos, estornudos, entre otros síntomas.
Estos ciudadanos residen en barrios, campos y zonas de San Francisco de Macorís, en Hatillo, en Cenoví, en Castillo, en Pimentel, en Hostos…. Donde algunos mueren sin ninguna atención.
Como siempre, la gran mayoría de los pobres no tienen dolientes, para ellos no hay atenciones médicas, pruebas del covid-19, centros donde hospitalizarlos, personal médico, camas disponibles, ni recursos para tratar de preservar sus vidas.
Sin embargo, con el propósito de plantear algunas salidas a estos problemas, el ministerio de Salud Pública busca habilitar lugares para llevar a los contagiados del covid-19, y así descongestionar el hospital San Vicente de Paúl.
Entre esos lugares se encuentra el proyecto habitacional construido por el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI) en Los Aguayos, el cual está totalmente vacío, sin amueblar, y sin ninguna otra condición, por lo que ha sido rechazado por varias de las personas a quienes se les ha planteado ir allá.
También se acondiciona el lugar donde funcionó la Plaza José Reyes, en la comunidad de Guiza, en el kilómetro tres y medio de la autopista Duarte, donde se pretenden colocar 200 camas.
Otra de las medidas que ya se aplica es la militarización del municipio, cuyas entradas y salidas se encuentran totalmente bloqueadas por unidades del Ejército Nacional para evitar la entrada y salida de todo tipo de personas.