Ya sea por razones políticas o económicas, lo cierto es –está a la vista de todos- que el gobierno ha manejado la crisis generada por el coronavirus con una incompetencia única, permitiendo que la enfermedad pase de ser sanitaria de pronta solución, a un problema que va para largo, sin solución a corto plazo, a menos que aparezca una vacuna en China, EEUU, Cuba o Europa, donde trabajan afanosamente en sus laboratorios.
El presidente Danilo Medina carga con una gran responsabilidad por no actuar prontamente y dejar que un tiempo de vida, precioso, irrecuperable, transcurriera sin tomar las medidas drásticas que aconsejaban las circunstancias, como se hizo en China, por ejemplo, que en unas cuentas semanas combatieron con relativo éxito la pandemia.
Lo mismo está pasando con otros países que actuaron con prontitud. Danilo no hizo nada. Al contrario, creyó que el Covid-19 sería una buena excusa para ganar popularidad política. Y fracasó. Le entregó la jefatura del gobierno al candidato Gonzalo Castillo, que pese a todo el respaldo político y económico, no prende.
Las autoridades no se prepararon para combatir la pandemia. No se abasteció de los insumos, equipos y medicamentos necesarios. El “estado de excepción” y el toque de queda han servido para aumentar el pánico y para los negocios de funcionarios y relacionados. Como dije hace unos días, todas las loterías están cerradas. La única fábrica de millonarias que se mantiene abierta está en el Palacio Nacional con las licitaciones fraudulentas que enriquecen a pocos mientras mata a muchos.
Desde un principio las principales figuras políticas, empresariales y profesionales señalaron que el Covid-19 no se podía politizar, que ese no era un problema solo del gobierno, sino del país, razón por la cual todos estaban dispuestos a colaborar. Pero Danilo se empecinó en actuar solo con Gonzalo. No le dio participación a nadie. No escuchó a nadie. Siguió metiendo la pata sin sacarla a tiempo, con un ministro de salud que podrá tener las mejores intenciones, pero que no ha “dado pie con bola”.
Estoy convencido de que, si el presidente de la República fuera Luís Abinader habría pensado en la gente, en su pueblo, no en los beneficios políticos que pudiera obtener. De hecho su comportamiento ha sido reflexivo, pausado y de compromiso pleno ofreciendo no solo sus ideas, sino sus recursos económicos, del partido y de sus colaboradores. La solidaridad ha primado en sus actuaciones. Ha dado la cara, se ha colocado al frente dando soluciones económicas, políticas y sociales. Los hechos hablan por sí solos.
El pasado miércoles el candidato presidencial del PRM y aliados le habló al país a través de los medios de comunicación reiterando su posición de convocar al liderazgo nacional para que todos unidos puedan enfrentar la crisis sanitaria que obviamente se le ha ido de las manos al gobierno.
Hizo una convocatoria formar a los líderes políticos, económicos, religiosos y de la sociedad civil para discutir no solo el tema del virus, sus consecuencias económicas y sociales, sino la posposición de las elecciones para una fecha prudente escogida mediante consenso de los partidos. Efectivamente, la unidad es fundamental para encarar seriamente el coronavirus. Luís lo dijo desde el primer día.
Leonel Fernández, Guillermo Moreno, Quique Antún, entre otros, también coincidieron en la necesidad de un pacto, un compromiso de todos. Pero Danilo se empecinó en no llamar ni aceptar la colaboración de las fuerzas políticas opositoras. Y ahora estamos jodidos, con una enfermedad contagiosa que cada día enferma y mata a más ciudadanos, sobre todos a los más vulnerables que hoy no tienen trabajo, dinero, ni alimentos. Como dicen los cristianos, que “Dios nos agarre confesados”. Esto va para largo.