América Latina y el Caribe sufrirá una fuerte reducción de su crecimiento, de entre 1,8 y 5,5 por ciento del PIB en 2020, debido al impacto de la pandemia del coronavirus. El daño económico se extenderá en 2021 y 2022 a menos que los gobiernos implementen programas bien enfocados para amortiguar los impactos, según el Informe Macroeconómico del Banco Interamericano de Desarrollo.
El rango de porcentajes se basa en cuatro escenarios que toman en cuenta diferentes shocks externos. El reporte también incluye recomendaciones de políticas fiscales, monetarias y financieras para países de cara al mayor desafío económico desde la Gran Depresión de 1929. En la Gran Recesión de 2009 la región sufrió una caída de su PIB del 2 por ciento, pero la región pudo recuperarse y crecer al 6 por ciento en 2010, gracias a un renovado acceso a los mercados de capitales, solidez fiscal y altos precios de materias primas.
El reto en esta ocasión va a ser encontrar la mezcla correcta de políticas que aseguren una rápida recuperación.
“Nuestra región va a sufrir un shock de proporciones históricas”, dijo el Economista Jefe del BID, Eric Parrado. “Los países necesitan salvar vidas, asegurando el distanciamiento social y otorgando los recursos necesarios a sus sectores de salud. Medidas complementarias y temporales pueden apoyar a las economías durante el cierre parcial y organizado”.
“Necesitamos preservar el corazón productivo de nuestras economías para aumentar las oportunidades de una recuperación rápida”, agregó Parrado. “Medidas que van en esa dirección incluyen proveer ayuda a las personas más vulnerables que han perdido su fuente de ingreso, ayudar y proveer incentivos a las empresas para que se mantengan a flote y eviten la separación de sus empleados, y la entrega de liquidez a los bancos para que puedan ser parte de la solución”.
El reporte incluye cuatro escenarios de shocks externos: moderado, fuerte, severo y extremo. El escenario severo implicaría una pérdida del 12,2 por ciento del PIB de la región a lo largo de tres años y el escenario extremo se traduciría en una pérdida de 14,4 por ciento.
El uso de escenarios en lugar de un solo número de proyección económica es para ayudar a los formuladores de política a que naveguen mejor las profundas incertidumbres por la naturaleza inédita de la pandemia. De momento, los riesgos están sesgados hacía los escenarios menos optimistas.
Junto al reporte, el BID también lanzó 26 informes para cada uno de sus países miembros prestatarios, con información sobre la situación de cada país.
Políticas calibradas
El reporte pretende marcar una ruta de navegación para los países de cara a las incertidumbres sobre la naturaleza del virus, sus formas de contagio y su contención.
Acceso al crédito podría tornarse más difícil. Los países pueden buscar mayores eficiencias, reasignar gastos que no son esenciales, y endeudarse y utilizar los balances de los Bancos Centrales hasta cierto grado. Las intervenciones deberían estar calibradas con cuidado y evaluadas para asegurar que alcancen los beneficiarios que más lo necesitan. Los formuladores de políticas deberían tomar en cuenta cómo estas políticas podrían ser eliminadas progresivamente para asegurar su sostenibilidad fiscal más allá de la crisis del coronavirus.
El BID está haciendo un esfuerzo sin precedentes para proveer recursos adicionales a los países, actuando junto con otros socios multilaterales. El BID está poniendo a disposición de los países hasta US$12.000 millones en 2020 para ayudar a los países a superar los impactos del coronavirus. BID Invest, el brazo privado del Grupo BID, está aportando unos US$5.000 millones adicionales.
El BID también ha lanzado un centro de información que destaca las áreas prioritarias para apoyar a los países ante la crisis del coronavirus, incluyendo el fortalecimiento de los sistemas de salud, programas sociales para poblaciones vulnerables, mejoras en la productividad económica y de empleo, y políticas fiscales para mejorar los impactos económicos.