Fue muy emocionante y satisfactorio, ver y escuchar en un Twitter al señor Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, dar las gracias al personal médico del hospital St. Thomas de Londres, y a todo el personal del Sistema de Salud Nacional, NHS, por sus siglas en inglés, a su salida del centro hospitalario, luego de habérsele dado de alta.
Hay que recordar que el señor Johnson fue admitido al centro clínico, luego de diez días de haber dado positivo en una prueba del coronavirus.
El estado del primer ministro se complicó a un grado tal, que hubo la necesidad de ingresarlo en la unidad de cuidados intensivos.
El señor Johnson, al igual que otros líderes mundiales, se empecinó en minimizar el impacto de esta pandemia.
Pero la realidad le dio en la cara y en este caso, de manera muy personal.
La negación a la existencia del problema o por lo menos, el tratar de minimizarlo, impidieron que se tomaran las medidas adecuadas y a tiempo para detener su expansión.
Por lo que hoy, el Reino Unido, es uno de los países donde la tasa de mortalidad es de las más altas. En este momento se encuentra en más del 12% y es el sexto país con más casos comprobados.
Con una población de menos de 70 millones y con alrededor de 85,000 casos de coronavirus, por lo menos, 1 de cada 800 habitantes del Reino Unido, está contaminado.
Cifra demasiado alta si la comparamos con china, que, con sus casi 1400 millones de seres humanos, solo están contaminados 1 de cada 17,000.
Esta pandemia no solo ha servido para que las familias se muestren más amor, pues aun separados y aislados, las llamadas telefónicas, los face times, los WhatsApp, entre sus miembros, son incontables, sino también que ha servido para mostrar el alma, la sencillez y, porqué no, el arrepentimiento de muchos líderes que trataron de mostrarse como espartanamente insensibles.
Ver a un primer ministro antiinmigrante y abanderado del Brexit, darle las gracias en su alocución, de manera específica y mencionándola por su nombre y país de origen a la enfermera Jenny, de Nueva Zelanda y al enfermero Luís de Portugal, por haber estado pendiente por más de 48 horas, para que a él no le faltara el aire y decir que les estará agradecido por lo que le resta de vida, son cosas inimaginables solo días atrás.
Este coronavirus es tan potente que ha sensibilizado hasta la flema británica.
Carlos McCoy
Abril, 2020