En esta sociedad maltratada opera una fuerte contradicción entre la imperiosa búsqueda de medios de vida sobrevivencia a cargo del pueblo empobrecido, de un lado; y la amenaza del contagio y la muerte viral, del otro.
Una contradicción compleja, imposible de superar dentro de un sistema (gobierno, estado, gran capital, partidos, iglesias…) basado en una dominación que pone la economía y política de los de arriba, sus enormes ganancias, por encima de la salud y la vida humana.
Chocan así la necesidad del distanciamiento para evitar contagio (quedarse en casa), la exigencia de apretar toque de queda y cuarentena, con la necesidad de alimentación de los empobrecidos, ahora creciendo a velocidad meteórica.
Si se calculan índices de desempleo, empobrecimiento, desnutrición, hacinamiento, enfermedades, remesas en baja, déficits agua (previos COVID 19), más alto nivel de parálisis de economía formal e informal (46% y 54% de la fuerza de trabajo, respectivamente) y la reciente suspensión (sin salario) de casi 800 mil trabajadores/as, puede apreciarse mejor la gravedad del problemón.
Un cálculo conservador indica que alrededor 3.5 de millones de parados (de una población económicamente activa de 5.5 millones), para recogerse medianamente con su familia, incluso en pésimas condiciones, necesitarían de una compensación estatal mayor de los 8,500 pesos ya aprobados para a un segmento mucho más reducido.
En ese contexto existen 800 mil jóvenes sin trabajo ni estudio (NI-NI), impactados por las prácticas criminales y extorciones de la PN y DNCD, presentes el micro-trafico como medio de vida, descredito y pérdida de autoridad de los cuerpos militares-policiales, cultura alcohólica, expansión de violencia de género, y niños y niñas de la calle… lo que torna el cuadro más dramático.
El Gobierno dice disponer de 32 mil millones de pesos para dos meses de subsidios salariales, raciones alimenticias y gastos de emergencia, y los mega-millonarios donaron solo unos 700 milloncitos de pesos, sin obligaciones mayores. Pero resulta que solo la compensación salarial se llevaría 29 mil millones cada mes y con el impacto agravado del COVID habría que pensar en varios meses. Ni hablar del tema salud con un sistema desvencijado y desbordado, y una asignación de 1.7% del Presupuesto.
En esas condiciones Danilo Medina puso a Valdez Albizu y a Donald Guerrero a anunciar un indefinido y fantasioso “plan de recuperación económica” post-crisis viral, identificando posibles fuentes y aportes de 800 millones de dólares a favor de los empresarios (“agentes económicos”) bajo tutela FMI-BM-USA; mientras JCE y candidatos aceleran dispendio propio del negocio electoral, y los Ministros de Salud y Presidencia no se entienden.