En 1978 el voto mayoritario de los dominicanos fue emotivo a favor del PRD, partido que supo agenciarse los votos de la parte de electores que estaban hartos de Balaguer y que deseaban un cambio, un nuevo modelo político y una nueva forma de gobernar. En cambio, el voto por Balaguer representaba el voto racional de aquellos que habiéndose beneficiado de aquel régimen de 12 años de gobiernos, desean continuar ordeñado la vaca del Estado.
La contienda se resumió en dos consignas básicas: cambio sin violencia hacia el partido de la esperanza nacional, representado por el PRD y, de otra parte, Balaguer resumió su continuidad en el poder, en que se debía evitar que el país diese un salto al vacío. Con todo, la contienda se saldó con un pacto que mediatizo los resultados electorales. Una situación parecida se repitió en las elecciones de 1982 porque se adujo que cuatro años eran insuficientes para el cambio.
Pero en 1986 calo la consigna de que el país había dado un salto al vacío y el votante miro de nuevo a Balaguer sobre todo, porque el PRD se dividió estando en el poder, lo que facilito su retorno por otros diez años. Pero tanto en 1990 como en 1994, el elector dominicano fue objeto de fraudes colosales situación que dio lugar a una negociación que permitió nuevas elecciones en 1996 junto a una reforma política que incluyo cambios sustantivos. Por tanto, no hubo voto emotivo ni voto racional, simplemente la matemática del dos mayor que uno se impuso. Hacia el año 2000, la matemática se invirtió y fue el dos menos uno igual a uno, situación que beneficio al PRD. Sin embargo, no pocos observadores opinan que fue la emotividad del voto producto de la muerte de Pena Gómez, el factor que inclino la balanza. De nuevo las circunstancias convergieron en el sentido de provocar que el voto emotivo favoreciese al PRD.
En 2004, se impuso el voto racional en razón de que la gente entendió que producto de la crisis bancaria de 2003, su calidad de vida empeoro porque la inflación les saco el dinero de los bolsillos. Por tanto, era necesario castigar al responsable y el responsable era el partido en el poder. De modo que así como el voto emotivo beneficia al PRD el voto racional tiende, históricamente, a perjudicarlo. En 2008 ocurrió algo parecido, pero esta vez motivado en el hecho de que el PRD de nuevo se presentó dividido a las urnas frente a un oponente unificado y que ya se consolidaba como voto racional en razón de que había logrado cierto progreso ciudadano que la gente no desea poner en peligro.
Para 2012, ya eran visibles grietas en las filas del partido en el poder, pero a pesar de ello, la victoria fue posible para el voto racional porque la oposición continuaba dividida y no era garantía de nada positivo, sino que, por el contrario, los logros alcanzados podrían ponerse en peligro con un nuevo salto al vacío. De modo que el votante opta por mantener en el poder al PLD.
Las elecciones de 2016 muestran, por vez primera, que tanto el voto racional como el emotivo, pueden converger en apoyar una opción política que, emotivamente, se entiende como la mejor entre otras; mientras que el voto racional, la observa como la continuidad de un bienestar no sin cuestionamientos dentro de las filas del oficialismo pero preferible. Esto se debió a que todavía, el liderazgo colegiado del PLD operaba aunque bajo negociaciones de aposentos que, ya comenzaban a hacerse públicas.
Ahora ante las expectativas que presenta 2020 muchas cosas podrían pasar, sin embargo, del análisis del voto emotivo como del voto racional, pueden hacerse varias lecturas, por ejemplo, el voto racional aparece ahora fragmentado por la división política operada en el partido en el poder que lo convierte en el nuevo viejo PRD de finales del pasado siglo XX e inicios del siglo XXI. Es decir, el partido modélico del sistema de partido dejo de ser tal para ser un partido tradicional. O, como dicen otros, un viejo cascaron vacío.
En cualquier caso, este voto aparece dividido. Así, quienes dicen que los partidos en el poder no se dividen han olvidado la historia triste e incluso trágica del PRD en el poder. Por demás, el coronavirus aparece como una contradicción en sí misma, por ejemplo, se sabe que a nivel poblacional –ha dicho ya Oxfam-, que el 56% de la clase media que vive al límite podría caer en la pobreza al final de la pandemia y los rasgos que conducen hacia ese final están a la vista. Entonces, ¿favorece o perjudica este extremo al partido en el poder, es decir al voto racional de los que están tomando leche de la vaca publica? La oposición está preocupada porque la ayuda estatal a los ciudadanos en dificultad por la pandemia podría convertirse en un mecanismo proselitista que beneficie el voto racional de los detentadores del poder político. En cambio, otros opinan que dicha ayuda será tan exigua e insignificante que no producirá beneficios electorales sino que, por el contrario, perjudicará a sus auspiciadores.
Se ve que la estrategia de la oposición consiste en competir en ese mismo escenario, por lo que espera disminuir el impacto de la acción estatal en su beneficio. Es decir, la oposición no descarta que dicho mecanismo produzca resultados electorales sobre el voto racional.
Por otra parte, el voto emotivo es seguro que beneficiara a la oposición, pero, resulta que la oposición no es compacta, la oposición no ha sabido manejarse, o bien está convencida de que habrá Segunda Vuelta y espera este acontecimiento como elemento detonante de una definición práctica. Desde esta perspectiva es pertinente el planteamiento de José Tomas Pérez, el inconveniente de esta proposición viene dada en que él no es parte de la jefatura del danilismo y por el hecho de que el danilismo aparece fragmentado luego de la escogencia de un candidato que no tercio en buena lid sino que fue sacado de la gatera en perjuicio de otros con mayores méritos partidarios historicos.
En palabras diferentes, el voto emotivo, de enojo, de rabia o de venganza del sector de Leonel, entre otros, puede resultar mayoritario y, por ende desplazar a los que están en el poder, o bien, puede sepultar al resto de la oposición si no llegare a ser cuantitativo. En todo caso, esto plantea Segunda Vuelta. Por el contrario, el voto emotivo podría correr hacia Luis Abinader como hartazgo, como castigo y como desagravio a Leonel. En pocas palabras, existe una masa de votantes que los más conservadores ubican en un 15% y otros en alrededor de un millón de votos que eventualmente favorecería a Leonel, es una especie de voto duro de ese candidato que si bien no gana con esa masa, si puede decir quién será el ganador. O bien, podría suceder que el voto emotivo se vuelque hacia este de manera masiva.
En conclusión, nada está definido todavía, pero los próximos días mostraran a ratas políticas saltando como consecuencia de los resultados de las elecciones municipales que obligan a una recomposición política en función de las elecciones congresuales y presidenciales de julio 5. Las combinaciones que resultaren de estos movimientos, dirán quien será el ganador. Obvio, también está la nebulosa de si habrá o no elecciones el 5 de julio. DLH-29-4-2020