Por Amaury José Guzmán.- Conforme avanzan los días, así aumenta el nivel de depreciación del tipo de cambio. En la última semana de abril se registró una depreciación acumulada de un 4.48%, sobrepasando así en menos de 4 meses la media anual de depreciación de 3.89%. (Actualmente la cotización está a 54.47 pesos por 1 dólar, según el Banco Central).
Si bien las autoridades monetarias han utilizado sus canales de transmisión para evitar esta tendencia alcista de la variable en cuestión, cabe destacar que tanto la coyuntura actual como las expectativas de los agentes han jugado un rol preponderante en la dinámica creciente de la depreciación del tipo de cambio.
En primera instancia, sería oportuno definir a que llamamos tipo de cambio. “El tipo de cambio nominal, es el precio de una moneda extranjera (usualmente el dólar estadounidense) en términos de la moneda nacional. Si la moneda local es el peso, el tipo de cambio corresponde al número de pesos necesarios para comprar un dólar”, sostiene José de Gregorio en “Macroeconomía y Teoría Política” (2007).
Por tanto, podríamos concluir que la apreciación o depreciación de la moneda viene dado, al igual que otros bienes, por el nivel de demanda y oferta del mercado. En términos más llanos, la moneda se apreciará a medida que los agentes demanden más de la misma, o, a su vez, que esta escasee.
Esta depreciación acelerada es provocada, en gran medida, por el shock exógeno actual de la pandemia, la cual trae consigo efectos adversos a la entrada de divisivas. Siendo realistas, es de esperarse que la misma siga aumentando considerablemente, ya que nuestras principales fuentes de captación se ven directamente afectadas por la Covid-19.
Nuestro motor principal, el mercado turístico, ha sido desvanecido y permanecerá así mientras no se defina un protocolo de reapertura internacional o se encuentre una vacuna; subsiguiente a esto, se encuentran las remesas, que, si bien el año pasado aportaron más de 7 mil millones de dólares, se puede indicar, que hace unos pocos días el Banco Mundial anunció que prevé para este 2020 su mayor caída en la historia reciente, cerca del 20%.
Si de por si el cuadro actual nos parece en extremo preocupante, a esto se agrega un cierre parcial del comercio internacional que ha estado impactando sustancialmente las exportaciones netas. En adición a esto nos encontramos en un ambiente de incertidumbre que provocaría, en teoría, un escape de capitales, es decir, una significativa disminución de la inversión extranjera directa.
Mientras, por el lado de la demanda se crean presiones en el tipo de cambio, desde nuestros principales empresarios importadores buscando dólares para saldar sus obligaciones, pasando por los agentes individuales que buscan maneras de mantener el valor de sus ingresos a través de la compra de divisas, a lo que se añaden, las divisas requeridas por el Gobierno para servir la deuda publica extranjera.
Si bien el aumento del precio del oro combinado con un desplome de los precios del petróleo (que no podrán ser aprovechado del todo por falta de espacio para su almacenamiento, según autoridades) dan un cierto alivio, esto no será suficiente para evitar la agudización del déficit de cuenta corriente, el cual deberá ser financiado con deuda publica en moneda extranjera, y que al año 2019 se encontraba en -1,209 mil millones de dólares.
Al mismo tiempo que se dan estas relaciones entre las variables en cuestión, se forman, de manera iterativa, expectativas sobre el desenvolvimiento de la tasa de cambio. Estas expectativas alimentan de forma agresiva las especulaciones de los agentes, provocando así, acciones de arbitraje.
En economía y finanzas llamamos arbitraje a la práctica de tomar ventaja de una diferencia de precio entre dos o más mercados, es decir, a aprovecharse de las fricciones del mercado para generar utilidades. Aunque podría verse como una actitud predatoria e insensata aprovecharse de esta coyuntura para generar utilidades a partir de una estrategia que presionaría aún más la depreciación del tipo de cambio, es un proceso totalmente natural del mercado, en el cual los especuladores fungen como descubridores de precios en la economía.
Si bien en el pasado se han visto crisis cambiarias debido a problemas de especulación, como es el caso de la crisis del Bath de Tailandia en el 1997, deberíamos interpretar que la razón radicaría, más bien, en un problema estructural del ente estabilizador.
En vista de lo anterior, uno se preguntaría ¿Cuáles soluciones o medidas podrían tomarse para evitar un aumento desenfrenado de la depreciación? En primera línea de batalla el Banco Central utilizaría las Reservas Internacionales para restablecer la estabilidad en el mercado cambiario. Sin embargo, es necesario denotar que las mismas se encuentran actualmente en 8,775 Millones de dólares, por debajo del promedio anual.
Evidentemente es necesario un nivel óptimo de reservas para contrarrestar el shock de demanda
provocado por la pandemia; por tanto, sale a relucir la pregunta ¿Cuál sería el nivel óptimo de reservas internacionales? Según el Banco Central existen varios criterios que determinan una posición saludable, como, por ejemplo:
• Las Reservas Internacionales Netas deben cubrir al menos 3 meses de importaciones.
• La proporción de Reservas Internacionales netas con respecto a la base monetaria debe ser mayor al 100%.
• Las Reservas Internacionales Netas deben ser mayores a los compromisos en moneda extranjera en el corto plazo
Definir cuantitativamente el nivel óptimo de reservas dada las condiciones actuales, debe ser, el enfoque principal del ente estabilizador, por tanto, no nos compete entrar en cuestiones técnicas específicas de la situación, en este artículo.
En definitiva, es acertada la percepción de que se avecina una ola de especulación que podría, sin mucho esfuerzo, debilitar sustancialmente nuestra estabilidad cambiaria, lo que, si bien es consecuencia de un shock exógeno reforzado por las expectativas de los agentes, su desenvolvimiento dependerá de las acciones discrecionales del ente estabilizador a lo largo del horizonte temporal.
El Banco Central tendrá que examinar detalladamente su disponibilidad de reservas para poder ejecutar medidas estabilizadoras prudentes que puedan mitigar los efectos en el mercado cambiario del fenómeno económico generado por la pandemia.
(El autor es economista, egresado de la PUCMM)
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