El domingo, el sábado, otros días, la ciudad de Santo Domingo y sus vecindades amanecieron inundadas de humo proveniente de un antiguo vertedero de basura que amenaza con causar más daños a la salud que el corona virus.
Una bebida alcohólica ilegal ya ha matado casi la mitad de la cifra que registra el COVID-19.
Así hay tantas y tantas cosas que ocurren fruto de la irresponsabilidad, la desidia y la corrupción que existe en la sociedad dominicana generalmente en contubernio con caciques políticos locales o nacionales.
Presidentes ha habido que se hacen de la vista gorda, y Juan Bosch los calificaba de sin vergüenzas.
Cuando los problemas del país agobiaban, Juan Bosch parecía un pesimista en la intimidad y a veces dejaba ver en algunas de sus declaraciones públicas su estado de ánimo.
Una vez no, varias veces, a mí me comentaba: “Víctor, por qué mis padres no me hicieron haber nacido en París, en vez de aquí?”.
A pesar de eso, luchó y se mantuvo enseñando con sus palabras y su testimonio de vida.
Juan Bosch fue un ejemplo de honestidad y honradez. La mejor prueba fueron sus actos como gobernante y su trabajo como dirigente político y maestro de tantas personas que escucharían y tendrían la oportunidad de poner en práctica sus enseñanzas.
Sin embargo, cuando las insensateces y conductas irracionales de los grupos y los individuos le agobiaban, el maestro Juan Bosch pasaba por situaciones personales que a cualquier ser humano desconciertan.
Ya en en el ocaso de su vida, Juan Bosch llegó a comentarle a un amigo que el hecho de que el pueblo dominicano votará a favor del presidente Joaquin Balaguer para elegirlo presidente de la República era una señal de que este país nuestro sólo podía ser gobernado por un sin vergüenza.
En este juicio tardío, Juan Bosch repetía el dilema de su vida entera: su contradicción existencial entre el escritor, el artista, el humanista, y la suciedad de la realidad del quehacer político cotidiano que el mismo Bosch le señaló en una correspondencia que le dirigió al presidente Rafael Leonidas Trujillo Molina en el mes de enero de 1938 cuando salió del país hacia un exilio que duró 23 años.
Hoy, en el año 2020, los discípulos de Juan Bosch tenemos el deber de observar su ejemplo, y demostrarle que este país no sólo puede ser gobernado por un sin vergüenza.
Juan Bosch no claudicó como gobernante, y fue derrocado por un golpe de Estado. No tuvo la oportunidad de tomar las decisiones necesarias para que se crearan en la sociedad dominicana los nuevos hábitos de conducta que superaran los tradicionales intereses que mantienen la duda y la mala fama de los políticos dominicanos.
Los peledeístas que han gobernado durante veinte (20) años sí han tenido esa oportunidad, aunque se han registrado graves errores en la conducción del Estado que a veces contrastan y hasta llegan a opacar los notables avances que ha alcanzado la República Dominicana desde 1996.
Faltan importantes decisiones que ejecutar para empezar a corregir malos hábitos y prácticas en la sociedad dominicana.
En estos momentos históricos y trascendentes que vive la humanidad, frente a los desafíos ante la vida y la muerte que afronta el pueblo dominicano, Presidente Danilo Medina: Demostremos que Este País No Sólo Puede Ser Gobernado por un Sin Vergüenza.
En el tiempo que le resta Usted puede demostrarlo tomando importantes decisiones trascendentales para el futuro y destino de la nación dominicana.
Santo Domingo, 3 de mayo 2020