La permisividad del gobierno ante las crecientes violaciones a la cuarentena permite presumir que al final se ha decantado por la “inmunidad de rebaño”, modalidad peligrosísima que ha provocado daños terribles en países que lo asumieron.
Hay una suerte de “administración” del proceso que permite números “positivos”, instrumentalizados en campañas mediáticas prematuras y la ampliación de donaciones fundamentalmente a través de las dos figuras de la boleta presidencial del Partido de la Liberación Dominicana.
Las autoridades fuerzan la supuesta estabilidad de contagios con la limitación de la cantidad de pruebas, alegando falta de insumos, pero cuando la presión pública les ha hecho superar el umbral de las 2 mil prometidas hace varias semanas, la realidad, siempre tozuda, les da en la cara: récord de contagios.
En el boletín 51 del sábado último, ¡al fin!, 2,048 pruebas pero se hizo trizas la supuesta ralentización al registrarse 506 nuevos casos. Más pruebas, más casos de contagio.
Entonces, ese “dejar hacer, dejar pasar” es una enorme irresponsabilidad de los que gestionan la crisis sanitaria con criterio político-electoral, al margen de las recomendaciones y advertencias de la OMS y otros organismos y científicos internacionales y locales.
Los voceros oficiales dicen que es no es momento de bajar la guardia y que todavía no es posible reabrir la actividad económica, empero se limitan a exhortaciones y en los hechos aceptan operaciones de negocios no habilitados y la masificación diurna sin distanciamiento personal. Los medios difunden a diario imágenes de “tapones”en la circulación vehicular, expresión de profusa y diversa actividad.
El gobierno públicamente rehúsa la presión empresarial, industrial y de comerciantes, pero paulatinamente abre y con la mira puesta en las elecciones ya permite prácticamente toda actividad informal y amplía programas sociales y donaciones de comida y dinero en sectores populares. En algunas áreas la autoridad se retrae de su obligación constitucional, para que entre directamente el candidato presidencial oficialista, Gonzalo Castillo.
Imposible volver a la “nueva normalidad” con contagios en aumento, pero electoralmente perjudicial apretar las restricciones como dicta la norma sanitaria internacional.
El presidente Danilo Medina parece asumir el peligroso juego de “ver qué pasa”, si la letalidad sigue baja y los hospitales sin plena ocupación, asumiendo algunas teorías de que el comportamiento del Covid-19, baja antes de los 80 días sin importar si hay cuarentena o apertura plena. Aterrador albur.
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Los fallecimientos continúan y no se puede ver como simple “goteo”, vidas que nos arranca la pandemia entre 5 y 15 diariamente y que suman 385, con nombres y apellidos, no simples estadísticas. Los contagiados se aproximan a los 10 mil.
La llamada “inmunidad de rebaño”, (permitir circulación de personas sin importar aumenten contagios y se acelere generación de anticuerpos en personas y se cree una barrera inmunológica) ha provocado una masacre en Suecia y Gran Bretaña.
Aquí, si continúa en los hechos este “contagio controlado”, podría provocar una catástrofe (está llegando a los barrios) con enormes rebrotes y desbordamientos hospitalarios, pese a que el doctor Rafael Sánchez Cárdenas, político con decreto de ministro de Salud Pública enfatiza diariamente en sus ruedas de prensa que sobran camas, unidades de cuidados intensivos y respiradores.
Me gustaría escuchar a los reputados médicos que han aceptado colaborar con el gobierno y el país para enfrentar la pandemia y que se juegan su prestigio en esta crisis.
Los políticos solo piensan en ganar elecciones y ven las crisis, aunque se trate de la vida y muerte de personas, como oportunidades electorales.
Esperemos el wikileaks de la pandemia…