Por: José Francisco Peña Guaba.-Inicio mi análisis estableciendo que todo lo que ha habido que hacer para la unidad del peledeismo lo hemos hecho desde la co-autoría del acuerdo del 2015 hasta nuestros días. No se nos puede acusar, a partir del presente artículo, como apologista de su división. Trataré de expresar mis valoraciones aparte de toda conveniencia. De hecho, tampoco sé cuáles serán las decisiones finales de los actores de este proceso. El tiempo y las consecuencias darán la razón a uno u a otro.
El diferendo entre Danilo y Leonel no es nada nuevo, como no lo son los diferendos entre líderes de una misma organización política. Los ejemplos abundan en las crónicas del pasado. Pareciese que la “jefatura” o los “liderazgos” en nuestro país están signados por el destino histórico a no compartirse: Lilís con Luperón, Trujillo con Estrella Ureña, Balaguer con Augusto Lora, Bosch con Peña Gómez, Hipólito con Miguel Vargas. Como se ve, esto es algo común, nuestra cultura poco democrática y el peso del mando único responden a razones o códigos de conducta algunas veces hasta irracionales pero que se han impuesto, sobre todo en la política y en más de los casos con la ayuda de adláteres o cortesanos de turno que son quienes, al final, crean las condiciones para los rompimientos.
Para la división siempre hay una excusa no importa cuánto éxitos se hayan logrado juntos; los intereses personales y el egoísmo priman en esta materia, casi siempre porque, penosamente, se impone hasta a las mentes más iluminadas haciendo zozobrar carreras, proyectos e instrumentos que bien le pudieron servir más a la patria pero qué razones fútiles destruyeron.
Todo esto viene al caso de Danilo y Leonel, binomio exitoso que ha realizado la hazaña de ganar en unidad 7 elecciones en nuestra nación, 6 de ellas de manera continua, lo que convirtió al PLD en un partido único en América. Nadie en Democracia, salvo el caso mexicano con el PRI, nadie había logrado construir una maquinaria electoral tan exitosa. La clave de tantos logros fue, sin duda, la institucionalidad, la aplicación de un pragmatismo férreo, de optar por lo conveniente, siempre manteniendo el mutuo respeto y el apoyo recíproco de su alta dirigencia.
Siendo justos, mientras Leonel tuvo la primacía respetó más la institucionalidad partidaria. Nunca auspició el ingreso al Comité Político de nadie que no tuviera los méritos requeridos, él nunca tuvo grupo, jugó siempre al equilibrio de las fuerzas que interactuaban a lo interno de la organización.
Llegada de Danilo al Poder
La llegada al poder de Danilo introdujo un cambio brusco de esa política concertadora. Danilo sí tenía su grupo o corriente, que copó casi todos los cargos de la administración pública y del partido. Los funcionarios vinculados a Leonel fueron purgados uno a uno hasta no quedar ninguno, sin importar el mérito, los años, ni los aportes realizados.
Ahí está la primera razón: el PLD y el gobierno obedecen a una corriente que a fuerza de tener el control absoluto de la nómina pública se hizo mayoritaria; los cabezas de ese grupo no están dispuestos a ceder hoy su espacio logrado aunque para ello la división y la derrota sean necesarias. Es entendible en países como los nuestros: el control no se cede, parece que siempre hay que arrebatarlo.
Lo segundo es que para Danilo el PLD es su herencia; a él le dedicó casi toda su existencia y se entiende heredero por mérito propio del partido de Bosch.
Danilo logró sacar a Leonel del PLD y crear con ello un liderazgo y un mando único. Eso no va con hacer pactos para traerlo de nuevo, sobre todo a sabiendas del inmenso cariño y admiración que le guardan todavía al expresidente las bases de ese partido.
Para la corriente de Medina como para el mismo fue una misa en salud la renuncia de Leonel del PLD, no hubo de expulsarlo, porque ya Leonel se sabía convencido que ahí no hacía nada. El colmo de la sinrazón fue imponerle a una persona sin merito partidario alguno como candidato, en una cuestionadas primarias que el informe de la OEA y UNIORE sobre el voto automatizado aclaró.
Para el Presidente Medina, tenga o no la razón, su peor escenario, piensa él, es que Leonel vuelva a ser presidente. Ese natural pero muy lineal criterio del dirigente-Presidente pudiese estar equivocado, ya que muchos experimentados analistas difieren de él en esa apreciación. Pero Danilo entiende que si Leonel regresase al Palacio él lo perdería todo, el gobierno, el Partido, la dirigencia, los electos del área congresual y municipal, en fin, todo el liderazgo. Es posible que en parte sea esto verdad, lo que no se está evaluando son los riesgos de una desconsideración mayor por parte de los opositores. Leonel, de volver al solio presidencial, sería incapaz de perseguir a sus antiguos compañeros de partido. Él ha dado muestras, más que cualquiera, de que es un demócrata a carta cabal, de que no tiene espíritu retaliador. Es un temor infundado del Presidente Medina y de la cúpula palaciega. Sin embargo, creo que, conociendo lo obcecado que éste puede ser en sus decisiones, ese riesgo parece dispuesto a correrlo pero, no sin antes jugar sus cartas para blindarse en diferentes escenarios. Veamos.
Danilo ha logrado, en base a la indulgencia de Leonel en su momento, quedarse con la mayoría de la dirigencia y la militancia del PLD. Leonel no conminó a nadie, a ninguno de sus cercanos, a los que habían ganado candidaturas en las primarias, a que se fueran con él a la Fuerza del Pueblo. Creo sinceramente que esta situación juega a su desfavor, máxime si del 42% de los votos mostrados hoy por el PLD en las municipales hay decenas de miles votos del leonelismo en favor de supuestos “aguacates.”
Con esa ayuda el PLD le mostró los colmillos al PRM, que pese a las encuestas, a un mes de protestas diarias y a la pérdida de significativas y simbólicas alcaldías, la diferencia del voto nacional de los dos bloques de alianzas se redujo apenas a un 2%, enviando una peligrosa alerta a la oposición, porque la presidencial se gana con la suma del voto nacional y no de demarcaciones en específico.
La pandemia del Covid 19 ha demostrado que los imponderables cambian el curso de la historia, para beneficio de unos y en detrimento de otros, porque en esta crisis sanitaria se está generando una gran crisis económica y social de la cual el slogan del cambio puede ser opacado por el de seguridad y experiencia. Aunque las encuestas todavía le mantengan altas posibilidades de triunfo al PRM, ya no la tienen todas consigo. Es ahí donde se refuerzan las razones por las que Danilo no se espera que apoye a Leonel.
Danilo sabe que la pandemia le permitirá llegar con soluciones temporales al grueso de la población, el mapa de la pobreza donde está la mayoría del electorado y él ve una posibilidad en una alta abstención, promovida por el gobierno de posicionar al PLD con su candidato presidencial en condiciones muy favorables. Sabe que, mientras menos concurridas sean las elecciones, mayor porcentaje electoral obtendrá y, aunque creo casi imposible que lleguen a más del 50% por más empleos, bolsas de comidas y tarjetas que den, el hará hasta lo imposible para tratar de empatar con el PRM en la primera vuelta electoral, a base de una política equivocada hasta ahora del luisismo, que ha vendido la falsa idea a sus bases y al pueblo de una diferencia holgada de triunfo que todo indican no tendrán (por razones en otros artículos expuestas por quien aquí escribe) y , para el 5 de julio permiten crear en la percepción de la población y de la militancia de la Fuerza del Pueblo y sus aliados, la imagen de invencibilidad del gobierno. Con ello la oposición estaría en problemas para una segunda vuelta, sobre todo si el miedo al contagio se amplía como resultado de una propagación que se produzca como consecuencia de las elecciones de primera vuelta, que hiciesen reducir aún mucho más la concurrencia en la segunda. Pueden entonces encontrarse, la oposición, con una sorpresa.
Cómo quiera Danilo tiene otra carta ante la casi imposible victoria del PRM en primera vuelta y es ganar la mayoría congresual, en función de lo difícil que resulta realizar y ganar las campañas presenciales. La ventaja de los incumbentes actuales puede ser una realidad que pudiese resultar decisiva sobre todo porque cuentan con amplios recursos económicos y la posibilidad de captar con ayudas sociales el voto clientelar. Él sabe cómo nadie el tamaño de la crisis real que tendrá que sortear el país y el nuevo gobierno, que no podría gobernar sin consenso y, mucho menos, sin ponerse de acuerdo con el Congreso, por todo lo que habría que aprobar para poder seguir operando la estructura gubernamental.
No duden que si la diferencia para ganar el PLD no es posible lograrla de la primera a la segunda vuelta, si lograra imponer la clasificación de su delfín con el uso y abuso de los recursos del Estado y a sabiendas de que la Fuerza del Pueblo y sus aliados no le votarán en la segunda vuelta electoral, ante esa realidad inminente Danilo podría negociar el retiro del PLD de participar en la segunda vuelta electoral, con condiciones que el PRM pudiese aceptar y que de paso lo comprometerían a no perseguir a una parte importante de funcionarios del saliente gobierno. Lo que cerraría posibilidades de acuerdos con Leonel y sus aliados para el segundo comicio presidencial, cerrando la puerta a un pacto con el PRM para dicha segunda vuelta. Con lo que Danilo haría una jugada por partida doble: obligaría a Luís a un acuerdo con el oficialismo y le quitaría la oportunidad a la Fuerza del Pueblo de un acuerdo con el nuevo gobierno.
El PRM, alegre porque así no tendría que dar ninguna participación dentro del gobierno a fuerzas externas a ellos y seducidos por la posibilidad de la repostulación de Luís para el 2024, verían con agrado esto, porque mientras Danilo está inhabilitado constitucionalmente para presentarse nueva vez, Leonel no lo está y como no habría tenido nada que ver en su triunfo, él pudiese convertirse en lo inmediato en el objetivo básico opositor del gobierno de turno.
Es posible que en el hipotético escenario en que Leonel después del 2020 resurja con fuerza y capacidad de ganar las elecciones del 2024, el PRM juegue a habilitar de nuevo a Danilo para dividir otra vez el voto peledeista. Claro está, estarían frotándose las manos quienes creen que, si a fuerza de los acontecimientos, sería posible que por la inexperiencia y por retomar los errores del ayer, el perredeismo con nuevas siglas hiciera perder al país la larga estabilidad macro-económica lograda por los gobiernos del PLD. Ambos líderes, Leonel y Danilo, esperarían pacientemente a que eso ocurriera por entender que existirían altas posibilidades de que así sea. Entonces, es posible que esos dos gladiadores se enfrenten de nuevo en el 2024, claro si Dios les depara salud y el estrés a que serán sometidos los mantiene con ánimo para ir a la refriega.
Entonces se sabrá si los sectores adversos al PLD y el PRM dejaron sobrevivir a la franquicia morada. Estaría por verse si un mal gobierno de Luís pondría de nuevo en el mapa electoral a la estrella amarilla o si, por el contrario, a la Fuerza del Pueblo.
Entonces podremos saber si ambos fundadores del PLD en la oposición, uno con más recursos económicos que otro, tal vez con mayor cantidad de incumbentes, podría superar a la fuerza de las ideas, al carisma, a la inteligencia estratégica y a la resiliencia del LEON. Para eso sólo tenemos que superar esta pandemia, sobrevivir y entonces podremos ver la segunda temporada de esta serie, que, por lo interesante y expectante de la misma, nos hace decir la frase del gran narrador cubano Buck Canel: “no se vayan, porque esto se pone bueno.”