Temo que temiblemente me ha llegado lo que siempre temí: el atemorizante momento en que, como este temido día, no tendría ningún tema que provoque mi temeridad, lo que me lleva a asumir una temática que supere los más temerarios límites que suele temer un temista nada temeroso: el tema de no tener tema que pueda tematizar, en una sociedad cargada de temores frente a aquellos que, como Temo y compartes, la atemorizan con una mayor virulencia futura por reclamar que ya cesen las temidas medidas contra un virus que, por ser tema tan reiterado, lleva a un temista diario a escribir sin temor un simple juego de palabras.