No quiero ser pesimista, pero a los cincuenta y dos mil millones de pesos de bonos emitidos para subsidiar los efectos de la crisis sanitaria, agreguemos más deuda externa, caída total del turismo con toda su derrama, gran disminución de las remesas, desplome de las exportaciones y parálisis de la construcción, la industria de agregados y la agropecuaria; a todo lo cual sumemos la acentuada baja de las captaciones arancelarias y fiscales, mayor inflación y gran aumento de la tasa de cambio, para contemplar el posible futuro de la economía nacional, que se definiría con este grito: “¡Recojan, que esto se jodió!”