-Hay una gran oportunidad. Delicada situación, pero quizás sea la única.
-¿Compromete la vida de civiles?
-Sí. El daño colateral podría ser importante…no podríamos precisar cuántas vidas.
Silencio de varios segundos.
-Señor Presidente, esperamos por usted. El tiempo apremia. Ese sujeto es un peligro para miles de personas.
-Adelante.
Este tipo de diálogo son familiares en películas norteamericanas, sobre todo en las que perfilan campañas antiterroristas estigmatizadas y prejuiciadas. Se dispone de la vida de personas a distancia, con simples ecuaciones por un alegado “bien mayor”.
El ejercicio político, la lucha por el poder tiene similitudes a las “soluciones” militares en el manejo de los escenarios.
En la disputa electoral la verdad se relativiza, los insuficientes fondos públicos se convierten en humillantes funditas o cajas de comestibles que “jartan” un día (sin criterio de equilibrio alimenticio), la propaganda mentirosa aturde, pero todo está justificado por un propósito superior.
Con la aparición del letal intruso de nombre Covid-19, que imponía el engavetamiento de las hachas y las concertación de todo el liderazgo político, empresarial, social, sindical para afrontar eficazmente sus terribles impactos, la lucha electoral luego de un receso de horas, resurgió con otras formas, pero con el mismo fondo clientelar y demagógico con amplias ventajas para los candidatos oficialistas.
El presidente Danilo Medina, único jefe del Partido de la Liberación Dominicana y responsable exclusivo de la candidatura presidencial de Gonzalo Castillo, ante las dificultades de unificar al partido en torno a la propuesta, los errores del novato y la derrota municipal del PLD en marzo último, ha visto en el manejo electoral de la crisis sanitaria la última posibilidad de cara a las elecciones del 5 de julio.
Medina ha dejado espacio de responsabilidad constitucional del Estado, para que sea el candidato morado que juegue al héroe en asistencia y ayudas a ciudadanos afectados por las consecuencias de la pandemia en desplazamiento internacional, falta de insumos médicos y carencias en alimentación, en ocasiones violando toque de queda y otras restricciones de la cuarentena.
El mandatario ha sido permisivo frente al rompimiento del distanciamiento social, la circulación vehicular, apertura de comercios no autorizados, como si optara por la llamada ”inmunidad de rebaño” y por otro lado, ha desplegado cuantiosos recursos en ayudas sociales, vinculándolas a la vicepresidenta Margarita Cedeño, quien refuerza la boleta que encabeza Gonzalo. Muchos sectores se quejan de que no han sido beneficiados.
No estamos en condiciones sanitarias de reabrir, pero pequeños y medianos empresarios y comerciantes, fundamentalmente sectores informales no resisten la paralización y la población a punto de explotar por el forzoso encierro.
El gobierno, promovió las consultas con diversos sectores productivos y se presenta como “presionado”, pero ha sido incapaz de llegar a los parámetros recomendados por OMS y OPS (este organismo advertía posibilidad de rebrote en el Caribe) en cantidad de pruebas realizadas (sigue el alegato de falta de insumos) y en la importancia de que la positividad esté entre 10% y 12% al momento de reabrir economía. El promedio de las últimas semanas no baja del 20%.
El riesgo es altísimo, pero el gobierno controla la información, “administra” la marcha de la pandemia y parece confiar en la genética e historia de vacunación de los dominicanos, así como las altas temperaturas en el país.
Mientras Gonzalo arrecia la entrega de ayuda y se difunde una aplastante campaña sobre su bonhomía y se esparcen “encuestas”, que lo hacen triunfar hasta en primera vuelta.
Esperemos no haya una catástrofe sanitaria, como “daño colateral”. ¿Y si, sí? (Voz y tono de José Mota).