Por Horacio Nolasco.- La situación de limbo que se vive en el béisbol de las Grandes Ligas hoy día, debido al tranque entre el Sindicato de Peloteros de Grandes Ligas (MLBPA) y los propietarios de equipos, es lo más parecido a las tensas relaciones o guerra fría que se vivió entre el bloque soviético y los Estados Unidos.
Por la llegada del covid-19 se pospuso el inicio de la temporada, programada para final de marzo, acordando que los jugadores obtendrían un salario prorrateado (proporcional entre ambas partes), en caso que se pudiera jugar béisbol.
Hace unos días, el Comisionado Manfred se reunió de manera virtual con los dueños de equipos, programando iniciar los entrenamientos a mediados de junio y la temporada el 4 de julio, en escenarios y condiciones adaptadas al coronavirus. Un día después se programaría una especie de acuerdo con el sindicato.
Los dueños propusieron la semana pasada una repartición 50-50 de los ingresos, provocando con esto una serie de declaraciones bastante fuertes como las del japonés Yu Darvish, quien señaló que los jugadores eran tratados como perros de pelea. Para Tony Clark, presidente de la MLBPA, eso es más que una propuesta indecente.
El sindicato de jugadores ha pedido reglas claras, igualdad de condiciones para negociar, incluso que les faciliten los libros de contabilidad. Los dueños, tras acordar con el comisionado, dejaron los platos sucios sobre la mesa y se han hecho de la vista gorda.
El asunto es más complicado de lo que parece, pues dueños y jugadores finalizarán un acuerdo de cinco años en diciembre del 2021. Uno entiende que la situación actual no es un buen adelanto para lo que podría ser un largo invierno el año que viene.
Se ha indicado que los dueños perderían unos 4,000 millones de dolares por concepto de taquillas, mientras los jugadores tendrán reducciones sustanciales de sus salarios. Algo que deben tomar en cuenta los que encabezan la MLBPA es que hay peloteros como Mike Trout o Clayton Kersaw que tienen su vida presente y futura asegurada, sin embargo hay otros que esos 100 o 200 mil dólares que podrían ahorrarse les servirían para garantizar los estudios de sus hijos o adquirir una vivienda propia.
Los jugadores con contratos garantizados tienen miedo de enfermarse de covid 19, indican que quizás el riesgo no valdría la pena y que podría llevar la desgracia a sus familias, un punto sin discusión a favor de los protagonistas del negocio. Los dueños en su totalidad tiene su vida garantizada, billonarios algunos, un elemento que deben entender los obreros del bate, el guante y la pelota (tal es el caso de Charles Johnson, principal accionista de los Gigantes, con 87 años y una fortuna estimada en unos cinco mil millones de dólares).
Las Grandes Ligas tiene una oportunidad fenomenal de palear un poco la situación de confinamiento que vive el mundo, presentar un espectáculo digno, aun sin público y con muchas reglas relacionadas al virus, mas dueños y jugadores deben colocar un ramo de olivo en medio de la guerra fría.