Estamos en transición, pero casi todos lo olvidan.
El presidente Danilo Medina y sus funcionarios actúan como si estuviesen a mitad de gestión y gran parte de la oposición vomita denuncias olvidando que podría ser víctima de éstas de asumir el gobierno el agosto próximo.
Medina, autosuficiente, confiado en que podría sacar mayor partida a su causa electoral, rehusó convocar al liderazgo político para enfrentar la crisis sanitaria, que impacta terriblemente en lo social, económico y político.
El político, con experiencia como jefe de estrategia de su partido en procesos pasados, optó por el clientelismo, potenciado a planos abusivos y hasta ridículos, como fórmula salvadora ante la reciente debacle municipal y las falencias del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicano.
El gobierno promete ayuda para todos los sectores productivos, pero intrincados procesos dificultan los accesos para medianos y pequeños comerciantes y en lo social la voz institucional amaga y el candidato da.
Las autoridades anuncian medidas económicas y definen estructuras financieras y fiscales de largo alcance que generan compromisos futuros, menospreciando la opinión de quienes pudieran asumir la administración pública en semanas, lo que enrarecería el ambiente nacional ante un cambio de color en las elecciones del 5 de julio.
El manejo sanitario y sus anejas restricciones se ajustan a las necesidades de promoción del candidato de Medina y aviones van y vienen con atletas, médicos, boxeadores y predicadoras, y por otro lado, con ayudas en insumos y equipos de protección, mientras el gobierno se quejaba de las limitaciones y dificultades en el mercado internacional para poder atender demandas internas, incluyendo el reclamo de más pruebas PCR, tema aún no resuelto.
El pan y salami en funditas con la cara de Gonzalo repartidos, preferiblemente en las horas del toque de queda y con el suministro de gas propano en camiones dispensadores con las imágenes del candidato se hicieron trizas todos los llamados al distanciamiento personal, además de violentar normas de manejo del peligroso combustible.
La oposición política, beneficiada con la división del PLD y su caída en las municipales y el desmoronamiento de su aliado principal, el PRD, debe ser inteligente y muy cuidadosa en este espinoso tránsito.
En ocasiones, los opositores usan un lenguaje apocalíptico y un todo o nada, del que se sabe perdedor en cualquier escenario, con lapsus sobre sus propios números electorales y los que le atribuyen no vinculados. Quizás, por ese trauma de 16 años de quejas y denuncias no correspondidas.
Cierto que el PLD ha actuado de forma aplastante en el poder y que la oposición no se puede fiar, pero las circunstancias actuales son diferentes a procesos pasados y los que aspiran a la poltrona presidencial deben ser facilitadores y colaboradores y aliados críticos del árbitro. No es posible el “acoso y derribo” frente a la Junta Central Electoral, sin importar las razones que existan para recelar. No es darle un cheque en blanco, sino actuar con racionalidad política.
En cuanto a la actitud frente a la respuesta oficial a la pandemia, la oposición ,claro que tiene que cuestionar y enfrentar la manipulación electoral de la crisis sanitarias y reclamar el manejo transparente de los fondos, pero el apoyo o rechazo a medidas gubernamentales debe hacerse en función del beneficio que recibirían los ciudadanos y tomando en cuenta que en agosto podría tocarle la responsabilidad de enfrentar una desafiante y compleja situación de indefinida duración.
Estamos en transición y todos actores políticos deben tenerlo presente a la hora de hablar y de usar los fondos públicos.