En esta campaña electoral atípica, por razones de la empidemia de coronavirus que afecta a nuestro país y la ausencia de actos masivos, se observa un significativo desequilibrio en la propaganda televisiva a favor del candidato del Partido de la Liberación Dominicana y de otras entidades, señor Gonzalo Castillo, con respecto a los candidatos de la oposición, licenciado Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno y fuerzas aliadas, y el doctor Leonel Fernández, candidato de la Fuerza del Pueblo y también de otras organizaciones.
Ese desequilibrio constituye una violación a la Ley 15-19, Orgánica de Régimen Electoral, cuya responsabilidad es de la Junta Central Electoral, la cual se compromete a monitorear y a regular la propaganda de los candidatos en procura de la debida equidad entre las distintas opciones a participar en el evento electoral presidencial y legislativo del 5 de julio venidero.
De forma adicional, el candidato Gonzalo Castillo se ha beneficiado políticamente con el incremento del asistencialismo estatal, aumento que la propia Ley 15-19 prohíbe en campaña electoral tanto en el monto como en la cantidad de personas beneficiarias, pero se ha tomado como pretexto la pandemia del nuevo coronavirus, donde cientos de miles de dominicanos han perdido sus puestos laborales y los trabajadores informales, que son la mayoría, han resultado seriamente afectados.
Expertos en campañas electorales consideran que es lógico que Gonzalo Castillo haya registrado algún repunte en las encuestas de opinión, pues se le percibe, en los segmentos de menor escolaridad, como el candidato de mayor aporte durante todo el trayecto de la crisis sanitaria.
Politólogos independientes estiman que fue un error de Luis Abinader el involucrarse en una campaña de asistencialismo, donando equipos y hasta hospitales, porque se metió en un escenario desigual, pues por más que done nunca podría competir con el Estado, por lo que debió de optar por la denuncia del hecho inhumano de que se tome una tragedia de salud para sacar beneficio político, sobre manera cuando se ha aportado pruebas de compras sobrevaluadas de mascarillas, medicamentos y de equipos.
Los resultados de la reciente encuesta de Mark Penn/Stagwell han llevado oxigeno y levantado los ánimos de muchos peledeístas, inclusive ha provocado que dirigentes del Comité Político, que hasta antes de esa encuesta telefónica se habían mantenido indiferentes, se integren a la campaña electoral.
Y esos resultados de Mark Penn han motivado a la publicación de otras encuestas favorables a Gonzalo Castillo, pero de firmas que nadie conoce o de pobre reputación. De todas maneras, se trata de cifras que contribuyen a ofertar percepciones y ya hay muchos dominicanos, incluyendo gente que hace análisis, que le ve posibilidades al candidato del oficialismo.
Sin embargo, lo que se observa en las calles es que Luis Abinader muestra una ventaja que sigue siendo importante. La observación es una técnica de investigación científica y cuando se observa de forma desapasionada se puede tener un pulso de la correlación de fuerzas políticas.
También los investigadores se valen del método deductivo en sus análisis políticos y no han faltado quienes rechacen el 39 por ciento que la Mark Penn otorga a Luis Abinader, partiendo del 35 por ciento que la Junta Central Electoral de Roberto Rosario le asignó en el 2016, siendo candidato de un partido nuevo, un desprendimiento del PRD, que todavía no estaba organizado en muchos municipios de la geografía nacional.
Un técnico de la propia JCE llegó a confesar, meses después de la contienda comicial del 2016, que Luis Abinader alcanzó un 40.2, es decir, la misma votación obtenida por Miguel Vargas Maldonado cuando fue candidato presidencial en los comicios del 16 de mayo del 2008 por el Partido Revolucionario Dominicano.
Mediante el uso del mismo método deductivo algunos analistas estiman que la fuerza actual de Luis Abinader y del PRM podría ser superior a la de Hipólito Mejía y el PRD del 20 de mayo del 2012, cuando la JCE le dio un 47 por ciento.
Hay analista que creen, inclusive, que la fuerza de Luis Abinader y del PRM es mayor a la de Hipólito Mejía y el PRD del año 2000, cuando en el certamen comicial del 16 de mayo de ese año se logró un 49.87%, número superior al que la Gallup le otorgaba al candidato perredeísta una semana antes del certamen, que era de un 46%.
Se entiende, sin embargo, que todo candidato presidencial que reciba 45% o más, previo a un torneo electoral, tiene grandes posibilidades de juntarse con la anhelada mayoría absoluta, pues en comicios sólo se computan los votos válidos emitidos. Porcentaje de indecisos y de abstencionistas sólo salen en los estudios de opinión.
Hasta el momento, durante toda la campaña electoral, la media de los resultados de las firmas encuestodoras arrojan un porcentaje algo superior al 50% para el PRM y su candidato presidencial. Y en caso de bajar del 50% no es motivo de preocupación, porque regularmente cuando se trata de 45 o más las posibilidades de subir al 50 son altas.
Los expertos del marketing político dicen que Gonzalo Castillo es un producto difícil de vender, pero el nuevo coronavirus, aunque se trata de una tragedia sanitaria, ha resultado ser su salvación política, pues mientras todas las noticias giran en torno a la pandemia y Gonzalo Castillo siga jugando el rol protagónico es posible continuar creciendo.
Son los asesores internacionales de Gonzalo Castillo, los cuales, según se dice, gozan de reputación internacional, los que sugieren que todas las noticias de los diarios y toda la campaña electoral gire en torno al coronavirus. De ahí la insitencia del presidente de la República, Danilo Medina, de llevar el estado de emergencia lo más lejos posible, incluyendo un toque de queda que sólo sirve para la campaña electoral del candidato del PLD.
Tanto los estrategas de Gonzalo como de Luis Abinader abogan por la reducción del porcentaje de Leonel Fernández, porque esos votos se los reparten uno y otro, tarea que no ha resultado difícil por la tendencia a la bipolarización que históricamente ha caracterizado a nuestro escenario electoral. La gente no vota para quedar en tercer lugar.
Si la pandemia favorece a Gonzalo Castillo, según Bernardo Vega y otros encuestólogos, entonces la estrategia de los asesores políticos de Luis Abinader y de Leonel Fernández debería de procurar la reducción del impacto noticioso y político de ese tema, pues de todas maneras la gente lo que tiene es que usar mascarilla y practicar el distanciamiento personal, pues la medicina de cura no llegará hasta finales de año o inicio del 2021.
Todos coinciden en que el mejor momento de Luis Abinader fue cuando los jóvenes se apostaron ante la Plaza de la Bandera, en protesta por la cancelación de las elecciones municipales del 16 de febrero, pero también ante el cúmulo de actos de corrupción y de impunidad judicial. Y los cacerolazos que retumbaron en todos los segmentos sociales, de toda la geografía nacional, pusieron la tapa al pomo, porque todas esas protestas en contra del PLD se transfirieron a favor del candidato de la oposición.
Su discurso ante la televisión, horas después de la anulación de las elecciones del 16 de febrero, fue firme y contundente, discurso que va en consonancia a un candidato opositor, lo que satisfizo a muchos, pues despejó dudas sobre el carácter conservador que le atribuyen.
Se alega que las razones para llevar al PLD a la defensiva no han desaparecido, se han incrementado con las irregularidades denunciadas en medio de la pandemia, por lo que hay quienes sugieren un papel más protagónico de la juventud en lo que resta de la campaña electoral y retomar los cacerolazos como medio de protesta pacífica, excluyendo siempre las aglomeraciones de personas por razones obvias.
Luis Abinader tiene altas posibilidades de ganar en la primera ronda electoral, en la medida en que levante un discurso de denuncia y de firmeza, logre que la población retome las protestas y de seguimiento a la JCE, organismo que si bien celebró elecciones libres el 15 de marzo, fue bajo amenaza de la juventud de la Plaza de la Bandera.