Para nadie en el litoral opositor debió resultar sorpresa la vorágine mediática emprendida la semana pasada para obligarla a aprobar en la Cámara de Diputados la cuarta extensión del estado de emergencia sometida al Congreso por el presidente de la República.
Esa frenética campaña se montó sobre la base mentirosa de que la no aprobación la prórroga cargaría a la oposición con la responsabilidad de un eventual rebrote de la COVID-19, y por vía de consecuencia, con las muertes que se produjesen.
Sin embargo, la oposición cedió al chantaje, aprobó la prórroga y sin embargo el reporte oficial de este martes registra trece fallecidos y 180 nuevos contagiados, lo que significa que aun con estado de excepción en la República Dominicana se han mantenido cifras más o menos constantes, tanto de defunciones como de contagios.
Es decir, que el adelanto de voceros peledeístas en la dirección de culpar a la oposición de las eventualidades, lo que procuraba—y en cierta medida logró—era acorralar a sus adversarios, mirando más al 5 de julio que a la preservación de la salud del pueblo.
Ahora bien, superado este trance, los opositores deben de estar preparados para enfrentar nuevamente el mismo cuadro chantajista la próxima semana cuando el Poder Ejecutivo tenga que decidir si levanta las restricciones o se aventura a otra extensión.
El Partido de la Liberación Dominicana y sus enclaves en los medios de comunicación y ciertos grupos empresariales ya probaron que el chantaje surte efectos y no tendrían razón para desactivar esa maquinaria que sólo proyecta posibilidades electorales.
¿Se dejará la oposición chantajear nuevamente para que apruebe una nueva extensión del estado de excepción cuya culminación sería en la frontera del proceso eleccionario del 5-J?
De antemano me atrevería a aventurarme y decir que dudo mucho que la ingenuidad o cobardía de los dos principales bloques opositores les lleve a suponer que la hipotética quinta extensión se haría pensando en el bienestar de la población.
Si deciden sucumbir al próximo chantaje, podemos adelantar que las amplias posibilidades que existen de desplazar al PLD se verían seriamente comprometidas en la misma proporción.
Como ha sido evidenciado con videos y fotografías, las medidas restrictivas impuestas por el estado de excepción, en particular el toque de queda, sólo han servido para mantener confinada a la oposición mientras los candidatos del partido oficialista—tal si fueran murciélagos o lechuzas—se movilizan en campaña por las noches de recogimiento para los demás.
Como en la guerra, en la política se corren riesgos calculados. Y uno de ellos es no aprobar la próxima prórroga. Si el Gobierno cree necesario el confinamiento, que lo retome en la semana siguiente al 5-J.