Se tiene como ley de hierro aquella de que los partidos políticos no se dividen en el poder, el PRD, en sus momentos de poder, demostró que esa ley es falsa porque se fragmento en tendencias irreconciliables que andando en el tiempo condujeron a su división y actual debilidad.
El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) nunca se definió como partido político sino como maquinaria electoral. Por tanto, no conoce de crisis en el poder porque su líder era un caudillo único que mantenía a raya cualquier intento de menoscabo de su autoridad; su praxis política se sostenía en un hermetismo total hacia dentro y alianzas necesarias hacia afuera. Por vía de consecuencia, solo se activaba con ocasión de los procesos electorales.
Sin embargo, una maquinaria política colegiada de Estado como lo fue en su momento el PLD, se derrumbó en octubre del año 2019, al celebrar unas elecciones primarias con el fin exclusivo de cercenar los derechos de su principal líder bajo dos premisas: la primera que el todo era mayor que sus partes, es decir que la dirigencia de ese partido podía sobrevivir la salida de su principal figura y tres veces presidente de la república, sin mayores inconvenientes electorales. En segundo lugar, se puso en duda que el principal líder abandonase las filas de ese partido aun en el supuesto de que se escamoteara su triunfo en las primarias con un fraude como en efecto aconteció.
Ninguna de las dos premisas han resultado validas, el PLD es visto hoy como una maquinaria obsoleta con un liderazgo insulso y con un candidato que rompe la tradición histórica de un partido que, originalmente, fue un partido de militantes y dicha militancia era el aval para optar por cualquier posición publica, por tanto, se descartaba que un advenedizo pudiere pasar por encima del liderazgo histórico y de la acumulación de méritos partidarios de los dirigentes del Comité Político, del Comité Central y de las bases.
Además, de que lo que se decidía arriba debía contar con la aprobación de las bases. Es decir, operaba con base a un centralismo democrático que permitía la democracia interna, pues cada proposición política debía ser aprobada en las diferentes instancias deliberativas de dicho partido. Al barrer con toda esta tradición, el danilismo cabo su propia tumba electoral y, probablemente, enterrara en ella también al PLD.
A raíz del cisma pos convención de octubre de 2019, una camada de dirigentes traídos por los monos han pasado a ocupar plazas en el comité político sin que un congreso o una asamblea nacional los haya elegido. Así de partidos de méritos acumulados con democracia interna, el PLD ha pasado a ser un partido de cooptados sin que la base sea tomada en cuenta. Se requiere ser muy iluso para no darse cuenta que esto pasara factura electoral en las urnas.
Ciertamente, el danilismo opina diferente, entiende que con papeletas, ofertas electorales y canonjías de toda naturaleza, pueden bordear la tragedia que se les viene encima. Piensan, erradamente, que el poder lo puede todo. Sin darse cuenta de que las bases les cobraran caro la afrenta cometida contra su líder. Que el poder es la caja de cristal más frágil que existe, que el poder no es permanente sino transitorio. Y, además, vistos los hechos, esa base se sabe sin futuro en ese partido, por tanto está migrando hacia su líder y los que todavía no lo han hecho están en proceso de hacerlo.
Claro, en el proceso, la intención de voto puede dividirse, es decir unos piensan que podrán pasar factura a su dirigencia yéndose donde Leonel, pero otros, una vez yéndose donde Leonel, si concluyen que la mejor forma de salir de la cúpula del PLD es votar por Luis Abinader, lo harán. Porque la decisión es cobrar la deuda pendiente y la malignidad operada. En gente que se entiende sin futuro todo esto es posible. La ceguera de la dirigencia actual del PLD es tal que no se dan cuenta de que su derrota quedo marcada desde el cinco de octubre de 2019.
La encuesta Gallup, entre otras, marcan que también la cúpula empresarial empieza a voltear la cara para no ver al candidato del PLD, el empresariado desea que la cuestión se defina en primera vuelta. Ciertamente, Leonel es un dolor de cabeza contra esta pretensión, el hombre no solo es que ha condicionado una segunda vuelta sino que está en capacidad de ganar en ella. Entonces tres son sus obstáculos, de un lado, los empresarios no tienen claro hacia dónde dirigir el voto porque les ha ido bien con Danilo, las telefónicas y las empresas eléctricas junto a los comerciantes han abusado de este pueblo aun dentro del Estado de Emergencia y de la pandemia ante la mirada cómplice del gobierno. Pero ese mismo empresariado sabe que ese esquema, a todas luces fuera de lo institucional, de lo legal, es insostenible entonces no desea problemas.
De su lado, la clase media, ve como la cúpula del PLD, les estruja una riqueza mal habida y les dice que ya ese no es su partido, que deben migrar hacia otros cielos políticos porque el PLD danilista se cree oligarquía, están en el mismo trance del jorgebalnquismo aquel de los años ochenta. Y, es probable que tengan que pagar de igual modo, con el ostracismo político y con cárcel.
El PRM viene de un proceso de unificación todavía no firme, pues Luis no tiene una hegemonía sólida, será, de llegar al poder, donde, eventualmente, se sabrá si está en capacidad de domar al nuevo buey que más hala. Si pierde, ya no podrá siquiera intentarlo.
En cambio, Leonel, ha ganado mucho terreno, puede ganar las elecciones y, de perderla, de todos modos consolida un liderazgo que se hará mas fuerte por dos razones, la primera, porque captara a casi todo el contenido del PLD; la segunda, porque será la posición a quien gane en 2020 siempre que no fuere el y la tercera porque ha creado una nueva agrupación política que le servirá como herramienta para quitar el lastre del pasado y asumir nuevas propuestas. DLH-23-6-2020