Eladio García es un pintor apasionado. Desde que era un niño sintió cómo por sus venas corría la creatividad. Su madre, Teresa García, al ver su interés por las artes, lo inscribió en la Escuela de Arte Lama, en su natal Constanza, provincia La Vega.
Dos meses después de entrar a ese espacio formativo, se convirtió en el ayudando del maestro, con apenas 14 años. Esa educación la completó posteriormente con lectura sobre artistas clásicos como Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel. Y, lo que es más, potenció su talento al estudiar Publicidad, mención Diseño Gráfico. En la UASD me perfeccioné de la mano de Román Castillo, Francisco Mata Lima, y Dionisio De la Paz.
Sus primeras obras las realizó con lápiz de grafito sobre papel y acuarela. Luego, decidió experimentar con acrílico y óleo, técnica de la cual se enamoró. “Hasta el momento es la que más me gusta, porque me da más libertad de jugar con las figura, de darle esa fuerza, y ese realismo que lleva”, expresa.
A García le gusta dejar fluir su imaginación hasta atrapar una buena idea y plasmar a través de los colores su arte en el lienzo. “Me gusta expresar lo que siento con cada pincelada; mis emociones y sentimientos. Y que así mismo, la persona pueda verlos en los rostros que pinto”, cuenta.
Uno de los temas que más disfruta pintar son las mujeres negras con turbantes, en honor a la esencia de la dominicanidad y por la belleza en encarnan. Varias de sus obras forman parte de colecciones privadas en el extranjero.
Este joven pintor ha participado en varias exposiciones. Entre ellas tres se llevaron a cabo en Constanza y otras en la facultad de Arte de la UASD, dirigida por Román Castillo. Todas representan mucho para él, “porque en todas aprendo a continuar y mejorar”.
Una de las que más disfrutó fue una donde tocó temas relacionados a su pueblo. Una de las obras que más significó para él fue una llamada “La bella jardinera”, que consiste en una joven de espalda cortando flores y al fondo se visualiza el valle de Constanza. “Me identifico mucho con todo lo que tiene mi pueblo, su esencia me llena de inspiración”, manifiesta.
García considera que su vida sin el arte sería aburrida. “Sería una vida sin color, no sería lo que hoy en día soy. Si el arte no existiera, no existiera yo. El arte me hace evolucionar, me transforma, me llena. Lo es todo”.
Para este talentoso joven, pintar ha sido la mayor bendición que le ha pasado, “cambió mi vida por completo”. Afirma que cuando pinta sobre el lienzo siente paz, satisfacción y una inmensa felicidad. “Porque pueda expresar todo lo que siento, porque puedo crear un mundo que me llena por completo”, agrega.
Dependiendo del tema y la complejidad, García se toma de un día a una semana en terminar una obra. Al final, según advierte, dependen de muchos factores. “Cuando asumo un proyecto, soy de aquellos que me adoran ver lo que inicio culminado, pero igualmente disfruto mucho el trayecto”, apunta.
Actualmente trabaja en una colección llamada “Renacer”, donde pinta rostros de mujeres, relacionándolas con la naturaleza.
“En sus rostros las mujeres están irradiadas con una luz de esperanza. Uno de los elementos que utilizo son las flores en sus rostros, como el girasol. La esencia de eso es representar todo lo que surge de nuevo, el valor del renacimiento en la mujer ante los desafíos”, detalla en ese sentido el artista.
En el futuro, García procura a través del perfeccionamiento de su trabajo y de la calidad del mismo seguir tocando con su talento tierras extranjeras. Espera en algunos años poder crear una escuela de arte para niños de escasos recursos, “para que ellos puedan tener la oportunidad de crecer y formarse en una de las áreas más bonitas de la cultura”.