Por Rubén Moreta.- Este 4 de julio se conmemora el 159 aniversario del fusilamiento del prócer Francisco Sánchez del Rosario, excelso Padre Fundador y Primer Presidente de República Dominicana.
Sánchez fue pieza clave en el proceso de independencia nacional. Ante la ausencia de Duarte, tras su exilio forzado en Curazao desde el 2 de agosto de 1843, fue quien coordinó y ejecutó los trabajos políticos conspirativos que concluyeron con la consumación del proyecto soberanista del 1844.
La grandeza de Sánchez radica en que tuvo participación tanto en la vertebración de la Independencia Nacional como en la gesta de la Restauración de la República. Es memorable destacar que la noche del 27 de Febrero del 1844, cuando se fundó la república, fue Sánchez quien izó la bandera nacional y proclamó el lema marmóreo: Dios Patria y Libertad.
La Independencia dominicana fue subyugada el 18 de marzo del 1861, ya que Pedro Santana proclamó la anexión a España. Desde el primero de junio de ese año Sánchez comenzó a organizar su alzamiento desde Saint Thomas donde estaba expatriado por Santana. De allí se trasladó a Haití a pedir ayuda y luego penetró a la República Dominicana a través de las lomas de Calimete en Hondo Valle.
Sánchez, el insigne trinitario fue apresado cuando regresaba a reintegrarse a las faenas conspirativas que perseguían restaurar la soberanía nacional extinguida tras la anexión a España que promovió el Presidente Santana, que redujo la patria a provincia ultramarina del reino de Isabel II.
Tras su detención, junto a veintiún compañeros en Juan de la Cruz, El Cercado, fue trasladado a San Juan de la Maguana, donde fue sometido a un consejo de guerra en el parque o plaza pública. El Presidente Santana designó a un enemigo del prócer para juzgarle, el general Domingo Lazala, quien en un juicio amañado dispuso su fusilamiento y del colectivo de revolucionarios que le acompañaban.
El prócer Sánchez tomó su propia defensa. Recordó con talante, frente a sus verdugos, que: “Para enarbolar el pabellón dominicano fue necesario derramar la sangre de los Sánchez; para arriarla se necesita de los Sánchez…”.
Implícitamente, el prócer quiso recordar el implacable castigo capital a que fue sometida el 28 de febrero del 1845 su tía María Trinidad Sánchez, una de las que confeccionó la bandera nacional que Francisco izó en el baluarte del Conde, la noche del 27 de febrero del 1844.
La tarde del 4 de julio del 1861 la ciudad de San Juan de la Maguana fue escenario de su ejecución. El sacramento de la extremaunción se lo dio el sacerdote Francisco Barrientos Rodríguez. Luego, al filo de las cuatro de la tarde, recibió los disparos mortales. Junto a él fueron condenados a la pena capital Juan Erazo, Benigno del Castillo, Francisco (Cefiro) Martínez, José Antonio Figueroa, Juan Dragón, León García, Segundo Alcántara, José Corporán, Pedro Zorrilla, José de Jesús Paredes, Juan Gregorio Rincón, Rudecindo de León, Manuel Baldemora, Epifanio Jiménez, Romualdo (Tani) Montero, Domingo Piñeyro y Félix Mota.
El mulato Padre de la Patria sobresalió en la vida pública como intelectual, abogado, político y militar. Fue dueño de una inteligencia genial, robustecida por su gran astucia, pragmatismo y nacionalismo de acero, que lo encumbran en el olimpo como paradigma de bravura y reciedumbre ética.
Su injusto fusilamiento martilla la conciencia nacional y marca un peldaño ominoso y oscuro en nuestra construcción histórica.
El autor es Profesor UASD