Espero que los peledeístas hayan actuado con mayor sensatez que su jefe, que los impulsó al enfrentamiento violento en los colegios electorales y que a esta hora no estemos contando los muertos de ese arrebato, una suerte de pulsión de vida.
Lo tomé muy en serio, y no como simple estímulo a la participación entusiasta, porque el presidente Danilo Medina fue insistente y en cada encuentro con sus parciales radicalizaba más el reclamo de defender el voto hasta con sus vidas.
Medina, jefe de campaña de su criatura electoral, inició imputando la responsabilidad de la derrota en las municipales a los cobardes peledeistas que se comportaron como “señoritos” en las mesas electorales y terminó reclamando el reclutamiento de los más guapos para mantenerle en el poder, “porque es muy serio lo que está en juego”.
En todo caso, la derrota no sería su culpa por haber tensionado el tejido social local y provocado a poderes fácticos nacionales y extranjeros al intentar reformar la Constitución por segunda vez consecutiva y pretender una tercera y forzosa postulación, dividiendo en los hechos a su partido.
Y al estrellarse, lleno de ira y pasando por encima de las reglas de juego que estableció, imponer a los aspirantes presidenciales danilistas a su más incondicional servidor (con uso de fondos públicos, según denunciaron dos de los candidatos) y dividir a su grupo y luego formalmente a la organización oficial.
Partido dividido no gana elecciones, reiteró Medina en una reunión con seguidores la semana pasada, pero extrañamente invocaba el coraje en las mesas electorales como solución a la falta de entusiasmo e integración a la campaña de Gonzalo Castillo.
Medina, ha lucido en negación y aunque su candidato mostró serias debilidades, con imposibilidad de ir a entrevistas y debates, aun en ambientes controlados por su falta de pericia y los conocimientos básicos para estructurar conceptualmente sus propuestas, él buscaba responsabilidades en otros litorales.
El mandatario y miembros del Comité Político del PLD descalificaron encuestas y medios de comunicación porque consignaron mediciones contrarias a la candidatura oficial. Algunos se tornaron agresivos frente a grupos económicos sustentadores de los sondeos.
Y es que Medina, luego de la frustración de las municipales, se sintió reanimado al cosechar el uso político de la respuesta a la pandemia de Covid-19, al dejar todo el espacio al candidato Castillo, mientras la oposición se veía limitada por medidas de restricción como el toque de queda de unos 100 días de duración.
En los últimos 3 meses todo ha favorecido a Gonzalo, afirmaba un quejumbroso Medina para descalificar mediciones que colocaban a su candidato en un lejano segundo lugar. Él, que todo lo toma personal y que había proclamado en una reunión partidaria: “con estos hombres y mujeres que están aquí, yo particularmente les digo que yo gano las próximas elecciones”.
Medina teme, probablemente que muchos índices se alzarán en su contra si no logra que su partido retenga el poder, situación delicada para un jubilado político.
A Medina le quedaría la esperanza de que el PLD retenga el Senado, en lo que hizo énfasis hace poco, que le evitaría al igual que a Balaguer y al Partido Reformista desagradables momentos en los meses por venir. Claro, el ambiente no es muy halagüeño con una oposición con acuerdos en 24 provincias para el nivel senatorial.
¿Los guapos serían para pelear esa posibilidad y forzar un arreglo como en el 1978, en que se despojó de 4 senadurías al PRD para “equilibrar” los poderes después de 12 años de total control como el actual?
Sigamos contando…