Por Adolfo Pérez de León/ La República Dominicana, en términos generales, a pesar de los retos y dificultades, es un país con grandes potencialidades. Sin embargo, no somos ajenos a los efectos negativos tanto de la salud como de la economía causados por el Covid-19.
Teniendo un mapa mental integral del contexto actual global, y cómo nos está afectando, podemos iniciar una conversación productiva hacia nuestro máximo potencial medido por nuestra capacidad de ser más resilientes, proactivos y competitivos en el escenario actual y futuro.
Impacto del turismo en la generación de divisas y el empleo
Para pocos dominicanos es noticia de que una de nuestras más importantes fuentes de divisas es la industria turística; la “locomotora” de la economía nacional, una realidad importante a tomar en cuenta en medio del actual clima adverso, donde se vive una baja intensa de visitantes producto del coronavirus, según palabras propias del presidente del Grupo Puntacana, Frank Rainieri.
Economistas locales recalcan que la restricción más importante para volver a crecer es la falta de divisas. A mediados de marzo 2020, el Banco Central de la República Dominicana advirtió que el sector turismo perdería unos cuatrocientos millones de dólares si la situación se extendía más allá de este mes de junio. Posteriormente, en abril de este mismo año, la Asociación de Hoteles y Turismo (Asonahores) ofreció el análisis “Perspectiva e Impacto del Turismo en República Dominicana frente al Contexto Covid-19”, que pronosticaba una reducción de 75,000 empleos y que podría superar los 200,000 si el impacto se agudizaba.
Para poner en perspectiva, esto equivale al 4,34% de la Población Económicamente Activa (PEA). Según Pavel Isa Contreras, reconocido economista dominicano, el turismo y las remesas “podrían ser las fuentes de divisas que más tarden en recuperarse”. De ser así, estos pronósticos nos obligan a pensar en alternativas que nos permitan contrarrestar en la mayor proporción posible estos efectos.
Aumento drástico del desempleo
Entre abril y mayo de este año, 530 mil personas en el sector privado formal dejaron de cotizar en la Tesorería de la Seguridad Social (TSS), lo que redujo el total de empleados formales a casi un millón.
Aún sumándole a dicho número los empleados del sector público, el total no supera los 1.7 millones. El año pasado la cantidad de personas desocupadas rondaba en 518 mil, indicador que ha aumentado a más de un millón de personas y el desempleo ampliado incrementó el doble, al 20%. Pero estas cifras no contemplan el efecto de la crisis en el sector informal. Asumiendo que los porcentajes y sus efectos sean similares, la cifra total de personas desocupadas aumentaría hasta 1.5 millones. Para ponerlo en perspectiva, estamos hablando del 30% de la población económicamente activa, algo sin precedentes.
Guerra commercial EUA – China
En el plano internacional, el escenario no es mucho más alentador. La guerra comercial entre las dos potencias mundiales más importantes, Estados Unidos y China, nos afecta más de lo que se pudo prever. Pero no necesariamente esto sea del todo negativo para un país como el nuestro.
Las cadenas de suministro del mundo de por sí están sufriendo los estragos de la guerra comercial EUA-China y la inestabilidad económica, ahora tienen la presión adicional del impacto del brote del coronavirus. Incluso desde antes de la pandemia, hemos visto cómo las cadenas de suministro comenzaron a diversificarse a causa de esta guerra comercial, específicamente en la manufactura y textiles.
Caída de las exportaciones
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en América Latina y El Caribe, las exportaciones se contrajeron a una tasa interanual estimada en 3,2% en el primer trimestre del 2020, tras haber caído un 2,2% en 2019, según el presidente de la Asociación Dominicana de Exportadores (Adoexpo), Luis Concepción.
En el caso de la República Dominicana la contracción fue de 2,39%, según datos de la Dirección General de Aduanas (DGA). En ese mismo período – un poco mejor que la estimación del BID para nuestra región- gracias al ritmo de crecimiento que llevaba en los primeros meses del año versus el período anterior (5,71%).
Repensar el modelo
Esto debe llevar a preguntarnos si ya es tiempo de repensar la forma en que hacemos los negocios comerciales y cómo podemos maximizar los atributos de la economía local para generar divisas y empleos.
Lo anterior, sobre todo si consideramos que en las últimas décadas el mundo se movió de forma exitosa a optimizar las cadenas de suministro globales y minimizar costos, reducir inventarios para producir más productos a más clientes a un menor precio con utilidades mayores. A este modelo se le llama Just In Time o ´justo a tiempo´, por su capacidad de producir eficientemente y a tiempo productos que llegan a las manos de los consumidores al mejor precio.
El vértigo de la globalización y la constante optimización impuso una disrupción en cuanto a la situación de un suplidor que puede ir en detrimento de las operaciones de una empresa del otro lado del mundo. Por eso, la diversificación de las cadenas de suministro —lo que vendría siendo el modelo Just In Case o por si acaso— como una solución aplicable a corto y mediano plazo, presenta oportunidades importantes para países como Cambodia, Vietnam, Bangladesh, Tailandia, México, Haití y República Dominicana como alternativas viables.
Las Zonas Francas abren ventana de oportunidad
Hasta mayo del 2020 las exportaciones de zonas francas cayeron un 28,8%, según datos de José Manuel Torres, vicepresidente ejecutivo de la Asociación Dominicana de Zonas Francas (Adozona), revelados en un encuentro virtual reciente. Sin embargo, las cifras reflejan una recuperación al compararlas con la caída del mes de abril que fue de 39,45%.
Este es un dato alentador que sirve de punto de partida para repensar en cómo podemos ayudar a que ese indicador negativo no solamente siga disminuyendo hasta desaparecer, si no que aumente su crecimiento hasta alcanzar niveles óptimos. En ese objetivo, Las zonas francas de servicio como los Contact Center presentan grandes oportunidades en el corto y mediano plazo.
En adición, debemos propulsar acciones que aseguren que estas realidades y las oportunidades que nos brindan puedan cosechar realmente sus resultados, y no quedar en buenas ideas cuando nuestro país más lo necesita.
El debate seguir profundizándose. La República Dominicana puede y debe, al menor costo y en el menor tiempo posible, articular iniciativas que vayan orientadas a aumentar su competitividad, generar más divisas, empleos y una PEA más productiva.