A una semana del proceso electoral en que los dominicanos nos levantamos desde muy temprano a ejercer nuestro derecho al sufragio, aún se comenta en las esquinas sobre quien o quienes realmente han sido los ganadores de los comicios realizados el pasado domingo 5 del mes en curso.
Pese a que el candidato por el Partido Revolucionario Moderno – -PRM- Luis Abinader ha resultado con el 52.52 por ciento del electorado, de acuerdo a un comunicado de la Junta Central Electoral -JCE-, entonces se deduce que ciertamente él y su organización política han ganado las elecciones presidenciales, y la mayoría de los actores congresuales.
Esta ha sido una semana de festejos perremeístas, incluyendo una visita al Palacio Nacional tras una invitación girada por el presidente Danilo Medina dizque para ir acotejando la carga antes del 16 de agosto, día de la toma de posesión. Se ha informado que en el encuentro se trató el intercambio de informaciones sobre las comisiones de transición y todo lo concerniente a la pandemia del coronavirus en el país.
Luis Abinader ha dejado entrever a la ciudadanía que su gobierno será de unidad nacional, al decir textualmente: “Debemos pensar en los que no votaron por nosotros”.
Esta expresión, publicada por algunos medios de comunicación, ha caído como un balde de agua fría a cercanos colaboradores suyos que están atizando la varita para iniciar el recogimiento de cabezas que atesoran ver caer.
Y no es que ahora haya gente de otros partidos y tendencias queriéndose aprovechar y tomar para sí el triunfo ajeno, pero, a juzgar por las condiciones en que el pueblo dominicano se levantó a VOTAR, en medio de la terrible pandemia provocada por el SARS-CoV-2 el virus causante de COVID-19, con las siempre bocinas altisonantes de compra de cedulas, con el anuncio de posibles disturbios y las “artimañas” de cada proceso, entre otras excusas informadas al electorado, de todos modos, hubo votación, aún con el 48 por ciento de abstención el pueblo dominicano celebró las elecciones presidenciales y congresuales programadas para este año 2020.
En una contienda fuere cual fuere se va a ganar o a perder. A juzgar por lo arriba expuesto deducimos que ganó el pueblo. Y luego preguntamos, ¿Quién perdió?
Si todo el que ejerció el derecho al voto, y se decidió por cualquiera de las candidaturas de los partidos que competían en recibir el favor del electorado, sea del PRM, de la Fuerza del Pueblo, del Partido Reformista Social Cristiano, del Partido de la Liberación Dominicana o cualquier otro, y lo hizo con determinación, entusiasmo y seguridad en medio de la pandemia, volvemos a considerar entonces que el triunfo es del pueblo.
Y por qué digo ganó el pueblo?, porque en estas elecciones del 5 de julio del 2020 no solo se competía por llegar al Palacio Nacional o a una curul en ambas cámaras del Congreso Nacional, no; se competía por hacer prevalecer otros símbolos que han distinguido al pueblo desde antes de la creación del Estado Dominicano. En un proceso pasado se explicaba así: “Vergüenza contra dinero”. Ahora se hablaba del “Cambio”, del cual Luís Abinader resultó el beneficiado.
En estas elecciones recién pasadas se trataba de librar el triunfo del pueblo contra el derroche, el despilfarro del dinero ajeno, del dinero del pueblo, del erario público que de manera descontrolada y desconsiderada se desperdiciaba, se tiraba al postor que lo arrebatara ante la vista de todos, con la escaramuza que era para solidarizarse con los más desposeídos de nuestra amada patria, en medio de la crisis sanitaria.
Se competía por valores que paulatinamente han ido perdiendo espacios en la sociedad dominicana: “Todo lo compro si tengo dinero”, es el lema popular que abunda hoy en nuestra sociedad.
Reitero ganó el pueblo soberano de elegir a las autoridades que deseó le gobierne. Ganó el pueblo que una vez más demostró que existen límites a pretensiones de ponerle precio a su conciencia, a su espíritu combatiente. Ganó el pueblo dominicano, y perdió la insensatez de querer ganar unas elecciones sin importar pagar o derrochar el dinero que nada costó a inescrupulosos.