Analizar, profundizar o apuntar algo sobre la actividad política, social o económica en nuestro país es de gente preparada.
Sin embargo, cuando leo o escucho a algunas personas, funcionarios o intelectuales tratar algunos temas, me asombro.
Pues parecería que esas personas no han nacido ni se han criado aquí; no han ido a los barrios populares de cada ciudad; desconocen que no hay agua potable casi nunca, que no todas las viviendas tienen sanitarios sino letrinas.
Me sorprende-y me duele en lo más hondo-que esas personas pidan a los pobres, desarropados y desamparados de la vida que hagan tal o cual cosa ignorando la realidad que los cerca.
¿Por qué salen a las calles tantas personas pobres aun en medio del coronavirus este que golpea, destruye y mata?
Lo hacen porque en sus hogares no caben juntos más que cuando se tiran a dormir en la noche.
Lo hacen porque no tienen nada en la nevera (si es que poseen una); porque no tienen luz para ver o escuchar programas; porque no tienen qué desayunar, almorzar o cenar.
Son muchas las madres solteras en los barrios; los llamados “tígueres” que no encuentran qué hacer; los bandoleros comerciantes de drogas; las bancas de apuestas y los colmadones que tanto atraen y donde hasta les “fían”.
¿Se van a quedar encerrados a esperar que el gobierno, un amigo o el Creador les lleve “algo de comer” cada día?
¿Con que agua se lavarán las manos a cada rato? ¿Cómo cobrarle por un servicio que nunca reciben?
Algunas personas dicen que esos “pobres” sí consiguen para beber, jugar y parrandear, ignorando con sapiencia que esas tres actividades son las que ven y disfrutan desde niños y se tornan en costumbres cuando la educación casera no existe y la escolar se encarece, aunque les den comida a los estudiantes.
Muchos de esos pobres quieren trabajar, pero no encuentran. Muchas de esas mujeres (doce y trece años en adelante) quieren trabajar pero salen embarazadas y pierden las perspectivas de su realidad y futuro. Y sabemos a dónde irán a parar y de qué vivirán, aunque no lo digamos en público.
Esta pandemia nos ha traído luto, dolor y desesperanza, y sus efectos seguirán mucho después de que aparezca una vacuna o medicamento pues los pobres no podrán adquirirlo.
Soy optimista, de todos modos, y agradecido de Dios y de mi gente que espero algún día supere tanta injusticia y dolor.
17-07-2020.