Por Adolfo Pérez de León. El modelo productivo dominicano es heredado de la Revolución Industrial y de los importantes pasos que se dieron en los últimos 70 años por parte del sector empresarial dominicano.
En una edición de los últimos años del informe del Banco Mundial Doing Business in Dominican Republic, entre los factores que esta entidad indicaba se debía tener en cuenta de cara al desarrollo económico consolidado del país, resaltaba lo siguiente: Desarrollar una mayor inclusión productiva en el mercado laboral a través de un más cualificado capital humano, más igualitario y con mayores vínculos entre la inversión extranjera y la economía local.
La pandemia nos impuso limitaciones y restricciones que se sumaron al cambio exponencial que ha sufrido la humanidad en sus necesidades y estilo de vida. Tomando esto en consideración, se hace evidente la forma en que la transformación tecnológica pasó- y dentro de esta, las telecomunicaciones-, de ser una opción, a la vía por excelencia, de mantener los niveles de servicio y los indicadores de negocio durante esta crisis económica y sanitaria.
Hacia un modelo híbrido Teletrabajo – Presencial
En la medida en que las tecnologías han mejorado y avanzado, el teletrabajo siempre se ha presentado como una opción. La situación actual de la pandemia la ha impuesto como principal y, en muchos casos, como la única modalidad de trabajo. Esto nos invita a explorar mecanismos sobre cómo cambiar las dinámicas de trabajo post-pandemia.
Es notorio el híbrido que la nueva realidad ha planteado. Es una mezcla entre el modelo de trabajo presencial en la oficina y el prestado desde el hogar —también llamado work-from-home—, desde un espacio de trabajo compartido o co-working, o desde otra localidad que no sea la infraestructura física del empleador.
Para fines ilustrativos, tomemos como ejemplo el caso de los Contact Centers —o Call Centers, como comúnmente se les conoce. Este es un rubro en que varias empresas pioneras de nuestro país han migrado de forma exitosa, del trabajo presencial al teletrabajo por razones obvias de continuidad de negocio ante las limitaciones sociales de la COVID-19.
Sin embargo, en un futuro post-pandemia, lo que se ha comenzado a referir en el mundo como la nueva normalidad, ha sido la solución híbrida. Esto, a través de la combinación de las ventajas de ambas modalidades laborales — del teletrabajo, los ahorros de tiempo y costos, y del trabajo presencial, las dinámicas empleado-equipo de trabajo.
En este escenario, los empleados trabajarían en formato de teletrabajo, habitualmente desde casa, y asistirían a reuniones importantes o actividades grupales de forma presencial, con una periodicidad determinada, una o dos veces por semana, por ejemplo; siendo el resto de los días en formato de teletrabajo. En otros casos asistirían a la oficina en momentos donde las condiciones del trabajo desde casa (WFH), no sean las requeridas o idóneas.
Experiencias internacionales exitosas comparables con RD: Caso Filipinas
Como soporte a nuestro planteamiento para combatir el desempleo con estrategias aplicables a nuestra realidad, presentamos el caso de Filipinas.
En ese país hay 106.7 millones de habitantes (Banco Mundial, StatCan, 2017). De estos, al final del 2018, había 1.1 millones de empleados en la industria de Contact Centers de exportación u offshore.
Filipinas se trazó una meta-nación de aumentar la cantidad de personas empleadas por este sector a 1.8 millones para 2022. Es decir, capitalizando sólo un 1,7% de su población.
Para poner en perspectiva, a nivel mundial el negocio de Contact Centers significa más de $250 billones de dólares en servicios. Ya en el 2016 Filipinas generaba $22.9 billones de dólares de ese total, o un 12,7% del negocio global. Con menos de 2 millones de personas, tenían proyectado acaparar un poco más del 15% del mercado global.
Ahora veamos el caso nuestro en la República Dominicana. Se estima que los empleados por Contact Centers offshore alcanzan entre 40,000 y 45,000 o un 0,45% de la población.
Si invirtiéramos más en inglés como segundo idioma y programas de desarrollo, aprovechando lo cerca (nearshore) que estamos de nuestros mercados más importantes; y siendo competitivos en costo, el 1% de la población dominicana pudiera ser una meta alcanzable. Estamos hablando de aumentar el 100% de los empleos actuales en ese sector, llegando a más de 100,000 puestos de trabajo.
Y para quienes piensen que Filipinas y Dominicana podrían ser países muy distintos, parecería que no: compartimos problemas, en cuanto a suministro de energía eléctrica e internet. Por eso, quien resuelva la infraestructura WFH en países como los nuestros, y teniendo un talento humano preparado, ese escenario generaría divisas similares a las que representan el Turismo y las Remesas en sus mejores momentos.
Efectos sociales positivos de capitalizar la transformación tecnológica para aumentar la capacidad productiva de un país
Los efectos de capitalizar la transformación tecnológica con el objetivo de aumentar la capacidad productiva del país son notables. Ponemos como ejemplo, tres:
Inclusión territorial de las oportunidades.
Cuando hablamos de la inclusión territorial de las oportunidades nos referimos a la capacidad de aumentar exponencialmente la productividad de provincias y ciudades a nivel nacional de una forma más equitativa. Históricamente y de forma natural, las personas migran a las ciudades más importantes en busca de mejores y más oportunidades laborales y de mejoramiento social.
Estas tecnologías, debidamente aplicadas, permitirían que las personas no tengan que abandonar los lugares donde nacieron o se criaron, donde tienen establecidas sus vidas, su círculo familiar y social para emigrar a ciudades como Santo Domingo o Santiago para buscar las oportunidades que no existen en su localidad.
Disminución de la presión en la infraestructura de las principales ciudades
Es evidente que provincias como el Distrito Nacional y Santiago no aguantan mucha más presión en sus infraestructuras actuales de transporte y servicios públicos. El crecimiento económico de las mismas ha aumentado mucho más rápido que su capacidad de adaptar dichas estructuras. Basta con vivir los famosos tapones a todas horas en cualquiera de estas localidades. La implementación de estrategias como estas podría aligerar dicha presión.
Mejor calidad de vida para las personas y menores costos operativos para las empresas
Vivir en las ciudades principales de nuestro país es sumamente oneroso para quienes deciden emigrar desde otras localidades.
El hecho de que las empresas, al distribuir a nivel nacional —gracias a las tecnologías— el lugar desde donde trabajan sus colaboradores podría representar grandes disminuciones en los costos de operar sus negocios. Como el costo de la vida usualmente es mucho menor en esas otras localidades, eso se traduciría en mejores condiciones de vida y mayor poder adquisitivo para los empleados. Sobre todas las cosas, aumentaría su calidad de vida.
Hay muchas formas de dinamizar la economía, de aumentar la productividad y generar más empleos. La tecnología, en particular, las telecomunicaciones, pueden ser un aval determinante en una época donde la distancia social y la movilidad se han transformado para siempre.