El presidente electo, Luís Abinader, le está enviando un mensaje, claro y preciso, a los funcionarios del gobierno que encabezará a partir del 16 de agosto, de manejo claro y transparente, de los recursos del Estado; que no permitirá la corrupción, que no habrá impunidad, y el que se “equivoque” violentando los procedimientos y las leyes, sea su amigo, familia o compañero de partido, será sometido a la justicia. Elevo una plegaria y digo: ¡Ojalá! Es eso lo que justamente reclama la sociedad sana del país, la que está harta de corrupción y de impunidad. ¡No más!
La designación de doña Milagros Ortiz Bosch no es casual. Ella es una mujer que ha pasado su vida predicando honestidad y transparencia, no sólo con palabras, sino con hechos, pues ha pasado por importantes cargos sin que pueda ser señalada con el índice acusador del pueblo. Hipólito Mejía me decía siempre, siendo presidente de la República, y después también, que Doña Milagros “es una mujer integra a carta cabal, incapaz de adueñarse de nada que no le correspondiera”. Más de una vez me dijo: “Lo que doña Milagros –a la sazón vicepresidenta de la República y secretaria de Educación- me trae lo firmo sin leerlo porque ella es incapaz de un hecho doloso o inmoral”. Y es verdad. Esa es Milagros Ortiz Bosch. ¡Lo sé!
Otro mensaje del próximo mandatario es haber convencido a Carlos Pimentel, de Participación Ciudadana, que tanto ha criticado y condenado la corrupción, que ha encabezado luchas en contra de la impunidad, que sea el director de Compras y Contrataciones del Estado.
¡Bien por Luís! ¡Bien por Carlos Pimentel! No se puede estar en una tribuna hablando de lo que hay que hacer para impedir violaciones a la ética y la moral, sin hacerlo teniendo la oportunidad. Luís Abinader le está tomando la palabra. Con ese nombramiento, y otros que pronto se anunciaran, los funcionarios saben que el presidente no está jugando, que su promesa de tolerancia cero de la corrupción, la hará cumplir.
Conozco a la mayoría de los designados desde hace muchos años. Puedo decir que es gente buena, con una trayectoria de capacidad y honradez. Pero dice el pueblo que “mientras más claridad, mejor amistad”. Y es cierto. También dice el pueblo que “en la confianza es que está en peligro”. El dinero del pueblo tiene que dolerle al presidente. No puede permitir el derroche, ni privilegios irritantes. Los funcionarios no podrán ir a los restaurantes gastar cientos, miles y hasta millones de pesos en comida y bebida a cargo del presupuesto, como en los gobiernos del PLD. Eso terminó. Lo dijo Luís. Y le creo.
El Estado, lo he dicho muchas veces, no es fuente de enriquecimiento. Al Estado no se va a servirse, se va a servirle al pueblo. El que quiera hacer negocio con el Estado –lo cual es válido- que no acepte un cargo público. Un ministro no puede tener empresas en el Estado. La Constitución lo prohíbe y lo condena.
He dicho también muchas veces, que la persona que entra pobre al gobierno y sale rico es un ladrón. Romper la cultura de saqueo del erario no será fácil. El presidente Abinader necesitará de la colaboración de sus ministros, viceministros, directores generales y demás funcionarios para lograr un gobierno decente y honesto. Es un compromiso de todos. El que no esté de acuerdo, que no vaya al gobierno, que se quede fuera.
El pueblo espera con ansias el nombramiento del Procurador o Procuradora de la República que Luís dijo sería “independiente”. No me importa si es o no independiente, lo que me interesa es que sea una persona –hombre o mujer- honesta, capaz y dispuesta a cumplir la responsabilidad de llevar a la justicia a los corruptos y lograr que sean condenados.
Doña Milagro y Carlos Pimentel tendrán una labor protagónica. Y doña Raquel Peña, la vice, y Raquel Arbaje, la esposa. Y todo el que se considere buen dominicano, todo el que desea paz y prosperidad para este pueblo tantas veces defraudado y engañado.
No quiero ver funcionarios presos, quiero ver funcionarios trabajadores, honestos y capaces que no se roben el dinero del pueblo que es como robarla la comida, el empleo, la salud, la educación, la seguridad y la vivienda.
Luis Abinader está hablando, no sólo con palabras. Escúchenlo.