A raíz del rápido contagio y de los miles de muertos que produjo el virus del Covid-19 entre los meses de febrero y marzo de este año en el estado de Nueva York, la ciudad de los rascacielos se convirtió en el centro de la expansión de la pandemia en los Estados Unidos.
El Gobierno Federal, conjuntamente con las autoridades neoyorkinas, se vio en la obligación de someter a esta ciudad en un período de cuarentena parcial que afectó seriamente toda actividad social, comercial, financiera, aérea, marítima y educacional, tratando de detener la expansión de la enfermedad.
La imposibilidad de frenar el contagio, el cual luego se expandió por todo el país, hizo que millares de personas se quedaran sin trabajo, por el cierre de la casi totalidad de las actividades comerciales, empresariales y de negocios, con lo que se afectó los ingresos de los asalariados.
Ante esa situación, el presidente Donald Trump, promovió una moratoria temporal del pago de rentas de apartamentos y viviendas financiadas con fondos federales, a través de la Ley CARES, moratoria que luego de vencida los dueños de edificios e instituciones bancarias reclamarían a los deudores como compromiso de pagos atrasados.
La Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por Coronavirus (CARES por sus siglas en inglés) se promulgó el 27 de marzo de este año, y ofrece ayuda para las personas y empresas afectadas por la pandemia del Covid-19.
Según un informe publicado por especialistas de viviendas, un promedio de 30 a 40 millones de personas en EEUU podrían estar en riesgo de ser desalojadas en los próximos meses como consecuencia de la crisis económica creada por el virus.
El Gobierno Federal, con el apoyo del Congreso, continúa ofreciendo ayuda económica y financiera a millones de personas, desembolsando millones de dólares de ayuda humanitaria y comestibles a la población, para que puedan solventar sus compromisos y evitar desalojos masivos de inquilinos y la pérdida de propiedades de viviendas por falta de pagos.
En la medida en que el número de contagios y muertes por Covid-19 se ha ido reduciendo considerablemente en los últimos dos meses, las autoridades de Nueva York y otros estados han ordenado la reapertura económica y financiera con ciertas limitaciones, para evitar un rebrote de la enfermedad.
Entre estas medidas se encuentra la discutida apertura de las escuelas públicas y privadas, y su modalidad de enseñanza en medio de una pandemia que no ha desaparecido y que podría propagarse de nuevo ante cualquier falla protocolar establecida.
El gobernador del estado de Nueva York, el demócrata Andrew Cuomo, acaba de ordenar la apertura de las escuelas públicas para que los niños regresen a clases a partir de septiembre de este año.
La preocupación de padres y tutores es saber cómo las autoridades de educación van a lograr controlar u obligar a los niños a mantener por largo período de horas el distanciamiento y la protección facial con mascarillas en un salón escolar.
Para un adulto consciente del problema es fácil, especialmente profesores, asistentes y administradores escolares, pero no así en niños y niñas que por naturaleza socializan entre ellos jugando, corriendo o ejercitándose, olvidando su protección y los protocolos de distanciamiento y uso de mascarillas.
Al gobernador Cuomo se le presentaron diversas opciones y propuestas para la continuidad del desarrollo del año escolar, que se vio afectado por la llegada de la pandemia del Covid-19 a principios de año.
La ciudad de Nueva York posee el distrito escolar más numeroso del país, con más de un millón de estudiantes bajo el control de 750 distritos escolares.
Entre las medidas a adoptar por los administradores de estos distritos está la de monitorear la salud de profesores y alumnos, para lo que se necesitará la asignación de una buena cantidad de personal de enfermería.
Entre las propuestas discutidas para el inicio del año escolar se presentaron la educación a distancia vía internet, asistencia escolar con horario normal, o asistencia parcial o medio tiempo. Se escogió la asistencia regular.
Por el momento, padres y tutores prefieren la educación a distancia, considerando que sus niños podrían estar más seguros estudiando en casa, con lo que se evitarían cualquier posible contagio del Covid-19 en la escuela, que pudiera afectar a toda la familia.
Jim Malatras, asesor del gobernador Cuomo, propuso que las escuelas de Nueva York deben realizar exámenes de salud a los estudiantes aplicando controles diarios de temperatura como protocolo.
Sin embargo, a Richard Mantell, quien representa a las enfermeras escolares en la Federación Unida de Maestros, le preocupa que no habrá suficiente equipo de protección en las escuelas para monitorear a los niños y profesores en los centros educativos.
Y lo que es peor, las enfermeras no han recibido ninguna guía sobre cómo cuidar a los niños y al personal de las escuelas si hay un brote de Covid-19, dijo Mantell el pasado miércoles a la cadena PIX-11, a pesar de su sindicato recibir orden de los funcionarios de la ciudad de Nueva York de no hablar con ningún medio de comunicación.